El otro Ozama: El Cachón de la Rubia
DL. El pasado mes de octubre el presidente Luis Abinader emitió el decreto 659-22, por el cual fue creado el parque nacional Loma los Siete Picos, en la Sierra de Yamasá, provincias Santo Domingo, Monte Plata, San Cristóbal y Monseñor Nouel, que la constituye en una de la zona productora de agua más importante de la región, donde nacen los ríos Ozama e Isabela, con capacidad para suplir de agua al mayor asentamiento humano del país, que es la capital dominicana, así como las provincias Santo Domingo y Monte Plata.
El río Ozama, además, es parte de varias áreas protegidas a lo largo de su cauce, por ejemplo con el decreto No. 207-02, del 20 de marzo de 2002, fue creado el parque Mirador Manantiales del Cachón de la Rubia y el parque nacional Humedales del Ozama.
Diario Libre visitó el Cachón de la Rubia, en compañía del Ministerio de Medio Ambiente y La Autoridad de Asuntos Marìtimos, ANAMAR, luego de un recorrido por las aguas del río Ozama.
El tramo entre el puerto de Sans Souci y la confluencia de los ríos Ozama e Isabela, es una montaña rusa de contrastes. Desde los emblemáticos puentes que atraviesan el ozama, un proyecto de Domingo Savio que avanza lentamente y empieza a cambiar la visual de los barrios de la Ciénaga y los Guandules. Los tramos de casas de zinc oxidado, los enormes barcos anclados en su ribera, los plásticos y basura flotante que no pasan inadvertidos ante un ¨Interceptor 004¨ que prometía recogerlos, pero que pasa más tiempo fuera de servicio que haciendo lo prometido.
A los pocos metros de adentrarse en el Cachón, en sus cristalinas aguas varias personas aprovechan para nadar y recrearse, muchos de los provenientes de los sectores adyacentes como Lucerna, Los Mina y Cancino. Un pescador de arpón recorre los manantiales con su snorkel y chapaletas, donde la visibilidad bajo el agua le permite ver a las presas a varios metros. Poco más arriba, un pescador sobre una frágil yola, busca lama que puede ver claramente hasta el fondo de poco menos de dos metros, la utiliza para pescar tilapias en el Ozama.
Sentado frente a los borbollones que emanan del segundo manantial, un hombre se refresca sentado con el agua al cuello, dice que aprovecha el parque para disfrutar de sus frescas aguas.
El parque fue creado para garantizar la protección de cuatro manantiales, afluentes del río Ozama, rodeados de un hermoso bosque de plantas nativas y endémicas luego de más de 10 años de intervención en la zona.
Dos guardaparques nos acompañan y nos cuentan que el lugar es seguro, aunque no pueden descuidarse. El problema está en los alrededores, donde los atracos son comunes, lo que hace que la gente no visite tanto el área protegida. Aprovechan para contarnos de la biodiversidad del lugar y de todo lo que se puede hacer dentro del área, en especial la observación de aves.
Esta reserva urbana de 1.9 km2, es un refugio de aves como el martín pescador, gallaretas de pico rojo, yaguasa, garzas, carpinteros, entre otras, así como de peces y anfibios.
La belleza del lugar, desconocida por la gran mayoría de ciudadanos del Gran Santo Domingo, pudiera ser un destino ecológico de amplia promoción entre nacionales y extranjeros. Pero su fama de acceso inseguro por tierra o agua, mantiene alejados a los visitantes, que son privados de uno de los rincones más hermosos que posee la provincia, en el otro Ozama que le gente no acostumbra ver.