La Hora del Planeta: un gesto simbólico con un impacto real. Por Enrique Segovia director de conservación de WWF
La emergencia climática no es un problema del futuro: es una realidad que vivimos en el presente. Copernicus confirmó que 2024 fue el año más cálido registrado hasta la fecha y que la temperatura media global ha superado el umbral de 1,5 °C respecto a la era preindustrial. Este dato, que antes parecía un escenario lejano, ya es parte de nuestro día a día y tiene consecuencias devastadoras. En España, la situación es igual de alarmante: sequías prolongadas, incendios forestales devastadores e inundaciones sin precedentes, como las vividas durante la última DANA, son solo algunas de las manifestaciones de un cambio que ya está afectando de forma directa a nuestro entorno y a nuestras vidas.
De hecho, hay que entender que la crisis climática no es solo un desafío ambiental, sino que también es un problema social, económico y de salud. El aumento de las temperaturas pone en riesgo la seguridad alimentaria, el acceso al agua potable y la estabilidad de ecosistemas esenciales para nuestra supervivencia. Además, afecta a las comunidades más vulnerables, que son las que menos han contribuido a la crisis, pero las que más sufren sus consecuencias.
En este contexto, el próximo 22 de marzo, de 20:30 a 21:30, millones de personas en más de 190 países apagarán sus luces en un gesto por el planeta. Un símbolo que, a simple vista, podría parecer pequeño ante la dimensión de la crisis climática a la que nos enfrentamos. Sin embargo, La Hora del Planeta va mucho más allá de un simple apagón: es una llamada de atención global, un recordatorio de que cada acción cuenta y de que el tiempo para actuar se agota.
Desde su primera edición en 2007, hemos conseguido movilizar a gobiernos, empresas y ciudadanía, gracias a esta campaña mundial que trasciende lo simbólico para generar conciencia y movilizar compromisos concretos en la lucha contra el cambio climático. Año tras año, la iniciativa ha crecido en alcance y también en significado, logrando que monumentos icónicos como la sede de Naciones Unidas en Nueva York, la Torre Eiffel, el Coliseo de Roma, la Ópera de Sidney, la Puerta de Brandenburgo, la Acrópolis, el Cristo Redentor y la Sagrada Familia se apaguen en señal de compromiso con este movimiento global.
Además del tradicional apagón de La Hora del Planeta, en esta edición invitamos a la ciudadanía a compartir en redes sociales su rincón natural favorito, ese lugar especial que no quieren perder y que podría desaparecer a causa de la emergencia climática. Una acción con la que buscamos visibilizar los efectos de la crisis ambiental de una manera personal y emotiva, acercando la problemática a la vida cotidiana de las personas. Porque, aunque los datos científicos son contundentes, conectar emocionalmente con la naturaleza que amamos puede ser la clave para que más personas se sumen al cambio.
Bien es cierto que apagar la luz durante una hora no resolverá el problema, pero el mensaje que se envía al mundo con este gesto es de gran ayuda. La Hora del Planeta nos recuerda que la solución está en nuestras manos y que las acciones individuales, sumadas a los imprescindibles esfuerzos de gobiernos y empresas, pueden marcar la diferencia. Cambiar nuestra forma de consumir energía, reducir el uso de combustibles fósiles, proteger los ecosistemas y exigir políticas efectivas son pasos necesarios para mitigar el impacto de la crisis climática.
Además, La Hora del Planeta nos invita a reflexionar sobre nuestro propio impacto y a tomar medidas concretas en nuestro día a día. Cabe recordar que acciones como apostar por la movilidad sostenible, usar la energía de forma eficiente, reducir el consumo de plásticos u optar por una alimentación más sostenible pueden generar un cambio significativo si se realizan de forma colectiva.
A medida que nos acercamos a un punto de no retorno, estas iniciativas se vuelven más importantes que nunca. No podemos permitirnos la inacción. Por eso, La Hora del Planeta es la mejor oportunidad para reflexionar sobre nuestro impacto y un recordatorio de que, si actuamos de forma conjunta, todavía estamos a tiempo de cambiar el rumbo.
El reto es descomunal, pero la historia ha demostrado que cuando la humanidad se une por una causa común puede lograr lo impensable. La Hora del Planeta es mucho más que un apagón: es una promesa, un compromiso y una llamada a la acción. Porque cada gesto cuenta y, juntos, podemos seguir avanzando en la dirección correcta.
EFE VERDE