Boca Chica pierde esplendor

Por Adalberto De La Rosa

A solo 30 kilómetros de la capital, Boca Chica guarda una historia rica en turismo, cultura y trabajo, pero hoy lucha contra el abandono, la contaminación y la pérdida del esplendor que una vez la convirtió en destino predilecto de figuras internacionales y orgullo dominicano.

Es uno de los municipios de la provincia Santo Domingo, de aproximadamente 146 kilómetros cuadrados, con una población que supera los 167,040 habitantes. Con su zona de playa con aguas mansas, cristalinas y poco profundas, fue el primer polo turístico del país.

Este poblado tiene una historia que se remonta al siglo XVIII (año 1779) cuando comenzó a ser habitado por migrantes pescadores de la entonces comuna de San José de los Llanos, de localidades de la hoy provincia Monte Plata y de la capital. Actualmente, la población espera que el anunciado plan de rescate transforme el lugar y lo devuelva a su sitial como ícono del turismo dominicano.

Origen del nombre

El nombre de Boca Chica es creación del ingenio popular de pescadores, que, para distinguir una bahía de otra, les llamaban boca a los espacios de desembocadura para embarcaciones de menor y mayor calado. Los pescadores se fueron concentrando en la parte más estrecha y así nació el nombre.

Boca Chica desde el aire

José Beato ha dedicado parte de su vida a la investigación de la historia de Boca Chica y recuerda que su desarrollo comenzó a partir del 1914 con la industria azucarera. En el municipio operó el Ingenio Boca Chica, que le aportaba dinamismo económico a la zona.

Presbiterio Soriano Hirujo, de 87 años, es nativo de Boca Chica y recuerda con cariño su infancia entre familias fundadoras como los Castro, Contreras y Natera. Estas convivían con apellidos influyentes como Vicini, Bonetti y Cabral, quienes construyeron casas que aún se conservan.

Entre los visitantes ilustres estaba la familia del dictador Rafael Leónidas Trujillo, aunque era su madre, doña Julia Molina, y sus nietos quienes frecuentaban más la zona, paseaban en embarcaciones y disfrutaban del islote llamado La Matica, que se divisa desde la playa. Hoy, la antigua casa familiar es un negocio turístico.

La familia Vicini fue clave en el desarrollo local. Juan Bautista Vicini Perdomo levantó una capilla hoy convertida en parroquia, protegía las playas y financiaba servicios comunitarios. Su presencia marcó una época de movimiento y convivencia entre clases sin grandes barreras sociales.

Desarrollo y declive

Aunque desde antes de la construcción del Hotel Hamaca en 1950 y luego el Don Juan, en el municipio el turismo se perfilaba como un renglón importante de la economía del lugar, fue hasta enero de 1973 cuando se declaró a Boca Chica como Polo Turístico «Costa Caribe» mediante el decreto 31-33, que también incluyó a La Caleta y Juan Dolio.

Con los años se fueron instalando hoteles con edificaciones de más de 10 niveles y en la parte cercana de la playa muchas viviendas fueron adquiridas con fines comerciales.

La gente no solo ha disfrutado la playa con libertad, sino que degusta el tradicional pescado frito con tostones o batata y su emblemático yaniqueque con sabor único a Boca Chica.

En sus aguas se bañaron reconocidos personajes mundiales como Walt Disney, Mario Moreno (Cantinflas), Celia Cruz, Fulgencio Batista, Javier Solís, Alonso Pérez, Rubén Gómez y Juan Domingo Perón.

El islote La Matica ha sido un lugar de anécdotas y muchas historias. En 1948, en este se creó un pequeño zoológico por parte del inglés Arthur W. Rogers. El Gobierno quería hacer algo en el lugar y autorizó la construcción de un santuario de aves y distintas especies de animales.

La gente pagaba 25 y 50 centavos, y era transportada al lugar, donde había 21 cocodrilos, venados, osos, guacamayos, puercoespín, monos, avestruces y capibara, entre otros animales.

Con el tiempo algunos de los animales fueron traslados al Zoológico Nacional y otros murieron. El lugar perdió atractivo, convirtiéndose en un espacio de curiosidad para los bañistas.

Durante los años 90 comenzó una desaceleración del auge que presentaba el turismo en Boca Chica por la explotación de otras zonas turísticas, la precariedad en los servicios, la búsqueda de los vacacionistas de hoteles más modernos y por el cambio de patrones conductuales de extranjeros que preferían espacios más exclusivos.

En la parte norte comenzaron a instalarse asentamientos humanos, creando barrios marginados en terrenos del Estado con casuchas de hojalata y cartones.

Hubo tiempo de arrabalización, de prostitución tanto de adultos como de menores, propiciada por la demanda de extranjeros, y la imagen del destino se fue deteriorando. Además, surgieron denuncias de contaminación de la playa por la descarga de aguas residuales.

Solo quedaba la industria azucarera que contribuyó con el desarrollo económico y social de Boca Chica, como en todos los lugares donde existían ingenios, pero con el golpe de gracia de la privatización desde 1996 a 2000, el dinamismo comenzó a frenar su desarrollo.
AM.

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