Filtros de cigarrillos biodegradables: la falsa promesa verde de las tabacaleras

Los filtros de cigarrillos, presentados como biodegradables, se anuncian como una opción que protege tanto la salud del consumidor como el medioambiente. Sin embargo, varios expertos advierten que se trata de una falsa solución que no protege los ecosistemas y genera una ilusión de responsabilidad ecológica.

Según Greenpeace, cada año se desechan 4,5 billones de colillas, lo que equivale a 800.000 toneladas métricas de residuos convertidos en plástico que terminan contaminando ríos y océanos.

“La mayoría de los fumadores creen que, como están hechos de algodón y se anuncian como biodegradable, apoyan el consumo de tabaco. Y lo que sucederá es que sentirán menos culpa por tirar la colilla al suelo”, advierte el profesor emérito de Epidemiología y Bioestadística y director ejecutivo del Proyecto de Contaminación por Colillas de Cigarros, Thomas Novotny.

Las sustancias no desaparecen

Las colillas contienen hasta 7.000 químicos, de los cuales 50 son carcinógenos. Están formadas por acetato de celulosa, así como por tóxicos peligrosos y nocivos como la nicotina, el plomo, el mercurio o el amoniaco.

El acetato de celulosa es fotodegradable, pero no biodegradable. Aunque la luz solar puede fragmentarlo en microplásticos imperceptibles para el ojo humano en condiciones ideales, el material nunca desaparece por completo.

“Las sustancias químicas que podemos medir en el suelo, el agua y los sedimentos, como las relacionadas con el tabaco, seguirán estando presentes”, explica Novotny.

En condiciones de compostaje controlado, una colilla puede tardar un año en descomponerse, pero en un entorno común puede persistir hasta una década.

“En San Francisco se realizó un estudio del drenaje de aguas pluviales en la bahía de San Francisco. El estudio demostró que se podía identificar acetato de celulosa en el agua. Las únicas otras fuentes de acetato de celulosa son películas fotográficas, gafas y ropa de rayón. Y ninguna de esas opciones se arroja a las alcantarillas. Son precisamente los cigarrillos los que luego drenan al océano”, explica Novotny.

Grave impacto en la biodiversidad

Las colillas, en contacto con algunas plantas, reducen su capacidad natural de crecimiento. Estos filtros desechables emiten hasta un 14% de nicotina a pesar de estar apagados.

En ambientes acuáticos, los filtros son ingeridos por peces y otros animales acuáticos. En un estudio de la UNAM, publicado en la revista Biology Letters, varios científicos descubrieron que hay aves que utilizan las colillas para construir sus nidos.

“Encontraron que las colillas de cigarrillos, debido a que la nicotina es en realidad como un pesticida, redujeron los ectoparásitos o las llamadas pulgas de aves. Pero aunque tenían menos de estos pequeños parásitos en sus nidos, su ADN estaba dañado por los químicos”, explica Novotny.

Camino hacia la prohibición de los filtros 

El uso de los filtros comenzó en la década de 1950, bajo la premisa de reducir los daños colaterales del tabaco.

“Lo que están haciendo es hacer que sea más fácil fumar, porque hace que la hierba ardiente áspera que es el tabaco sea mucho más agradable; mucho más fácil de inhalar en los pulmones, lo que en realidad tiene un efecto adverso”, afirma Novotn

Para Novotny, prohibir la venta de cualquier tipo de filtros es un paso para hacer que los cigarrillos sean menos agradables al paladar y contribuyan a fumar menos.

“La alternativa a los filtros es no usar filtros”, afirma el doctor Novotny.

EFE VERDE

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