Para 2007, según la base de datos del SIPRI, Europa destinó más de
324.000 millones de dólares en defensa, en contraste con los
735.939 millones de dólares que aportó el país norteamericano. Naciones como Alemania y el Reino Unido destinaron 39.378 y 59.874 millones de dólares, respectivamente, correspondientes al 1,2% y 2,4% de su Producto Interno Bruto (PIB).
Países sin independencia
En el contexto del conflicto en Ucrania, Alemania se vuelve un ejemplo del dominio político y económico que puede ejercer Estados Unidos a través de la OTAN.
Ante el enorme envío de armas que los aliados han hecho a Kiev, diferentes voces en el país europeo han advertido que
el Ejército alemán sufre un desgaste preocupante que, prácticamente, los deja a merced de cualquier ataque y de las capacidades defensivas de la OTAN y las bases militares estadounidenses.
Medios alemanes como
Deutsche Wellereportaron en diciembre pasado que la capacidad militar de Alemania era tan frágil que, ante un ataque intenso, sus Fuerzas Armadas solo tenían
municiones para resistir dos días de combate, cuando la OTAN pide un mínimo de 30 días.
Las estimaciones del diario para subsanar estas fallas oscilan entre los 20.000 y 30.000 millones de euros, sin contar la inversión que se requeriría para entrenar a las tropas, mismas que desde 2015 denuncian que trabajan en condiciones precarias, con equipos malos y poca preparación, lo que ha llevado incluso a que Ejércitos como el de Lituania se burlen de ellos.
A esto se suma la imposibilidad de acceder a energéticos rusos por las sanciones occidentales impuestas contra Rusia. Para la doctora Ana Teresa Gutiérrez, este tipo de medidas benefician únicamente a Washington, pues impiden que Alemania se vuelva una auténtica competencia económica, limita sus relaciones comerciales y económicas y vuelve a los alemanes dependientes de las políticas estadounidenses en materia de comercio.
La investigadora considera que, a cambio del apoyo económico y militar, Europa y las exnaciones pertenecientes a la URSS han cedido su autonomía política para convertirse en «países independientes, pero débiles», cuyos recursos quedan también a merced de Estados Unidos.
«Los planes realmente de Estados Unidos y de Europa son destruir a Rusia y crear pequeños países por medio de esta guerra con Ucrania, crear pequeños países en la base nacional que sean débiles y que obedezcan a sus requerimientos de exportar sus materias primas hacia Estados Unidos, hacia Europa, y convertir a lo que fue Rusia en una serie de países débiles», asegura la académica.
Según las estimaciones de la OTAN, los cinco países que más recursos destinaron a cuestiones de defensa son Grecia, EEUU, Polonia, Lituania y Estonia, aunque el que más dinero aporta sigue siendo Estados Unidos.
Una de las críticas que enfrentan países como Francia y Alemania es que no aportan el mínimo del 2% de su PIB a la industria militar, lo que deja cualquier tema de seguridad en manos de la OTAN y sus aliados.
«Se decía que Europa era un gigante económico, pero un enano militar, porque a cambio de la protección estadounidense, ellos seguían todas sus políticas de la protección militar», comenta Gutiérrez del Cid.
En un comunicado de la OTAN publicado a principios de 2023, el secretario general, Jens Stoltenberg, celebró el acuerdo alcanzado entre los aliados para incrementar el presupuesto militar hasta en un 26,6% durante el año en curso, con lo cual, aseguró, se mantendrá la seguridad de más de 1.000 millones de personas.
No obstante, la analista considera que «no está todo cantado» y Europa podría comenzar a desprenderse de la dependencia estadounidense, al margen de la crisis energética y económica que enfrentan por alinearse a las sanciones occidentales contra Rusia.