InSight Crime y el estado de la democracia en el mundo

Cándido Mercedes

El estudio El estado de la democracia en el mundo, de cómo se está verificando el deterioro de la democracia, nos sitúa a los dominicanos con un avance. Del 2018, cuando nos encontrábamos en una democracia defectuosa, débil, al 2022 en una democracia media.

“Hay buenas razones para promover la igualdad que va más allá de limitare a incrementar los ingresos de los pobres. La desigual puede ser inaceptable por sus consecuencias adversas o la falta de justificación de las instituciones que la generan…”. T. M. Scalon (Combatiendo la Desigualdad).

En América Latina y el Caribe como consecuencia de la crisis originada por la pandemia Covid-19, 22 millones de personas cayeron en la pobreza según la CEPAL en Panorama social. 850,000 jóvenes de República Dominicana según el referido informe son Ni Ni o SIN SIN (Sin educación, sin oportunidades), mientras en la Región el promedio es de 13 en nuestro país es de 21%. El desempleo en la juventud representa un 30%. Oscila en un 17% en el resto promedio de los países.

500 millones de jóvenes del mundo viven con el equivalente a US$90.00 y en el cuerpo social dominicano, de los 70 jóvenes de cada 100 que tienen el “privilegio” de trabajar, alrededor de un 81% gana menos de RD$21,000.00 pesos mensuales. Solo 28 de cada 100 jóvenes del Quintil I del Banco Central termina el bachillerato. 21% de cada 100 mujeres embarazadas son niñas y adolescentes. Cuando develamos las variables que explican esa monstruosidad social nos encontramos: educación y pobreza.

El embarazo en niñas y adolescentes es uno de los componentes de la tasa tal alta de mortalidad materna, pues el índice en este rango de edad es mayor por las condiciones de fragilidad del cuerpo de la niña y de su desarrollo. Además del secretismo y el miedo con el que conducen sus embarazos frente a los padres y familiares más cercanos. A este panorama social, dantesco por demás, se resalta que a pesar de que somos la séptima economía más grande de América Latina (33 países) y (46) de A.M.C., en la inversión en protección social apenas llegamos a un 8.9%, en cambio el promedio de la Región es 13.

Es lo que explica al mismo tiempo el anquilosamiento, la fosilización de la movilidad social. En las décadas de los 70, 80, 90 del siglo pasado en nuestro país hubo una intensa movilidad social ascendente, que repercutiría en la movilidad intergeneracional. Vale decir, los padres que eran pobres, empero, los hijos terminaron ascendiendo en la escalera de la pirámide social. Hoy, ese ritmo es solo de un 2.7% en el cuerpo social dominicano, mientras en la Región es de 12.7%. Ahí radica la terrible presencia de una sociedad tradicional donde se suceden cambios sociales, económicos que al mismo tiempo nos retratan no solo la enorme asimetría, sino la pesarosa anomia social de las conceptualizaciones de Emilio Durkheim, Robert Merton y Messner y Rosenfield.

Para Anthony Giddens la anomia social “es sensación de intensa ansiedad y temor que genera la experiencia de la ausencia de normas sociales eficaces, que suele producirse durante periodos de rápido cambio social”. La anomia social explicada por Robert Merton es lo que explica el delito y la desviación que acusa la sociedad dominicana. Para el renombrado sociólogo la anomia existe “cuando las personas experimentan una tensión social entre los objetivos culturales de la sociedad y las capacidades del individuo para cumplirlos”. Las capacidades están mediadas por la Paideia, la educación en el lenguaje griego, que es lo que verdaderamente levanta de manera sostenible a un país. Aquí el promedio es de sexto grado, con carencias, deficiencias en ciencias, lecto-escritura y matemáticas.

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