La extensa estirpe de Quiterio

Por Manuel Matos Moquete. Quiterio Pérez se repantigó en el asiento, un banco de un ventorrillo en el cruce de Monteada Nueva, entre Polo y Cabral. De una ojeada hacia los estantes de alcohol me invitó a brindarle un trago de aguardiente.

Se presentó, mientras se embicaba de la botella de ron: soy primo del Teniente Nina, famoso en El Polvorín cuando Trujillo, hombre de confianza del Jefe. Tengo un familiar que fue guerrillero y estuvo en la Revolución con Caamaño. Y soy familia también del Pérez famoso de los doce años de Balaguer. Y, de todos los Nina y Melo ; y de los Matos y Féliz; los Cuevas y Brito ; los Méndez y Alcántara ; los Vargas y Vázquez ; De la Cruz y De los Santos; y los Corporán ,los Leger y los Labourt del sur, puesto que somos una misma familia en el país profundo, desde San Cristóbal hasta Pedernales, y quién sabe, más allá de la frontera.
Quiterio bebió con sed, y como el ron le dio hambre, pidió conconete y pan con salchichón; y como no quedaba otra cosa en el ventorrillo, se rellenó el hambre de paleta, chicle y menta. Luego, el ron, y al parecer la mezcla de dulce, sal y alcohol, le provocaron una pesada embriaguez acompañada de sudores y escalofríos. Así pasó un largo tiempo, arrellanado en el banco, con gástricos resuellos y estomacales sonoridades, pero sin pesadillas existenciales.

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