Mercado Nuevo, reflejo fidedigno de la sociedad dominicana
El Mercado Nuevo del Distrito Nacional, “el de la Duarte”, para más señas, es un retrato de la realidad que permea a toda la nación. En sus alrededores de cinco kilómetros, hombres y mujeres compran y venden la más amplia diversidad de artículos y servicios que establecimiento alguno en el país pueda ofertar, legales o no.
De manera oficial, este centro abre sus puertas frontales a las 4:00 de la mañana. Mas, lo cierto es que nunca recesa, por el flujo incesante de los entre 160 y 180 camiones que llegan las 24 horas de todas las regiones a descargar rubros que suplirán a todo el territorio, y por los que acuden a retirarlos.
Así, desde las 11:00 de la noche, hay expendio en el patio, porque acuden compradores de larga distancia y en el caso de los vegetales deben ser expedidos antes del alba, para que no los maltrate el sol. Toda la semana la afluencia es grande, pero jueves y domingo, “días de plaza”, es incomparable.
Lo maneja el Ayuntamiento y su administrador, Leonel Pinales, expone que este mercado, inaugurado en 1973, durante el régimen de “los doce años de Joaquín Balaguer”, abastece a todos los de la Capital. Proclama que recibe entre el 80 y el 85 % de la producción nacional y provee a todas las regiones.
Incluye a las grandes cadenas de hoteles del este y del norte, a las que resulta rentable viajar hasta 300 kilómetros para suplirse de comestibles que no abundan en sus demarcaciones.
Un hervidero de camionetas, “guagüitas plataneras”, carros, yipetas y motocicletas transitan por el espacio en busca de alimentos y otros efectos que llegarán a almacenes, colmados, restaurantes, fondas y claro, hogares del Gran Santo Domingo, pues la venta en menor escala contempla hasta por unidad.
Tres barrios tocan la construcción, La Zurza, Capotillo y Villas Agrícolas y aunque colindan, la avenida de Los Mártires la separa del establecimiento de ese último sector, pero la gran cantidad de comerciantes que ofertan en plena calle entre uno y otro, producen un efecto visual de cercanía que hace pensar que es una misma estructura.
Las buenas cifras que deja la diversidad
La multiplicidad de artículos es inmensa, cereales, granos, embutidos, productos lácteos, pescado, carne de la más amplia variedad, farmacéuticos, de higiene para el hogar y corporal, ropa nueva y usada, ferreteros, electrónicos, de plomería…
Pinales informa que el recinto registra un movimiento diario de dinero de entre 20 y 30 millones de pesos, que consignan 865 vendedores formalizados, con casillas asignadas y mesas dentro y los informales superan los 2,000, están afuera.
No obstante, el 11 de noviembre pasado, el ministro de la Presidencia, José Ignacio Paliza, expuso durante un recorrido por el espacio que fue diseñado para 800 negociantes “pero opera con más de 6,000”.
El representante del cabildo manifiesta que todos pagan, y que el importe es 10 y 11 pesos diarios. Sin embargo, comerciantes afirman que el monto va de 25 a 35 pesos. Un equipo de secretarias labora en la administración para atender al cobro y otras cuestiones.
Sobre la suma que ofreció y que equivale a RD$100 o RD$110 al mes, el funcionario asegura no cubre las tres tandas de recogida de basura, por lo que “la alcaldía debe hacer un sobresfuerzo y es necesario aumentar los arbitrios”.
Esgrime como un logro la eliminación de nueve vertederos improvisados que por 15 años aumentaron la contaminación y para lo que dice fue menester instalar carpas y amanecer allí 20 días “y ahora la brigada nocturna trabaja hasta dejar todo limpio dentro”. Destaca el esfuerzo de la directora, Pamela Martínez.
Las apreciaciones de mercaderes arrojan que alrededor de 15 mil personas acude al día y que los productos alimenticios más consumidos son carne, arroz, leguminosas, harina de trigo, aceite, embutidos, vegetales, que significan cerca de un 55 % del total, seguidos por lácteos, bacalao, arenque, maíz, pastas, condimentos, salsas y especias, con un 45%.
El otro perfil, drogas, sexo y robos.
En medio del griterío, de la promoción de productos variopintos, que sí es lícito perifonear, transcurre otro negocio, en secreto. Mujeres y hombres que ofertan sexo, drogas y artículos robados.
