Habemus genio
Por Raúl Bretón
Hay algunos que piensan que el ciclismo, por sus propias características, no produce genios. Alegan que en un deporte en donde la fuerza, la resistencia y la tecnología juegan un papel importante, la presencia del coeficiente intelectual es prescindible.
Equivocados están los que aún abrazan esta idea muy propia de los que miran el ciclismo desde la distancia, desconociendo las interioridades estratégicas previamente establecidas que siempre le abren paso a tácticas fortuitas que llevan al ciclismo a unos niveles intelectuales en donde las neuronas juegan un papel tan fundamental como los cuádriceps.
Tadej Pogacar es un genio porque roza la perfección en cada una de las exigentes facetas del ciclismo, el más extenuante de los deportes que camina por los límites de lo inhumano.
Demoledor en las montañas, en donde se dosifica y estudia, esperando el momento preciso y la superficie perfecta para lanzar un ataque en donde luego ‘mira pa’ un lado, mira pal otro y no ve a nadie’ porque pocos pueden aguantar la consistencia de su cadencia en inclinaciones severas.
Arriesgado en esos execrables descensos de vértigo. Es el mejor contrarrelojista de la actualidad. Lo acaba de demostrar este domingo en Niza, una especialidad que domina y hace recordar los mejores momentos de Fabian Cancellara y Miguel Indurain con una combinación de fuerza y resistencia durante un prolongado esfuerzo de la mano de una postura aerodinámica elegante como tiene Pogacar, junto a un pedaleo tan compacto como estable.
El Tour muchas veces es sentenciado varias etapas antes de su conclusión, en donde muchos líderes, al verse ya con el triunfo en sus bolsillos, recurren al conformismo, apoyándose en la protección de su equipo, tan solo manteniendo al acecho a sus más próximos persecutores sin arriesgar nada, convirtiendo las etapas en soporíferas. Pogacar es todo lo contrario. Ha ganado las últimas tres etapas del Tour sin tener la necesidad de asumir ningún tipo de iniciativas porque había sentenciado la carrera durante las etapas de los Pirineos el pasado fin de semana, o sea, una semana antes del final, ofreciendo espectáculo con varios mano a mano con Vingegaard y Evenepoel, como si la diferencia entres los tres fuera mínima, obviando las inesperadas eventualidades e infortunios que suelen presentarse en el ciclismo.
Pogacar es un ciclista que a sus 25 aún tiene margen de mejora con una evolución fisiológica inconclusa, es decir, sus mejores años están por venir. Se exige sin caer en la postura del típico genio que todo lo piensa y lo hace desde la sórdida primera persona. Entiende que aún debe mejorar en elasticidad y explosividad aunque estas requieran un mayor sacrificio nutricional y de hidratación.
Un inconformista a pesar de su renuncia a la Vuelta España de este año en donde tendría la oportunidad de convertirse en el primero en ganar las tres grandes (Giro, Tour y Vuelta) en un mismo año. Tal parece que eso no le quita el sueño porque su real objetivo es largoplacistas que no es otro que desplazar a Eddy Merckx del lugar que aun lo coloca como el mejor ciclista de todos los tiempos.