Los grandes museos de historia natural se unen contra la crisis ambiental
DL. Los representantes de los 73 museos de historia natural más importantes del mundo han propuesto crear una base global que reúna la información de todas las colecciones y sirva para afrontar la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.
La iniciativa, liderada por Kirk Johnson, director del Smithsonian, el museo de historia natural de Washington D.C. y uno de los más importantes del mundo, se ha publicado este jueves en un artículo en la revista Science.
En el artículo, los responsables de estos museos subrayan que el conjunto de datos mundial que engloban es un recurso que podría utilizarse para afrontar problemas mundiales como las especies invasoras, la conservación de la biodiversidad, el cambio climático o la preparación global contra una pandemia.
Y es que, las vastas colecciones que albergan los museos de historia natural son «una ventana al pasado y al presente del planeta» y unos recursos cada vez más importantes para la investigación de relevancia política, afirma el texto.
Por ejemplo, la información de estas colecciones ha sido de gran ayuda en cumbres políticas y trabajos como el último informe sobre el Calentamiento Global del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
Sin embargo, pese a su gran valor, es difícil saber qué datos se pueden encontrar en estas colecciones dado que la información está «en gran medida inaccesible», lamentan los autores del artículo.
De hecho, como primer paso hacia la integración de las colecciones de historia natural del mundo en una infraestructura científica global, los autores analizaron los fondos de los 73 museos que, juntos, custodian más de 1,100 objetos.
El análisis demostró que la mayor parte de la información de las colecciones no está disponible o se desconoce: solo el 16 por ciento de los objetos están digitalizados y apenas el 0,2 por ciento de las colecciones biológicas dispone de registros genómicos accesibles.
Este predominio de «datos oscuros» limita considerablemente el uso de las colecciones de los museos, advierten.
«La evaluación que hemos hecho de las colecciones de historia natural pone de manifiesto que es urgente centrar los esfuerzos en analizar, sistematizar, proteger y compartir la información que custodian», concluye Johnson.
El artículo reconoce que el estudio no ha incluido «a los cientos de museosmás pequeños, sus colecciones y su personal, que constituyen el resto de la colección mundial y que son especialmente valiosos por sus fondos regionales y la especificidad de sus conocimientos».
También alerta de que, pese al enorme tamaño de algunas colecciones, todavía se conoce muy poco de áreas como los trópicos, las regiones polares o los sistemas marinos, donde se debería aumentar el esfuerzo investigador.
Por último, reconoce que la concentración de museos de historia natural en Norteamérica y Europa -debido al pasado colonial- perpetua los desequilibrios de poder, por eso, subraya el artículo, «en el futuro es crucial que esa colección global refleje y de apoyo a los museos del resto del planeta.
A la vista de todo esto, los autores proponen «una hoja de ruta para que los museos, fundaciones, gobierno, industrias y empresas aceleren y coordinen sus esfuerzos para generar una esta colección global», explica el director del MNCN, Rafael Zardoya.
Esas recomendaciones pasan por acelerar la colecta de materiales, dar un nuevo impulso al papel de las instituciones científicas, guiar la toma de datos manteniendo una serie de criterios éticos y crear una infraestructura global que tenga en cuenta a las colecciones regionales.
«Estas recomendaciones son una hoja de ruta para que los museos, fundaciones, gobiernos, industrias y empresas aceleren y coordinen sus esfuerzos para generar esta colección global. Un esfuerzo que puede servir para alterar la actual trayectoria del cambio climático y la pérdida de biodiversidad en las próximas décadas”, concluye Zardoya.