El de la prostitución incluye por igual a adultas y a jovencitas que pululan por el sito usado para atraer a clientes a los que brindarán servicios en uno de los montones de cuartos de alquiler que según los trabajadores del mercado lo rodean. Dicen que ni el techo de esa infraestructura escapa.
Del otro lado de la vía y frente a la puerta principal, una hilera de edificaciones en mal estado funciona como pensiones, en una extensión próxima a los 400 metros a derecha e izquierda.
“Esas son habitaciones alquiladas por hora a las que vienen aquí a buscársela”. Esta situación conocida y asumida por los comerciantes que las narran sin rubor, confirma una cotidianidad con la que conviven, lo mismo que con el narcotráfico y los asaltantes.
De acuerdo con su balance, la actividad es más rentable viernes, sábado, domingo y lunes, cuando la calle 42 de Capotillo, está “encendida”. Cuentan que el primer día de la intervención de las autoridades a ese barrio, la madrugada del primero de junio, el área fue refugio de los que huyeron y el escondite de su “merca”.
El consumo de estupefacientes es poco disimulado, aunque la distribución ocurre discreta entre los pasillos estrechos, el amplio patio y sus alrededores.
Objetos de todo tipo de dudosa procedencia, son ofertados por los que aprovechan la enorme cantidad de personas que llena el entorno y que de acuerdo con el sargento policial Miríades Rubio, muchos interesados están conscientes de dónde salen.
El suboficial, que por un lustro estuvo de puesto en la zona, aconseja andar con cuidado, ver bien a quién le compran a precio de ganga, proteger la cartera, para evitar sustracciones, sobre todo, en los “tapones” humanos, a veces hechos a propósito y no discutir, porque las armas están «al por mayor y detalle», cualquiera tiene una.
Asume que todo el mundo sabe que allí cohabitan los serios, los delincuentes y los fáciles de engañar y que hasta ha servido de escondite a prófugos. Sí, recomienda asistir, porque es un descanso para el bolsillo y un desestresante.
Dentro del complejo opera un destacamento policial, al que llegan riñas, acusaciones de robo o de intento y la Policía Municipal mantiene una fija vigilancia. Empleados del cabildo circulan con bates en las manos.
Folclor y marginalidad
Las frases más creativas, los personajes y los hechos más asombrosos son parte de este engranaje, cargado de folclor, de identidad dominicana y cada vez con más fuerza de haitiana, en una unión que para unos enriquece y para otros afecta. Jóvenes venezolanas subsisten con venta de alimentos típicos de su país y otra pregona números de lotería.
Calderos enormes de comida, prestamistas con las manos llenas de recibos, que “ayudan a los pequeños comerciantes a mantenerse a flote”, un curandero que prepara resguardos y pócimas para librar de todo mal, venta de hojas para baños, ebrios que invitan a compartir el trago, adquirido en una de las tantas barras alrededor.
Niños que llegan a la adultez sumergidos en ese mundo pintoresco, que no temen al alto congestionamiento vehicular y que a saltos y como parte de un juego cruzan de un lado a otro, hasta descalzos en medio de charcos negros y de hortalizas descompuestas.
De la lista no escapan hombres y mujeres que cuentan historias fantásticas sobre sus vidas, pedigüeños, enajenados mentales que construyeron ahí un universo y van de un lado a otro cargados de objetos, jaulas llenas de aves para vender vivas o muertas…
El antropólogo social Raúl Cesteros ofrece una radiografía del sitio, que compara con la sociedad misma, afirma que es una muestra de todo lo que acontece en su seno.
“Tal vez no haya otro que reúna tantos elementos culturales, religiosos, de solidaridad y simbiosis y claro de todo tipo de males sociales, como la prostitución, la compraventa de sustancias prohibidas, los asaltos, la planificación de ilícitos, porque eso es lo que hay en la República, entonces cómo sustraerse”.
La apreciación incluye a pequeños expuestos a situaciones que podrían afectar su comportamiento y que normalizan actitudes insanas. Como los dos que pateaban un saco con tres patos dentro, porque “como quiera era para matarlos” o los que observan acciones ilegales y hasta las comentan como hazañas.
Bancas de apuesta siempre con clientes rodean las cuatro calles que abarca la plaza. Adictos ofrecen las más heterogéneas mercancías. Algunos ayudan a descargar legumbres a cambio de que les entreguen las desmejoradas para venderlas a precios ínfimos.
