Cómo se prepara China ante una escala en Taiwán

Misión Verdad.

Imagen: OTL

Estados Unidos ha logrado tener acceso a instalaciones militares en Asia oriental firmando pactos de seguridad con las Islas Salomón y Papúa Nueva Guinea y ampliando los llamados Acuerdos de Libre Asociación con Palau y los Estados Federados de Micronesia.


La política de «Una sola China» es el punto fundamental de las relaciones exteriores de la República Popular China (RPCh), su carta de presentación y asimismo el factor que define el avance o no de Beijing en materia de negocios, política y diplomacia con otros países. Un Estado que reconoce a la RPCh como gobernante de la isla de Taiwán podrá tener relaciones cabales con el gobierno de Xi Jinping. Es un parteaguas diplomático.

Taiwán forma «parte del territorio sagrado de la República Popular China», según el Preámbulo de la Constitución de la RPCh, y sigue: «Es un noble deber de todo el pueblo chino, incluidos nuestros compatriotas en Taiwán, cumplir la gran tarea de reunificar la patria».

Para Beijing es tan importante el proceso de reunificación territorial que el Congreso Nacional del Pueblo adoptó la Ley antisecesionista en 2005, con la que el gobierno chino se reserva el derecho de usar «medios no-pacíficos» ante una eventual declaración de independencia de la República de China —nombre oficial que las autoridades de Taiwán impusieron a su gobierno—, tras aceptar que la administración de Taipéi representa una provincia autónoma.

Desde 1949 Taiwán se adjudica el gobierno de toda la China continental, además del archipiélago homónimo. Pero la mayoría de países en el mundo reconoce, más bien, a la RPCh como la soberana legítima tanto de lo que se conoce como China como del archipiélago taiwanés.

Con la fundación de la RPCh se inició el conflicto de independencia taiwanés, cuando el partido que gobernaba la llamada República de China (RCh), el Kuomintang —apoyado por Estados Unidos—, luego de ser derrotado por el Partido Comunista dirigido por Mao Tse-Tung en una guerra civil se instaló en la isla y, desde entonces, reclama la soberanía del resto del país.

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El ministro chino de Defensa, Li Shangfu, pronuncia un discurso durante la conferencia sobre seguridad del diálogo de Shangri-La, celebrada en Singapur (Foto: Roslan Rahman / AFP)

Debido a que Taiwán ha recibido apoyo y asistencia en distintas áreas, incluidas la política, la económica y la militar, de parte de Estados Unidos, el gobierno insular ha podido instalarse con una tensión constante a rastras durante décadas. Aunque Washington no reconoce oficialmente a Taiwán como república independiente, supuestamente respetando la política de «Una sola China», la RPCh considera que los estadounidenses tienen responsabilidad por lo que denominan «el problema de Taiwán»:

«La política errónea de la continua intervención en los asuntos internos de China aplicada por el gobierno estadounidense causó la tensa situación de confrontación en la zona del estrecho de Taiwán durante largo tiempo, de ahí el problema de Taiwán se convirtió en una importante disputa entre China y Estados Unidos».

De frente, Beijing comprende que su relación con Taipéi está supeditada a los intereses estadounidenses; la Casa Blanca ha visto en la isla una oportunidad para el desarrollo económico y comercial propio, además de una cuña militar de acuerdo con el afán de expansión del Pentágono. Las tensiones en el mar de China Meridional comienzan en el estrecho de Taiwán y tienen a la fuerza naval estadounidense como su principal impulsor.

En efecto, la Séptima Flota de Estados Unidos, con sede en Japón, es la más grande del país norteamericano con mayor personal —40 mil— y equipación con alrededor de 70 barcos y submarinos y unos 300 aviones. Su despliegue se ha visto en las guerras de Corea, Vietnam e Irak (1991), y está centrado en apoyar a Corea del Sur contra Pyonyang y a Taiwán contra la RPCh en posibles conflictos armados.

OTANIZANDO EL PACÍFICO

Lo programático de la política «Una sola China» es sustancial a los problemas de seguridad nacional para Beijing. El poder de fuerza de la Marina estadounidense es una amenaza directa en términos convencionales y una herramienta geopolítica que está siendo contrarrestada con la planificación china en torno a los asuntos navales.

Tanto así que según un informe del Pentágono publicado en noviembre de 2022, la Armada del Ejército Popular de Liberación (EPL) de la RPCh es la más grande del mundo con 340 barcos frente a los 280 barcos de Estados Unidos. En los últimos años, el EPL avanzó en la construcción de docenas de buques de guerra, incluidos los destructores Tipo 052D y Tipo 055, el buque de asalto anfibio Tipo 075 y el portaaviones Fujian de 80 mil toneladas.

Desde Taiwán se han encendido las alarmas por el desarrollo naval de la RPCh, que juzga las operaciones de alta mar de la Armada del EPL como iniciativas que permitirían una “invasión” a la isla. Pero los ejercicios con armas combinadas centrados en el estrecho de Taiwán y el mar de la China Meridional del EPL, junto con el aumento de las operaciones conjuntas con Rusia y otros países de la región indo-pacífica, pretenden demostrar la capacidad naval china y el dominio que pudiera conformar en el Pacífico occidental, cuestión que a los socios separatistas de Estados Unidos no agrada.

