La inflación y la guerra seguirán mermando el crecimiento en América Latina, según el FMI

EL PAÍS. En términos económicos, el año pasado fue mejor de lo esperado para América Latina, en donde se espera que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) sea de 3,9%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). En su última actualización de perspectivas económicas, el organismo multilateral asegura que la inflación y la guerra de Rusia en Ucrania seguirán mermando el crecimiento. La región crecerá 1,8% este año, 0,1% más de lo previsto este año. Mientras que en 2024, el crecimiento del PIB esperado es 2,1%.

La ligera revisión al alza en la previsión para este año se debe a aumento en las expectativas de sus dos economías más grandes: Brasil y México. “La revisión del pronóstico refleja mejoras de 0,2 puntos porcentuales para Brasil y 0,5 puntos porcentuales para México debidas a la inesperada resiliencia de la demanda interna, un crecimiento mayor de lo previsto en las economías de los principales socios comerciales y, en el caso de Brasil, un apoyo fiscal superior al previsto”, dice el reporte publicado el lunes por la tarde.

Para 2024, el estimado para Latinoamérica bajó en 0,3%, derivado de las condiciones financieras más restrictivas, los precios más bajos de las materias primas exportadas y rebajas en el crecimiento de los socios comerciales. Aproximadamente la mitad de las economías de mercados emergentes y en desarrollo estudiados por el FMI presentan menor crecimiento en 2023 que en 2022.

“La lucha mundial contra la inflación, la guerra de Rusia en Ucrania y el rebrote de la COVID-19 en China frenaron la actividad económica mundial en 2022, y los dos primeros factores seguirán haciéndolo en 2023″, dice el reporte de 13 páginas publicado por el Fondo. “El crecimiento en Estados Unidos sigue siendo más firme de lo previsto, y los consumidores continúan gastando sus ahorros (la tasa de ahorro personal está en su nivel más bajo en más de 60 años, salvo julio de 2005), el desempleo se aproxima a mínimos históricos y hay abundantes oportunidades de empleo. Pero en otras regiones, los indicadores de actividad de alta frecuencia (como la actitud de las empresas y los consumidores, las encuestas de gerentes de compras y los indicadores de movilidad) apuntan en general a una desaceleración.

Los precios de los combustibles y las materias primas han bajado, y con ellos el nivel general de inflación, particularmente en Estados Unidos, la zona del euro y América Latina. Pero la inflación subyacente, es decir, la que refiere a productos cuyo precio no suele fluctuar mucho, aún no ha alcanzado su nivel máximo en la mayoría de las economías y permanece bastante por encima de los niveles observados antes de la pandemia. Además, a nivel mundial, el Fondo identifica que “los riesgos para la estabilidad financiera permanecen elevados conforme los inversionistas revalúan las perspectivas acerca de la inflación y la política monetaria”.

El Fondo recomienda acciones para impulsar las economías, como lograr la “desinflación” a nivel mundial, contener el resurgimiento de la covid-19, garantizar la estabilidad financiera, restaurar la sostenibilidad de la deuda, apoyar a los más vulnerables y reforzar la cooperación multilateral.

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