El río Isabela no puede seguir siendo una cloaca
El pasado 11 de septiembre, el presidente Luis Abinader declaró de “alta prioridad” el rescate de los ríos Ozama e Isabela, una iniciativa loable que merece el apoyo de toda la ciudadanía.
Sin embargo, entre el discurso y la acción media un abismo de contradicciones que amenaza con convertir este loable propósito en letra muerta.
Mientras se anuncia la regeneración de estos vitales afluentes, se permite que la amenaza de un nuevo vertedero en La Cuaba, Pedro Brand, se cierna sobre los arroyos que los alimentan.
Para rescatar el Isabela es imperativo proteger con rigor todos sus afluentes. Y es aquí donde la lucha de los habitantes de La Cuaba cobra una relevancia nacional.
Su oposición a la instalación de un depósito de basuras cerca de los arroyos Fermín, Jurunela y La Pana –que confluyen en el río Matúa y luego en el Isabela – no es un problema local: es la primera línea de defensa de un recurso vital para el Gran Santo Domingo.
Ya no se puede tolerar que el río Isabela siga funcionando como una cloaca a cielo abierto, receptáculo de la cañada Lebrón y de los lixiviados del vertedero de Duquesa.
Este peligro público no solo contamina el Ozama, sino que envenena la fuente de una planta potabilizadora que suministra agua a Arroyo Hondo.
Resulta inaudito que, frente a este cuadro de degradación, se contemple la posibilidad de un nuevo foco de contaminación aguas arriba.
Mientras el presidente Abinader habla de regeneración física, urbana y ambiental, en La Cuaba el Ministerio de Medio Ambiente mantiene en el limbo un proyecto que socavaría directamente este mandato.
Esto contrastaría con el reciente Plan de Zona anunciado por la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), que incluye la reconstrucción de plantas de tratamiento de agua, incluida la de Arroyo Hondo.
¿De qué sirve invertir en infraestructura de potabilización si se permite la contaminación en la fuente? No se puede limpiar el agua mientras se envenena el río.
O se protege definitivamente a La Cuaba y sus afluentes, o el rescate del Isabela será otro proyecto fallido.
El río Isabela no puede seguir siendo una cloaca, ni La Cuaba convertirse en otro eslabón de su cadena de contaminación.
LD

