«La Cumbre Iberoamericana, “responsabilidades comunes, pero diferenciadas” en la Carta Medioambiental»

Eddy Skinner

La XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobiernocelebrada los días 24 y 25 de marzo, 2023, en la República Dominicana, con el lema: “Juntos por una Iberoamérica Justa y Sostenible”; constituye un evento de alto compromiso con el desarrollo, la innovación y la justicia social en nuestra Región.

Con una agenda priorizada en las personas, el abordaje para resolver los desafíos comunes de Iberoamérica lo componen tres ejes fundamentales: medioambiental, seguridad alimentaria y derechos en entornos digitales. Además, 16 comunicados especiales, entre ellos, el relativo a la financiación internacional más justa de los países en desarrollo. Todo esto incluye, dentro del ámbito económico y social las energías sostenibles y la recuperación del sector turístico.

Lo más relevante de la Cumbre Iberoamericana lo constituye los cuatro (4) instrumentos claves: 1) La Carta Medioambiental Iberoamericana; 2) La Ruta Crítica para alcanzar una Seguridad Alimentaria Incluyente y Sostenible en Iberoamérica; 3) La Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en Entornos Digitales; y 4) Comunicado Especial sobre Arquitectura Financiera.

Sobre cada uno de estos instrumentos hablaremos ampliamente, pero en esta ocasión nos enfocaremos exclusivamente en el primero: La Carta Medioambiental Iberoamericana.

En la XXVIII Cumbre Iberoamericana, los desafíos medio ambientales fueron abordados en la Carta Medioambiental Iberoamericana, en marco denominado como “responsabilidades comunes, pero diferenciadas”, esto es, una premisa común para enfrentar los retos ambientales que impactan el mundo, como el cambio climático, la amenaza a la biodiversidad, la contaminación, la degradación de los suelos, la escasez de los recursos hídricos, entre otros.

Se destaca que “uno de los objetivos que cimentaron la Comunidad Iberoamericana, desde la I Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, fue el de “impulsar soluciones al deterioro ambiental, tomando como base el pleno respeto de la soberanía de los Estados sobre sus recursos naturales y a sus políticas ambientales, el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y a la luz de las diferentes circunstancias nacionales y capacidades respectivas”.

Todo esto, bajo el entendido de que conforme a la Carta Medioambiental Iberoamericana “cada país dispone de diferentes enfoques, modelos e instrumentos para lograr el desarrollo sostenible, en función de sus circunstancias y prioridades nacionales”.

Sin embargo, en este aspecto, ha de observarse muy cuidadosamente, ya que el uso del concepto conocido como “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, hace recaer la carga de recortar las emisiones de gases de efecto invernadero casi exclusivamente sobre las economías avanzadas y que hacen un uso intensivo de energía, como Estados Unidos, La Unión Europea, Brasil, China y Japón.

Aunque se considera justo exigir a los países ricos que hagan más que los países pobres contra el cambio climático, es evidente que la acumulación de gases de efecto invernadero guarda relación con el resultado de casi cien años de industrialización, y la huella de carbono per cápita de los países ricos será siempre mayor que otros.
El problema es que el Protocolo de Kioto, ha interpretado el concepto de “responsabilidades diferenciadas”, favorable a potencias emergentes como China, India y Brasil, que no tienen ninguna obligación vinculante de reducir sus emisiones, algo razonable cuando se redactó el protocolo en el año 2012, pero, once años después, con las intensas transformaciones que la globalización ha impactado a la economía mundial, en medio de una recesión sin precedentes,  y con pérdidas de empleo, el hecho de que el Protocolo de Kioto solo impusiese restricciones medioambientales “diferenciadas”, no ha hecho efectivo y justa la misión de reducir la huella de carbono de los países más industrializados; muy por el contrario, estos han duplicado las emisiones de gases de efecto invernadero en los últimos diez años.

Para Estados Unidos, China, India y Brasil, Kioto funcionaba muy bien por el concepto de “responsabilidades comunes, pero diferenciadas”, lo que les avala para culpar a occidente como el responsable exclusivo del calentamiento global, y esperan que los países más pobres, incluyendo los de Iberoamérica, ralenticen su desarrollo para resolver el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero.

También, la Carta Medioambiental Iberoamericana reconoce “la necesidad de promover el desarrollo sostenible, con base en un sistema económico inclusivo, respetuoso con el medio ambiente y el clima y contando con la cooperación internacional”.

Es evidente el alto impacto que han causado los fenómenos naturales y las amenazas que supone para Iberoamérica el cambio climático, tanto para la biodiversidad, las formas de vida de nuestro planeta y los sistemas productivos que ponen en riego el desarrollo sostenible.

Es por esto, que es altamente valorada la Carta Medioambiental Iberoamericana, para acelerar las acciones globales en la lucha contra el cambio climático, el cual produce grandes desafíos a las comunidades agrícolas y rurales, la salud pública, la producción de energía, la seguridad y soberanía alimentaria, afectación de infraestructura y el uso de recursos financieros incalculables para la protección de vidas humanas.

Ha sido de alto interés la adopción en la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Carta Medioambiental Iberoamericana “en la que se consolida la visión compartida de la Comunidad Iberoamericana frente a los desafíos del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación, y se establecen compromisos que buscan garantizar el derecho de las futuras generaciones de iberoamericanos e iberoamericanas al desarrollo sostenible y al disfrute de un medio ambiente sano”.

El objetivo más relevante de la Carta Medioambiental Iberoamericana implica la mejora de la integración de las tres dimensiones del desarrollo sostenible para aportar beneficios: la economía, la sociedad y el medio ambiente sostenible. Además, nuevas vías para la inversión ambientalmente sostenible que fomente la innovación, la inserción del sector empresarial iberoamericano para nuevos negocios y puestos de trabajo sostenibles. O sea, una vinculación directa con la sostenibilidad medioambiental, el desarrollo económico de nuestros pueblos, y la reducción de la pobreza.
Con los postulados de la Carta Medioambiental Iberoamericana hemos avanzado en la consolidación de la Agenda Medioambiental Iberoamericana, impulsada con gran éxito en la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada los días 24 y 25 de marzo, 2023, en la República Dominicana. “Juntos por una Iberoamérica Justa y Sostenible”.

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