Ante este escenario el gobierno de Joe Biden ha profundizado las relaciones de su país con Taiwán en el plano económico y en el militar.

El 18 de mayo Estados Unidos y Taiwán firmaron un acuerdo sobre la primera parte de una iniciativa comercial llamada del “Siglo XXI”, como si se tratara de un pacto nuevo en el marco de sus relaciones. En los últimos años ha venido incrementando el valor total del comercio bilateral. Solo en 2022 el valor total del comercio de bienes entre ambos países ascendió a 136 mil millones de dólares estadounidenses, de los cuales 92 mil millones de dólares son exportaciones taiwanesas.

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De esta manera se acordonan los lazos entre Washington y Taipéi, con acuerdos y miles de millones de dólares en juego. El papel de la isla en la cadena de suministros y valores de la industria estadounidense juega un papel elemental, tomando en cuenta que existe una carrera por el mercado de los semiconductores, fundamentales para el desarrollo tecnológico. TSMC, abreviatura de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, es la mayor empresa fabricante de chips del mundo, con una cuota de mercado global de 54%, mientras que la también taiwanesa UMC comprende solo 7%.

En lo militar, el apresto operacional y los ejercicios desplegados por el Pentágono en los últimos años en el Pacífico están trazados por lo que ellos consideran que es «la creciente amenaza militar de China en la región». Las alianzas castrenses con países vecinos de China, entre ellos Australia, Filipinas, Japón, Singapur, Tailandia y Corea del Sur, han sido fortalecidas durante la administración Biden, así como las asociaciones con Estados europeos —entre ellos Reino Unido, Francia y Alemania—, que están siendo arrastrados por Washington a tener más presencia en lo que este llama el Indo-Pacífico, más los acuerdos comprendidos de Aukus y Quad, que pretenden otanizar la región cerca del mar de la China Meridional mediante la interoperabilidad de las fuerzas nacionales en conjunto.

  • Estados Unidos ha logrado tener acceso a instalaciones militares en Asia oriental firmando pactos de seguridadcon las Islas Salomón y Papúa Nueva Guinea y ampliando los llamados Acuerdos de Libre Asociación con Palau y los Estados Federados de Micronesia.

El Diálogo de Shangri-La, en Singapur, hasta ahora ha sido un foro occidental, con algunas apariciones de países socios de Estados Unidos seleccionados para su participación. Esta vez la Casa Blanca tenía la intención de impulsar los puntos de Libertad de Navegación —en el estrecho de Taiwán, contrario al derecho internacional—, la «contención de China» y el traslado de la OTAN hacia Asia-Pacífico.

Los decidores del Pentágono quieren tener planes de guerra conjuntos con aliados en el Indo-Pacífico tal como los han tenido durante décadas en Europa con la OTAN. Para ello, desde los mismos Estados Unidos están reclamando priorizar a Taiwán por sobre Ucrania en términos militares. Los movimientos estadounidenses en torno a China dan cuenta de que esa es una realidad no muy lejana, si no ya de facto es una decisión casi adoptada por el fracaso otanista en el Dombás a favor de Kiev.

ENTRE «MARES TORMENTOSOS»

El Centro de Seguridad y Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua, en China, publicó recientemente una encuesta de opinión pública sobre la perspectiva china de la seguridad internacional, en la que 74,1% de los encuestados dijo que las amenazas a la seguridad contra la RPCh por «la confrontación y los conflictos entre China y Estados Unidos» eran altas o algo altas.

La percepción social en China de las amenazas a su seguridad por parte de factores internacionales también es alta. De igual forma, e incluso más severamente, el Partido Comunista que gobierna el país asiático juzga la actualidad de las tensiones equiparándolas con «mares tormentosos».

Así lo dijo Xi Jinping, secretario general del Comité Central del PCCh, presidente de la RPCh y presidente de la Comisión Militar Central, quien durante la primera reunión de la Comisión de Seguridad Nacional del XX Comité Central del PCCh pronunció un importante discurso destacando —informa China Daily— «la necesidad de aplicar plenamente los principios rectores del XX Congreso Nacional del PCCh, comprender en profundidad las complejas y difíciles circunstancias a las que se enfrenta la seguridad nacional, comprender adecuadamente las principales cuestiones de seguridad nacional y acelerar los esfuerzos para modernizar el sistema y la capacidad de seguridad nacional del país, a fin de salvaguardar el nuevo patrón de desarrollo con una nueva arquitectura de seguridad y abrir nuevos caminos para la labor de seguridad nacional».

En dicha reunión asistieron Li Qiang, Zhao Leji y Cai Qi, miembros del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del PCCh y subjefes de la Comisión de Seguridad Nacional del partido gobernante. Y se hizo énfasis en «el enfoque holístico de la seguridad nacional y ha mejorado de forma constante tanto la dirección como los sistemas jurídico, estratégico y político de la seguridad nacional», como se ha venido mostrando en esta nota.

