Pero este vuelco en el origen de las importaciones energéticas responde también al deseo estadounidense de
reducir su déficit comercial con la UE mediante un aumento de sus exportaciones al bloque.
A diferencia de Francia o Alemania, el saldo comercial de España con EEUU es negativo. El país le compra más de lo que le vende. Pero las negociaciones en materia arancelaria entre Washington y Bruselas se contemplan como un todo, donde Donald Trump puede flexibilizar sus exigencias si la UE aumenta sus compras. En particular, hidrocarburos y armamento.
La situación puede caracterizarse de «chantaje», en palabras de Pedro Mouriño, CEO del grupo empresarial IberAtlantic. En conversación con Sputnik, Mouriño recuerda que las cifras que pone Trump al déficit no serían tales si se incluyeran los servicios de las grandes compañías tecnológicas estadounidenses en Europa.
«No caben interpretaciones, Trump es así de claro. Hasta que no se equilibre el déficit comercial comprándole gas, crudo y armamento, la amenaza de los aranceles continuará. Y como es el presidente de EEUU el que lo dice, esto se llama condiciones en la negociación arancelaria», afirma.
Con estos cambios, el mercado del gas, antes regional y definido por un factor de proximidad, ha devenido en un mercado global, donde los proveedores pueden ser lejanos. Las siete plantas regasificadoras que posee España dan a este país la posibilidad de acceder a este mercado global, que EEUU quiere dominar en el terreno europeo. De resultas, el país ibérico está limitando su dependencia del gas argelino por ducto, pese a su demostrada fiabilidad. Es una situación análoga a la del conjunto de la UE, donde la dependencia gasística de Rusia ha sido sustituida por la estadounidense. «Y, además, a precios más caros», recuerda Mouriño.
La voluntad de diversificar las fuentes había obrado en España que el aporte gasístico estuviera repartido casi a partes iguales en gas natural y GNL. Pero ahora el GNL supera con creces al gas por tubería, pues, aparte de EEUU, las aportaciones de Rusia y Nigeria(tercer y cuarto proveedores en el acumulado del año) sumaron un 34,2% en el cómputo de mayo. Es decir, los tiempos en que el gas argelino suponía casi el 50% de las importaciones gasísticas españolas, han quedado atrás.
El 10 de junio, además, la Comisión Europea incluyó a Argelia en la lista negra de países con «alto riesgo» de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo. Aunque la medida no implica sanciones, no obstante, conmina a los bancos europeos a vigilar especialmente las operaciones en que participen clientes o entidades de los países figurantes. El hecho contrasta con la
fiabilidad mostrada a lo largo de los años por Argelia como proveedor de gas natural para España e Italia.
«Una cosa es la realidad y otra la retórica», subraya Mouriño, que ve paralelismos con el caso del gas ruso y explica el cambio en la necesidad de aprovechar las plantas de regasificación en un contexto de presión estadounidense. «Pasa lo mismo con el gasto militar. No pueden anunciar [en la UE] que van a gastar 800.000 millones de euros sin decir que los paracaidistas rusos van a llegar hasta España. Se genera una necesidad con estos discursos. Con Argelia pasa igual. Ahora se dice que no es fiable y que hay que limitar la dependencia».
El cambio al GNL estadounidense es un «mal negocio» para el consumidor español, que es a quien se repercute la diferencia de precio. Además, el volumen de su disponibilidad es limitado. No hay tanto GNL como gas por ducto. Y esto incide en el desarrollo económico.
«Para desarrollarse, las sociedades necesitan mucha energía y lo más barata posible. Si un estado tiene mucha energía y muy barata, hay desarrollo. Pero ahora en la UE parece que hay menos energía y más cara«, señala Mouriño.
Electricidad barata (todavía)
Tras el
apagón eléctrico sucedido en la península ibérica a finales de abril y a fin de evitar nuevos riesgos, España resolvió incrementar los volúmenes de gas dedicados a la generación eléctrica en las plantas de ciclo combinado, mientras se resuelve el problema que crea la incidencia de grandes volúmenes de energía renovable en el sistema.
El gas utilizado, GNL en su mayor parte, es más caro. Pero, paradójicamente, los precios de la electricidad han bajado en mayo y junio en España. Esta aparente incongruencia se explica por la temporada primaveral, una bonanza atmosférica que repercute a la bajaen el precio del gas debido a una sobreoferta de energía fotovoltaica. Y también por un desplome en el consumo.
«Con unos precios del gas tan altos en el mercado europeo, los consumidores industriales simplemente han dejado de utilizarlo», asegura Mouriño, que pone el ejemplo del cierre técnico de la fábrica de Alcoa, de producción de aluminio en Lugo, o el descenso de la producción de fertilizantes. «Si no hay consumo, el precio baja», resume.
Sensación semejante cunde en GasIndustrial, la asociación de grandes consumidores de gas natural en España, donde, pese al repunte del 2,6% observado en 2024, aseguran que la «pérdida estructural del 15% del consumo industrial de gas» en España en los últimos años se debe no a motivos de eficiencia, sino a una «falta de competitividad».
Con un consumo industrial bajo y sin calefacciones que mantener en los hogares, se aprovecha para rellenar los almacenes de gas. A fecha de 10 de junio, en España están al 73% de su capacidad (la media en la UE no llega al 50%). En un mercado especulativo como es el del gas, no acometer el llenado de los almacenes europeos antes del otoño, repercutirá en el precio.
SPUTNIK