Ciudades, ¿futuros refugios de biodiversidad?

Las ciudades llevan siglos expulsando a la biodiversidad del territorio que ocupan para acoger edificios, carreteras, calles y todo tipo de infraestructuras en las que dominan hormigón y asfalto, sin embargo, pueden convertirse en refugio de especies, como aves y polinizadores, a las que la agricultura está robando su espacio en el campo.

El objetivo, sumar a las urbes a la lucha contra la pérdida de biodiversidad, la gran crisis ambiental que afronta el planeta junto al cambio climático, ha explicado a EFEverde el técnico de SEO/BirdLife Cantabria Ignacio Fernández, autor del manual «100 medidas para la conservación de la biodiversidad en entornos urbanos».

Meter la naturaleza en la ciudad

Para frenar la pérdida de fauna y flora debemos integrar la conservación de la biodiversidad en todos los ámbitos territoriales, «incluidas las ciudades, en las que vivimos y trabajos la mayoría de los ciudadanos» (…) «Ya no es suficiente reservar el 10 o el 15 % del territorio vía parques naturales y otras áreas protegidas, la crisis es tan grave que requiere que incluir también a las ciudades», ha aseverado el biólogo.

Esta integración es también necesaria para que los urbanitas no desconecten de la naturaleza, algo de vital importancia, porque sólo protegemos y conservamos aquello que conocemos, ha advertido Ferández tras recordar que la mayor parte de la población mundial vive en ciudades (ya lo hace más del 50 % y se prevé que en 2050 se supere el 75 %) rodeada de asfalto y hormigón y alejada de ella.

La naturaleza aporta beneficios directos a la salud de las personas, lo han demostrado muchos estudios, ha subrayado Fernández, defensor de la biofilia, concepto que expresa que los humanos tenemos una necesidad innata de contacto como la naturaleza como especie animal que somos.

«Para tener una vida saludable y feliz tenemos que tener un contacto diario con la naturaleza», por ello, es fundamental que la naturaleza entre en las ciudades.

Ignacio Ferdández, técnico de SEO/BirdLife Cantabria. Imagen cedida

Añadir la variable ambiental en el diseño de los espacios

Para lograrlo, es imprescindible que el diseño de las zonas verdes se integre una variable ambiental, además de la variable estética y la variable deportiva/ocio.

Esto significa que además de ser «bonitos» y tener columpios o zonas para practicar deporte, deben ser diseñados para que sean habitables para especies que están desapareciendo por el propio crecimiento de las ciudades» o actividades como la agricultura.

Entre las técnicas que propone, practicar una «jardinería menos intensiva», que incluye sencillas medidas como reducir la frecuencia de siegas y podas; incrementar el uso de especies autóctonas o integrar elementos naturales que se ven absorbidos por las ciudades pero que tiene mucho interé, como ocurrió con el Parque de Las Llamas de Santander, que integró la conservación de 3,5 hectáreas de un humedal absorbido y degradado por la ciudad.

Otras medidas sencillas para atraer biodiversidad: instalar cajas nido y hoteles para insectos, jardines verticales, conectar corredores biológicos, etc Todas ellas compatibles con el uso público de los espacios y con su valores culturales y paisajísticos, ha asegurado.

«Cualquier espacio, incluso un pequeño alcorque, es susceptible de recibir medidas para mejorar la biodiversidad», según Fernández, que ha apuntado que cada vez son más las personas que valoran la presencia de hierbas y flores en parterres, taludes o cunetas porque les «reconectan con los ciclos naturales».

«La estética de hace 30 años no es la misma que la de ahora, los gustos van cambiando. Además, segar taludes por los que no pasa nadie o podar constantemente supone un derroche de recursos».

Ejemplar de autillo europeo (Otus scops). Imagen de archivo EFE/ Annaïs Pascual

Aves y polinizadores

Para el experto, entre las especies que más se pueden beneficiar de estas acciones destacan las aves forestales y los polinizadores (abejas, abejorros, mariposas, etc), que están desapareciendo y que son vitales para generar gran parte de los alimentos en las cantidades que requieren una población mundial creciente.

En Santander llevan 15 años trabajando en un proyecto para la conservación del autillo europeo, un búho pequeño, que cría en agujeros en los árboles y catalogado como especie vulnerable en la lista roja de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).

Para ayudar a la especie, ha instalado más de cien cajas nido en 36 parques y zonas verdes de la ciudad con un gran éxito de colonización y ocupación: han anidado más de 250 parejas.

Pese a ser una especie vulnerable tras perder el 20 % de su área de distrubución y el 30 % de su población en toda España, en Santander «hemos logrado tener una población saludable en un ámbito urbano».

En su opinión, ejemplos como este demuestran que las ciudades pueden convertirse en el refugio de especies que desapareciendo de la naturaleza por la extensión de monocultivos y el uso de sustancias tóxicas, como plaguicidas o herbicidas.

EFE VERDE

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.