Brasil mueve sus fichas contra reloj para frenar el arancel de un Trump que «no quiere hablar»
A pocos días de la entrada en vigor del arancel adicional del 50 %, el Gobierno de Brasil intenta contra reloj abrir canales de diálogo con la administración de Donald Trump, que «no quiere hablar» en su afán de defender al expresidente Jair Bolsonaro del juicio por golpismo.
El vicepresidente y ministro de Comercio brasileño, Geraldo Alckmin, informó que mantuvo una conversación «reservada» de 50 minutos con su par de Estados Unidos, Howard Lutnick, en la que le reiteró la disposición de su país de negociar.
Ese ha sido, por el momento, el primer y único contacto de alto nivel conocido entre ambos países desde que, el pasado 9 de julio, Trump anunció tarifas aduaneras adicionales del 50 % sobre los productos brasileños a partir del 1 de agosto.
Alckmin le propuso más comercio e inversiones, pero el ‘tarifazo’ no solo depende de números, que en el caso de la balanza comercial bilateral es ampliamente favorable a EE.UU., sino también de asuntos políticos y judiciales.

Al justificar el arancel, Trump dijo que Bolsonaro es víctima de una «caza de brujas» y exigió el cese «inmediato» del juicio que enfrenta por liderar un complot golpista para mantenerse en el poder, tras perder las elecciones de 2022 ante el actual mandatario, el progresista Luiz Inácio Lula da Silva.
La Fiscalía, con base en documentos, audios y testimonios, sostiene que el líder ultraderechista fue «el principal articulador» de la trama que intentó por medios violentos impedir la investidura de Lula. El juicio oral está previsto para septiembre u octubre.
Un portazo de la Casa Blanca
Lula se ha mostrado dispuesto a negociar sobre la relación comercial, pero tachó de «chantaje inaceptable» la intromisión en el juicio contra su principal adversario político.
Aseguró además que Trump «no quiere hablar». Y es que los canales oficiales con la Casa Blanca están cerrados. Fuentes oficiales brasileñas señalaron a EFE que hay conversaciones «entre bastidores» con «interlocutores en EE.UU.», pero poco más.
«Son contactos informales, tanto en Washington como en Brasilia», indicaron.
El ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, dio un paso más allá al acusar a la familia Bolsonaro de estar «obstruyendo» el diálogo.

«El tema está muy concentrado en la asesoría de la Casa Blanca. Para que haya un acuerdo las dos partes tienen que estar en la mesa» y «Brasil nunca renunció a conversar», dijo a los periodistas, insinuando el rechazo del Gobierno de Trump a negociar.
Las investigaciones al hijo de Bolsonaro
Es ahí que aparece la figura de uno de los hijos de Bolsonaro, el diputado Eduardo Bolsonaro, quien se encuentra desde hace cinco meses en Estados Unidos, donde se ha reunido con representantes de la Casa Blanca en busca de imponer sanciones a su país, según admitió.
El parlamentario ha reiterado que Trump solo revertirá el arancel si se archiva la causa contra su padre y el Supremo abandona lo que él define como «régimen de censura».
Por esas maniobras, él y su padre están siendo investigados en el Supremo. En el caso del expresidente, la corte le impuso el uso de tobillera electrónica, le prohibió acceder a sus redes sociales y le obligó a pasar las noches y los fines de semana en casa.
«El escenario es de mucha incertidumbre. No sabemos lo que va a pasar porque Trump es extremadamente imprevisible», afirmó a EFE Lia Valls, investigadora asociada de la Fundación Getulio Vargas (FGV) y experta en comercio exterior.
El viaje de varios senadores brasileños a EE.UU.
Por otro lado, Eduardo Bolsonaro también vaticinó el fracaso de la comitiva de senadores brasileños que ha viajado a EE.UU. para intentar desbloquear las negociaciones.
Entre el lunes y el miércoles próximos la delegación se reunirá con parlamentarios y empresarios de la potencia norteamericana con la intención de «construir puentes».
Mientras, el Gobierno de Lula multiplica sus reuniones con el sector productivo y ultima diversos «planes de contingencia», en caso de que entre en vigor el arancel.

En los últimos días, el Ejecutivo de Brasil mantuvo una veintena de encuentros con cerca de 200 representantes del sector privado, incluyendo los de las actividades que se verían más afectadas, como la agropecuaria, la aeronáutica, la farmacéutica y la maderera.
Según la Confederación Nacional de la Industria (CNI), el ‘tarifazo’ reducirá en 0,16 % el PIB brasileño y destruirá 110.000 empleos en el país.
«Haría inviable parte del comercio con EE.UU.», sentencia Valls, también profesora de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).
EFE.