En medio de la crisis en la que se halla sumergida la Unión Europea, Josep Borrell pide a los ciudadanos que aguanten

REDCOM.El Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, ha tenido la cara de llamar a la ciudadanía europea a «resistir» ante el aumento de los precios de la energía y los alimentos, sin hacer ningún tipo de consideración a los efecto provocados por las sanciones coercitivas contra la Federación Rusa, que la misma Unión Europea ha impuesto al gigante euroasiático.

«Es algo que lleva tiempo pero lo que nos jugamos es muy importante», ha subrayado en una entrevista realizada por el medio concentrado ‘La Vanguardia’ este viernes, en la que ha insistido en que hay que explicar bien las razones para ello.

Según expresa el mismísimo Borrell, el desarrollo de los hechos en Ucrania «da la razón y justifica la estrategia» europea, de la que ha destacado el apoyo militar, las sanciones a la economía rusa y el uso de la diplomacia para -en sus palabras- aislar a Rusia.

Dicho esto, ha abogado por acabar «bien la guerra para que luego se pueda construir la paz», lo que a su juicio implica facilitar a Ucrania las mejores condiciones para la negociación.

«Necesitan algo más que aplausos, lo que necesitan es que les sigamos ayudando», ha asegurado en referencia a la población de Ucrania, y se ha mostrado confiado de que la Unión Europea actuará con unanimidad aunque haya cambios políticos en los estados.

Borrell ha lamentado que el avance militar ucraniano se traduzca en un recrudecimiento de los ataques rusos, y ha recordado que las guerras son impredecibles: «No echemos las campanas al vuelo», ha pedido sabedor de la real realidad de lo que sucede en Ucrania con el desenlace de la Operación Militar Especial llevada adelante por Rusia.

Preguntado por la respuesta europea a los precios de la energía, ha defendido que «incluso los que dicen que hay que dejar que el mercado funcione han tenido que admitir que están produciendo una distorsión social que no es asumible».

Lo cierto es que, mientras Borrell se expresa impertérrito en un intento manipulatorio de la opinión pública y construcción de una nueva realidad, la ola de protestas en toda Europa por la crisis energética provocada por las sanciones contra Rusia, invade contundentemente las distintas capitales y ciudades de la Unión.

Acción y reacción

Las ciudadanas y ciudadanos europeos parecen no estar dispuestos soportar más las incoherencias que bajan desde Bruselas hacia los líderes europeos ni pagar, por ende, las decisiones geopolíticas de sus «gobernantes». Como consecuencia del hastío, cientos de miles de personas en varias ciudades del viejo continente salieron a las calles en rechazo de la crisis energética provocada por las sanciones contra Rusia. Más de 32.000 ciudadanos de Austria marcharon conta el aumento de precios tanto de los combustibles como de la electricidad y alimentos. Más de 200.000 franceses e italianos también se se volcaron a las calles a manifestarse en contra del efecto negativo de las restricciones.

También, las protestas en República Checa contra la crisis energética y el respaldo militar a Ucrania comenzaron a hacerse sentir desde la primer semana de septiembre. Son el primer síntoma de descontento generalizado en Europa y un dolor de cabeza para los gobiernos de la UE. Cerca de 70 mil personas pidieron la dimisión de Petr Fiala en la Plaza de Wenceslao en Praga, justo cuando el primer ministro ostenta la presidencia pro témpore de la UE. Los líderes europeos tomaron nota de esta reacción y ultiman medidas adicionales para paliar los efectos de la inflación y el deterioro del poder adquisitivo. De momento la única medida tomada ha sido empujar al Alto Representante Borrell a que salga al ruedo a apaciguar las aguas. Nada más alejado de esto, los ciudadanos se van sumando, jornada a jornada, para expresar su: ¡No va más!

Desde Moscú esbozan una sonrisa con las manifestaciones y el creciente malestar por la situación económica, algo que ya había advertido la ministra alemana del Interior, Nancy Faeser, cuando en julio pasado pronosticó movilizaciones, al igual que la titular de Exteriores Annalena Baerbock, quien se refirió a posibles «levantamientos populares«. Justamente el gobierno del canciller Olaf Scholz anunció el domingo 4 de septiembre un paquete de 65.000 millones de euros de cara al invierno. «Alemania superará este momento como una democracia porque somos muy fuertes económicamente y somos un Estado de bienestar», dijo. Lo cierto es que, la economía de la «locomotora de Europa» está quebrada, su industria metalúrgica paralizada o cerrada en un 50%.

Pero, no todo queda aquí. Martin Schirdewan, presidente del partido La Izquierda, ha alertado ya el mes pasado sobre «una enorme ola de pobreza energética que avanza hacia el país» y apuntó al ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, por no querer «meterse con los grandes y poderosos». Expertos consultados por el medio local Der Spiegel aseguraron que el paquete propuesto por Scholz puede frenar la caída de los ingresos, pero no podrá evitar la recesión. La opositora Unión Social Cristiana de Baviera lo calificó de insuficiente porque no ataca de manera directa el aumento del precio de la energía.

Las sanciones coercitivas contra Rusia y sus efectos en Europa, la crisis de la energía y el corte del suministro del gas ruso has sacado a decenas de miles de alemanas y alemanes a la calle y han expresado el malestar social que viven las familias por la inoperancia de sus líderes y por el desinterés por salvar a la sociedad. Y aún no ha empezado a hacer frío de verdad.

“El pueblo alemán está saliendo a la calle, se están dando manifestaciones de muchos tipos, con mucha gente de ultraderecha que aprovecha para mezclarse con el grueso de la gente”. En este sentido, señaló: “La clase media se está viendo en peligro en Alemania por los aumentos que se están llevando a cabo, hay empresas que están dejando el país y están emigrando a otros países. La situación es muy preocupante”.

Por su parte, el primer ministro de Bélgica afirmó categóricamente que «la rapidez no está entre los puntos fuertes de la Unión Europea» para resoleverles los gravísimos problemas la «gente». Si esto continúa así durante unas semanas más, «la economía europea se paralizará totalmente». Así se lo ha dicho al medio hegemónico yanky Bloomberg, y ha añadido que recuperarse de esto sería más difícil que interferir ahora en los mercados del gas. La desindustrialización y la agitación social generalizada ya están aquí.

Con información de: La Vanguardia/Europa Press/Redcom/Bloomberg/

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