Ayudemos al presidente

Por Juan TH

Nadie duda de las buenas intenciones del presidente Luís Abinader, de su deseo de hacer las cosas bien, de conducir el país por senderos de paz y de progreso, respetando la Constitución y las leyes, con apego a valores éticos y morales, combatiendo la corrupción, tanto pública como privada, por aquello de que no hay corrupto sin corruptor.

Luís Abinader es un buen presidente. Lo dice la mayoría del pueblo dominicano que ha visto como se ha entregado al trabajo, en cuerpo y alma, día y noche, durmiendo pocas horas, lo cual, pese a su relativa juventud, es un riesgo para su salud. El presidente no descansa. Y eso no es bueno. Pero los problemas que heredó al asumir el cargo, han sido demasiado. ¡Y hay que enfrentarlos seriamente!

El mandatario encontró una pandemia, una crisis económica que se agravó con la guerra de Rusia con Estados Unidos y la parte de Europa que integra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), organismo totalmente militar, que amenaza la paz mundial.

Y como si fuera poco, Abinader asumió el poder cuando el cáncer de la corrupción había hecho metástasis en casi todo el tejido social, incluyendo dentro de su propio partido. Había que hacer una cirugía radical, buscar a los oncólogos más prestigiosos y capaces para hacer una cirugía para tratar de extirpar el tumor. Y al parecer no los encontró. O no los ha encontrado. Considero que en estos momentos el principal problema del país es Haití por razones de seguridad nacional. Pero en el plano estrictamente interno el principal problema del país es la corrupción. Más que la pandemia, más que la crisis económica, más que la guerra que amenaza el mundo. Cuando se llega al poder mediante elecciones, la Constitución y las leyes se convierten en un obstáculo. Ya lo decía Pepe Mujica: cada vez que intentaba hacer cambios profundos, la Constitución o las leyes, se lo prohibían. Los cambios radicales, extirpar el tumor cancerígeno no es posible mediante elecciones.

Para sanar una sociedad enferma como la nuestra se necesita del empoderamiento del pueblo a través de sus organizaciones más representativas y dispuestas a luchar por un país más democrático, plural y equitativo. El Estado dominicano está concebido y estructurado para la corrupción y la impunidad.

Un hombre solo o mal acompañado, por bien intencionado y dispuesto que esté, no puede librar una batalla contra la corrupción cuando todas las instituciones del Estado están permeadas por ese flagelo. Luis necesita la ayuda de muchos, del pueblo, de su partido y de sus funcionarios, que no parecen darse cuenta de la honestidad de su presidente.

Luis Abinader no puede seguir enfrentando los molinos de viento que lo acosan constantemente para impedirle hacer una gestión gubernamental ejemplar.

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