La Nueva Minería: Las Tierras Raras.

Por Patricia Vara, directora financiera de Portocolom AV.

Hace unos días, concretamente el pasado 31 de marzo, nos sorprendió la noticia de un trágico accidente en la mina de Cerredo, situada en Asturias, que ha causado la muerte de cinco mineros leoneses y otros cuatro heridos graves. Algo que en estos tiempos nos parece anacrónico y que nos recuerda a tiempos pasados, cuando la minería del carbón en España era una de las industrias más importantes pero que, debido a la crisis del sector y políticas de transición energética, supuso el cierre de la mayoría de las minas o la reconversión.

Pero tenemos que recordar que la historia de la minería está estrechamente ligada a la evolución de la humanidad. Desde la prehistoria hasta la actualidad, la extracción de minerales ha sido clave para el desarrollo de herramientas, tecnologías y sociedades. Refresquemos nuestros conocimientos de historia: en la “Edad de los Metales” (aproximadamente 5.000 a. C. al siglo I d. C.) los hombres comenzaron a extraer y trabajar los metales, empezando por la “Edad del Cobre”, inicialmente en estado nativo, para herramientas y ornamentos. Siguió la “Edad del Bronce”, mediante la mezcla del cobre con estaño, por su mayor dureza y resistencia, que supuso el desarrollo de grandes civilizaciones (Mesopotamia, Egipto, Grecia, China). Y la “Edad del Hierro”, con el descubrimiento de la fundición de este metal, más resistente y abundante, crecieron los imperios como Asiria, Roma y Persia.

Con la Revolución Industrial (siglo XVIII), el acero cobró protagonismo en su uso en el ferrocarril, la construcción y la maquinaria pesada. Y en los siglos XX y XXI aparecieron nuevos metales y aleaciones como el aluminio, titanio y materiales avanzados como el grafeno y las tierras raras. Las tierras raras, un concepto que, de unos años a esta parte, ha cobrado una relevancia crucial en nuestra sociedad y en concreto en las relaciones geopolíticasentre naciones.

¿Y qué son? Pues son un grupo de 17 elementos químicos, esenciales en muchas tecnologías modernas debido a sus características únicas, como conductores eléctricos, propiedades magnéticas y luminiscentes. Se encuentran en la parte inferior de la tabla periódica que algunos habrán estudiado en la asignatura de química, y donde se incluyen los 15 lantánidos (del lantano al lutecio), más el escandio y el itrio.

¿Y por qué este protagonismo actual? Pues porque son esenciales para la industria tecnológica, la defensa, la energía renovable y la manufactura de productos electrónicos avanzados. Como ejemplo, estos materiales se utilizan para la fabricación de imanes para turbinas eólicas, motores de vehículos eléctricos, pantallas de móviles, sistemas de defensa y aplicaciones médicas avanzadas.

A pesar de su nombre, no son particularmente escasos en la Tierra, pero su extracción y procesamiento son complejos y costosos, ya que se encuentran dispersos en la corteza terrestre y además no se encuentran en estado puro sino mezclados con otros minerales. Esto significa que, para obtener cantidades útiles, es necesario procesar grandes volúmenes de roca, y para su extracción y procesamiento se requieren tecnologías avanzadas, altos costos y regulaciones estrictas, lo que las convierte en un recurso estratégico y complejo de explotar.

Aunque hay reservas en diversas partes del mundo (EE. UU., Australia, Brasil, India), China domina la producción y refinado de tierras raras (más del 60 %). Esto ha generado dependencia global y desafíos geopolíticos, dificultando la diversificación del suministro.

En España, recientes investigaciones indican la presencia de yacimientos significativos en diversas regiones del país y la Comisión Europea, en su estrategia por reducir la dependencia de China en el suministro de tierras raras, ha aprobado siete proyectos mineros en España, en el ámbito de las materias primas críticas, que incluyen: minas de litio en Galicia y Cáceres, una mina de wolframio en Cáceres, la reapertura de la mina de Aguablanca en Badajoz para extraer diversos minerales, y proyectos en Huelva relacionados con el reciclaje de metales y una mina subterránea de cobre, zinc, plomo y plata. No obstante, su explotación debe abordarse con cautela, considerando tanto los beneficios económicos como las implicaciones ambientales y sociales.

Para mitigar los impactos ambientales de las tierras raras, se están desarrollando estrategias como la mejora en los procesos de reciclaje y la investigación en fuentes alternativas. Países como Japón han invertido en la exploración de depósitos en el fondo del océano y en el desarrollo de imanes sin tierras raras para reducir su dependencia de estos materiales.

Las tierras raras son fundamentales para la economía moderna y el desarrollo tecnológico, pero su extracción y procesamiento plantean desafíos ambientales significativos. La inversión en métodos más sostenibles y en el reciclaje de estos materiales será clave para asegurar un futuro más equilibrado en términos económicos y ecológicos.
EFE VERDE

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