Xi enfantizó que China «debe construir una autoconfianza estratégica, tener suficiente confianza para asegurar la victoria y ser muy consciente de sus propias fuerzas y ventajas. Debemos estar preparados para los peores y extremos escenarios, ser conscientes de los peligros potenciales y estar listos para resistir la gran prueba de los fuertes vientos, las aguas agitadas e incluso las peligrosas tormentas».

La preparación «para el combate real y para hacer frente a problemas prácticos» es una urgencia para la RPCh, anclada en «la coordinación y la eficacia, el pensamiento basado en la ley, la potenciación de la tecnología y el apoyo popular, a fin de promover la coherencia y la integración del trabajo en diversos sectores».

Con la guerra en Ucrania se intensificó el debate de grandes potencias emergentes en torno a nuevas arquitecturas de seguridad a escala regional, sin dejar de entender que estas se relacionan con el estado —de excepción— global de las cosas. Los grandes terremotos geopolíticos involucran también consecuencias en el sector securitario y, en este caso, en cómo entiende China su seguridad nacional, en conexión con lo regional y lo mundial. Por ello, dice Xi, «hay que esforzarse por crear un entorno de seguridad exterior favorable, garantizar mejor la seguridad para la apertura y promover la profunda integración del desarrollo y la seguridad».

Es imperativo avanzar en la transformación de las formas y medidas para mantener y fomentar la seguridad nacional, innovar la orientación teórica, mejorar la asignación de recursos y promover la potenciación mediante la ciencia y la tecnología -sigue el presidente chino-. Es importante mejorar el sistema integrado para contrarrestar los riesgos para la seguridad nacional, mejorar la supervisión en tiempo real, emitir alertas con prontitud y adoptar una serie de medidas para salvaguardar la seguridad nacional.

En la reunión se aprobaron dos documentos en torno al tema, haciendo «hincapié en que deben aplicarse las decisiones y planes establecidos por el XX Congreso Nacional del PCCh». Toda la operatividad y logística descrita y analizada hasta los momentos está relacionada con lo que se estableció en aquel evento a finales de 2022.

En el informe del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China se menciona a Taiwán como un asunto de soberanía e integridad territorial, por lo que «hemos reforzado nuestra iniciativa estratégica para la reunificación completa de China y consolidado el compromiso con el principio de una sola China en el seno de la comunidad internacional».

Además, afirma haber «propuesto un marco político global para resolver la cuestión de Taiwán en la nueva era y facilitado los intercambios y la cooperación a través del estrecho. Nos hemos opuesto resueltamente a las actividades separatistas encaminadas a la ‘independencia de Taiwán’ y a la injerencia extranjera. Así hemos mantenido la iniciativa y la capacidad de dirección en las relaciones a través del estrecho».

Y es que «resolver la cuestión de Taiwán y hacer realidad la reunificación completa de China es, para el Partido, una misión histórica y un compromiso inquebrantable». Para ello «llevaremos a cabo amplias y profundas consultas sobre las relaciones a ambos lados del estrecho y la reunificación nacional con personas de todos los partidos políticos, sectores y estratos sociales de Taiwán, y trabajaremos con ellas para promover el desarrollo pacífico de las relaciones a ambos lados del estrecho e impulsar el proceso de reunificación pacífica de China».

Los reveses sufridos durante la época colonial han dado a la RPCh un impulso ahora inusitado como potencia en el sistema mundial capitalista, en el entendido de que en el seno del partido gobernante está bien instalado el programa político del «rejuvenecimiento de la nación china» y han puesto todas sus herramientas y decisiones al servicio de reflotar a China como un factor fundamental en las relaciones internacionales. La reunificación territorial es clave en este sentido, que también arrastra lo consanguíneo: «La sangre corre más que el agua, y los compatriotas chinos de ambos lados del estrecho de Taiwán son una familia unida por la sangre».

Por último, el Partido Comunista chino zanja el tema definiendo que

Taiwán es el Taiwán de China. Resolver la cuestión de Taiwán es asunto de los chinos, un asunto que debe ser resuelto por los chinos. Seguiremos luchando por la reunificación pacífica con la mayor sinceridad y el máximo esfuerzo, pero nunca prometeremos renunciar al uso de la fuerza y nos reservamos la opción de tomar todas las medidas que sean necesarias.

«Esto va dirigido únicamente a la injerencia de las fuerzas exteriores y a los pocos separatistas que buscan la ‘independencia de Taiwán’ y a sus actividades separatistas; de ninguna manera va dirigido a nuestros compatriotas taiwaneses», haciendo una separación de los caracteres involucrados en el conflicto. Está claro que «las fuerzas exteriores» es una mención por debajo de la mesa a Estados Unidos y a todos los socios que ha logrado concretar durante los últimos años en la región asiática.

«Una sola China» es la divisa en respuesta, pero asimismo proyecto propio ante el desafiante concierto internacional.

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