Desconexión mental
Raúl Bretón
El tenis suele ser 25% técnico, 25% físico, 1% suerte y 49% mental. Para tener resultados satisfactorios, todo debe fluir a partir de la concentración. Un periodo largo de desconexión mental termina pasando facturas caras, ya que se crea una desconfianza que genera un efecto dominó negativo que repercute en la descoordinación de movimientos que se refleja en el aspecto técnico, y en un deporte como el tenis, en el que suele ganar el que comete menos errores no forzados, sufrir prolongados baches lejos del estado adecuado de la concentración, suele dejar resultados negativos. El trabajo en este aspecto es un asunto pendiente para Alcaraz. Es preocupante que un jugador con talento único y prematuro, con pleno dominio de cada detalle técnico de este difícil deporte, haya pasado en su aún joven carrera por algunos periodos de evidente agotamiento mental, algo que lo separa de Big 3. Federer siempre encontró en la calma el punto de inflexión para encauzar situaciones difíciles, Nadal, el jugador modélico en el aspecto mental, siempre depositó en su enfermizo optimismo la gasolina extra para salir de situaciones de alto riesgo, mientras que Djokovic encuentra el punto de quiebre de sus fugaces desconexiones mentales en ataques iracundos que lo han llevado a cometer escenas impropias del más grande, pero ha sido su exclusiva manera para enfrentar adversidades. La versión de anoche de Alcaraz no es inédita en él. Ya es algo recurrente. Ese conflicto consigo mismo que se reflejaba con su índice colocado en la sien fue una evidente muestra de la batalla que libraba con ese punto de concentración necesario que nunca llegó ante el recital de golpes de Botic van de Zandschulp, jugador que nunca le había ganado un set a Alcaraz, dato que delata el difícil momento que vive el ex número 1 del mundo, que tras la pérdida del oro olímpico ante Djokovic en París, dejó aquella imagen negativa de Cincinnati al protagonizar un ataque de rabia que lo llevó a la escena desconocida de romper una raqueta tras un ataque de frustración por la superioridad que mostró Monfils en ese partido. Es evidente que Alcaraz sufre una montaña rusa mental, un bajar y subir emocional que convierte su temporada en inconsistente para un jugador que está llamado a construir una época. Perder 670 puntos en el US Open le costará olvidar su principal objetivo de la presente temporada: terminar el 2024 como número 1. Toca trabajar su concentración y el primer paso consiste en ser autocrítico y aceptar que la intervención de un psicólogo experto en esa área es necesaria. Que le pregunte a Agassi sobre qué significó para él un antes y un después de su carrera.