Frei Betto pide ayuda para el pueblo yanomami

AL MAYADEEN. Frei Betto, fraile dominico, escritor y asesor de movimiento sociales, expresó –por medio de una carta– su solidaridad con los pueblos originarios de la Tierra Indígena Yanomami (TIY), en Brasil, a la luz de la nueva Campaña de Cuaresma de 2023 en favor de los habitantes del lugar.

En un mensaje dirigida a amigos, titulado Carta de Cuaresma de 2023, el luchador brasileño denunció las recientes imágenes de los Yanomami, víctimas del hambre y la impotencia genocida del gobierno de Bolsonaro, y amenazados por la desnutrición, la minería ilegal y el narcotráfico. 

En los últimos cuatro años, 570 niños menores de edad fallecieron por causas prevenibles,subrayó la misiva.

El plan de exterminio del territorio yanomami comenzó hace 30 años, cuando Bolsonaro, en su primer mandato como diputado federal, presentó un proyecto de decreto legislativo para dejar sin efecto la ratificación de aquella reserva, reveló el escrito.

Como presidente, detalló Betto, Boslonaro ignoró 21 cartas oficiales de solicitud de ayuda a los yanomamis y avaló el proyecto de Ley 191 para autorizar la minería y la agroindustria en tierras indígenas. La presión de la sociedad impidió la implementación oficial de la medida.

En mayo de este año, la tierra indígena Yanomami cumplirá 31 años desde su homologación. Ubicada entre Roraima y Amazonas, es la mayor área dedicada a los pueblos indígenas en Brasil, con 9,6 millones de hectáreas de bosque. Es el hogar de 700 personas de la etnia Ye’kwana y aproximadamente 29 mil indígenas de la tribu Yanomami, distribuidos en 321 aldeas. 

De acuerdo con el mensaje, los Yanomami son uno de los pueblos indígenas más grandes del planeta y aún mantienen su forma de vida tradicional, y constituyen un conjunto cultural y lingüístico compuesto por seis lenguas diferentes.

Este grupo de cazadores-recolectores se considera un pueblo de contacto reciente. El acercamiento a la sociedad no indígena comenzó a darse en la segunda mitad del siglo XX, y pronto estuvo marcado por epidemias que diezmaron muchas comunidades. 

Según Betto, entre 1974 y 1976, la apertura del Perimetral Norte impactó severamente a los habitantes de las riberas de los ríos Ajarani y Lobo D’Almada. En la década de 1980, el territorio yanomami fue invadido por 40 mil mineros y provocó la muerte de un gran número de indígenas y fuertes impactos ambientales.

En 2020, la minería avanzó un 30 por ciento en esa zona. Entre enero y agosto de 2021, el crecimiento de las cicatrices mineras en TIY alcanzó 694,61 hectáreas y destruyó otras dos mil 933.

Como expresa Betto en el texto, los líderes indígenas denuncian de manera sistemática la degradación del medio ambiente, la contaminación de los ríos, la falta de alimentos, especialmente de caza y pesca; también el aumento del consumo de alcohol y drogas en comunidades donde la minería ilegal de oro es más intensa.

Allí también crecen los conflictos armados, los asesinatos de líderes, así como la violación y prostitución de mujeres indígenas.

En opinión de Betto, tales episodios trágicos resaltan la fragilidad de las comunidades para hacer frente a las frecuentes invasiones. A ello se suma el abandono total de la atención a la salud de los pueblos indígenas durante todo el gobierno de Bolsonaro. 

En TIY, las muertes por malaria se multiplicaron, aumentaron los casos de covid-19, diarreas, desnutrición, neumonía, infecciones respiratorias, pese al establecimiento de medidas para prevenir enfermedades y restringir el ingreso al territorio.

Para Betto, los nuevos recursos dispuestos para la Campaña de Cuaresma devendrá apoyó a las comunidades y creará un fondo para enfrentar casos de emergencia, como los narrados anteriormente.

El activista brasileño enfatizó la importancia de las donaciones a fin de conformar canastas básicas de alimentos y kits con herramientas, productos de higiene, material de pesca y otros utensilios industrializados necesitados por los yanomamis.

Los fondos también podrán aplicarse a viajes de líderes tradicionales y representantes de asociaciones para denunciar casos de violencia y de irrespeto a los derechos humanos, concluyó.

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