Entre efectos “raros”
El lugar ofrece productos cárnicos no siempre disponibles en los supermercados ni en otros puntos distintos a mataderos, como tripitas, entresijo (usado para sacar manteca, ahora que es gourmet), galillo (tráqueas), pajarilla, epiplón, orejas, lengua y cabeza de vaca, riñones, bofe… con gran demanda entre los fritureros, que madrugan para hallarlos.
La libra cuesta de 30 a 100 pesos y esas partes representan una venta de alrededor de 24 quintales al día, de acuerdo con las estimaciones del carnicero Luciano Aponte, cuyos 41 años en el negocio lo convierten en referencia a la hora de tratar estos temas.
La presencia haitiana deja su estampa con galletas de tierra y con hierbas y platos que los dominicanos no solían comer, como la verdolaga, fruta de cundeamor, el yute, arroz con pan de fruta y una amplia variedad de “rarezas” cuya venta parecía dirigida de forma exclusiva a esos extranjeros.
Sin embargo, poco a poco la clientela nacional aumenta. El molondrón de ese país, pequeño y casi redondo es una de las atracciones y su arroz gourmet de un amarillo quemado y fuerte olor y sabor.
Los artículos de rituales para servicios de misterios, vendidos en las 20 botánicas, constituyen otro elemento de atracción. La clientela diaria de Máximo López es buena, pero aclara que en días especiales mejora, como San Valentín, martes y viernes 13 y los santos Miguel, Ana Isa y Martha.
Están representados en esos locales por figuras de yeso, junto a otras deidades a las que les son concedidos poderes de sanar cuerpo y alma y ayudar a conseguir dinero y amores.
La ventaja de tener tantas de estas tiendas juntas, atrae a gente confiada en que lo que no halla en una, está en la otra, así que la compra es muy probable. Unidas promedian expendio de 400 mil pesos por día.
Historias que mueven a creer
Cansado de trabajar sin ver desarrollo en su pequeño restaurante en Nueva York, Fernando Araujo decidió retornar al país en 2006, abrió un almacén en el mercado en el que emplea a cuatro personas. Ese éxito le permitió abrir cuatro más y contratar a otros 12 ayudantes.
“Trabajé mucho allí, pero los tributos me golpearon fuerte y regresé por obligación. Aquí, trabajar con dignidad, con cabeza me ayuda a sostener mis negocios, cuidar a mi familia. Esta ha sido una escuela de mucho beneficio”, admite.
Jairo de los Santos tiene 39 años, a los 12 empezó como ayudante en un comercio chino, lo aprendido le sirvió para poner su propio negocio, del que proclama orgulloso que le ha ayudado a crecer en lo personal y en lo económico y exhibe década y media de éxitos.
De lunes a viernes y el domingo, Camila Rodríguez, de 23 años, atiende la carnicería, que instaló junto a su esposo y los sábados estudia. En dos semestres será sicóloga escolar.
“Empecé a los 13 en el puesto de mi suegro, luego mi pareja y yo abrimos el nuestro, porque el mercado te da oportunidades de avanzar, de crear tu propia empresa, pero siempre estudié, para crecer más aún”.
Demasiadas cuartillas llenarían las historias de gente que dejó atrás la pobreza extrema y ha mantenido la constancia sin caer en acciones destructivas. Ejemplos como el carnicero Pedro Mambrú (José Luis para los compañeros) que “echó” los dientes en el oficio e incorporó a su familia en el negocio con el que la levantó.
Antes de que Lucía naciera su madre “mercaba” y desde los dos meses la traía consigo. En septiembre cumple 18 años, terminó la secundaria en este ciclo escolar y ya está lista para estudiar Contabilidad, agrandar el puesto de verduras y expandirlo a otros puntos.
Muchos vienen de zonas marcadas por la violencia, las pandillas, la drogadicción y la prostitución y aunque el mercado las contiene, como si los persiguiera, no han caído en sus redes.
Para todos hay oportunidad
La comida es otra importante fuente de ingresos, mujeres y hombres sostienen su hogar de este oficio. Platos diversos, con el arroz como rey, sin importar que sea pasado meridano bien avanzado o antemeridiano bien temprano y cuya clientela son en 70 % los trabajadores.
De estas ventas hay por doquier, dentro y fuera de la planta y el amplio renglón incluye además frituras, empanadas y otras comidas rápidas.
En las inmediaciones, los colmados, cafeterías, panaderías, reposterías, tiendas de ropa, salones de belleza, gomeras, talleres automotrices, detallistas de repuestos de vehículos y de electrodomésticos, son igual beneficiarios colaterales de las bondades del mercado.
P.