De acuerdo con el experto, Nicaragua tiene un gran potencial en el uso del viento en una decena de posibles lugares, lo que elevaría la producción eólica.
Potencial en el uso del viento
«Se estudiaron diez sitios para medir el viento, no solo en Rivas, sino que lo hicimos en Estelí, entre Jinotega y Matagalpa (norte), en Nagarote (occidente), en Carazo (oriente), a la orilla del lago de Nicaragua, en Boaco (norte) y con eso hablamos de más de 500 megavatios. Vale la pena decir, el potencial de viento que tenemos en Nicaragua es uno de los mejores a nivel mundial, o sea, el rendimiento que tiene en general [el país] es superior a muchos países», dijo el titular de Enatrel.
Esta nación latinoamericana tiene una capacidad instalada de generación energética de 1.650 megavatios, el doble de la demanda nacional calculada en 860 megavatios para una cobertura eléctrica de 3,9 millones de usuarios.
La mayor fuente de energía renovable en Nicaragua la aportan los ingenios azucareros con 224 megavatios de biomasa proveniente de la quema de caña de azúcar, seguido de la producción eólica con 186 MW, mientras que el calor de los volcanes genera 164 MW de energía geotérmica, de acuerdo con datos de Enatrel en 2024.
La fuerza del agua produjo 158 megavatios de energía hidroeléctrica y las fuentes solares aportaron 30 megavatios durante el año pasado.
Aunque la capacidad instalada de energía térmica en este territorio supera la de fuentes renovables con 880 megavatios, el Gobierno de Nicaragua aprovecha hasta un 80% la diversidad de la producción limpia.
Equilibrar el uso es la clave
Para Mansell, la clave para optimizar el uso de los recursos naturales es ponderar aquellos que tienen la más alta producción y reservar el uso de la energía renovable que está limitada en algunos momentos del año,
como la hidroeléctrica, que se reduce en las temporadas donde el invierno es «malo».
«En Nicaragua lo que nos puede afectar es la parte hidroeléctrica, que aporta al año 14% [de generación]. Le bajamos un poco la generación, no utilizar mucho las plantas. Eso no nos afecta, porque podemos usar las otras fuentes renovables que tenemos y empezamos más bien a acumular agua en el embalse. Al final del año quedamos con un embalse lleno», reseñó el ministro nicaragüense.
Mansell se refiere a la escasez de agua durante el invierno de 2023, que golpeó a las naciones centroamericanas con la reducción de la producción hidroeléctrica.
En este sentido, manifestó que el equilibrio energético de este país se logra con el aprovechamiento de la diversidad de fuentes renovables, de la capacidad de generación y transmisión instalada, así como de la transferencia regional centroamericana.
Se hicieron grandes inversiones en generación, distribución, en las redes que llegaron a la electrificación de nuestro país y en la transmisión que unen las plantas de generación con las fuentes de consumo, para llevarle la energía a la población, pero también a las fuentes renovables», que significaron una apuesta de 5.000 millones de dólares en los últimos 18 años.
La demanda de energía en Nicaragua crece unos 60 MW al año, «lo que indica [hacia] dónde se está moviendo más el desarrollo e ir viendo qué plantas tenemos que ir incorporando», de acuerdo a las necesidades planteadas por las alcaldías o instituciones sensibles al desarrollo energético.
La transformación energética en Nicaragua ha fortalecido, además, el sistema de interconexión de Centroamérica con cuatro líneas de transmisión con Honduras y Costa Rica, para elevar el sistema de transferencia de 300 a 450 megavatios al año.
«En este momento pueden transferir, ya sea de Guatemala a Panamá o de Panamá a Guatemala, 300 megavatios y no hay ningún problema, eso es como un tercio de la capacidad que tienen los países centroamericanos», finalizó Mansell.
SPUTNIK.