Metal y economía circular: la fusión necesaria para un futuro sostenible

El metal se ha convertido en un protagonista clave en la transición hacia una economía circular, gracias a sus propiedades excepcionales y su capacidad para reducir el impacto ambiental.

Su uso en la fabricación de envases y cierres contribuye a un modelo de producción más sostenible y regenerativo.

La sociedad actual está cada vez más comprometida con el consumo responsable y con minimizar su huella en el planeta. Parte de este compromiso incluye la búsqueda de materiales que no solo cumplan con su función, sino que también puedan reintegrarse en el ciclo productivo y que eviten el desperdicio y el agotamiento de recursos. En este contexto, el metal, con su capacidad para ser reciclado infinitamente sin perder sus propiedades, destaca como un material clave para la economía circular.

El reciclaje del metal es aún poco conocido por muchos, pero su potencial es enorme. A diferencia de otros materiales, como el plástico o el vidrio que pueden degradarse con el tiempo, el metal mantiene intactas sus características a lo largo de todo el ciclo de reciclaje. Esto significa que los envases y cierres metálicos pueden volver a utilizarse una y otra vez, reduciendo la necesidad de extraer nuevas materias primas. Este ciclo “virtuoso” de reciclaje continuo convierte al metal en una opción sostenible a largo plazo.

Actualmente, en España la tasa de reciclaje conjunta de acero y aluminio alcanza un 86,5%, cifra que supera a otros materiales usados para el envasado. Sin embargo, para que este ciclo sea verdaderamente efectivo, es crucial que los envases y cierres metálicos se depositen correctamente en el contenedor de reciclaje correspondiente, el amarillo, para garantizar su reincorporación al sistema productivo.

Un material sostenible y circular

Además de ser un material abundante en la naturaleza, el metal es 100% reciclable, lo que lo convierte en un aliado perfecto para la economía circular. Materiales como el aluminio y el acero, que son el tercer y cuarto elementos más presentes en la litosfera respectivamente, no se agotan con su uso, ya que pueden transformarse y reintroducirse en la cadena productiva una cantidad ilimitada de veces. Este proceso además de evitar el agotamiento de recursos, también contribuye significativamente a la reducción de emisiones de CO2 y al ahorro energético, factores esenciales para frenar el cambio climático.

Los envases metálicos, como las latas de alimentos, bebidas, aerosoles o cierres metálicos (chapas, tapas o precintos), tienen ventajas adicionales en términos de seguridad y conservación. No solo son irrompibles y soportan condiciones extremas, sino que también protegen los productos de la luz y el oxígeno, prolongando su vida útil sin necesidad de refrigeración. Estas propiedades permiten conservar los alimentos y otros productos de manera óptima, contribuyendo además a la reducción del desperdicio alimentario, otro componente importante de la economía circular.

La versatilidad y durabilidad del metal hacen de él un material idóneo para diferentes sectores, desde el alimentario hasta el industrial. Esta capacidad de adaptación a múltiples usos y su alto grado de reciclabilidad le convierten en un «supermaterial» que impulsa la circularidad en la cadena de suministro. Su uso elimina riesgos como la rotura o pérdida de contenido, a la vez que simplifica la logística y aporta eficiencia, reduciendo los costes a lo largo del proceso productivo.

Demanda creciente de envases circulares

La creciente conciencia social sobre el impacto ambiental de los materiales está impulsando la demanda de productos que cumplan con los principios de la economía circular. El metal, al ser un material que se recicla infinitamente sin perder sus propiedades, está transformando el mercado de envases y cierres. Las marcas, alineadas con las exigencias de los consumidores, están adoptando cada vez más envases metálicos como parte de su compromiso con la sostenibilidad.

Tanto es así que, en el caso de España, la industria metalgráfica no solo contribuye a la transición ecológica, sino que también tiene un fuerte impacto en la economía, exportando el 21% de su producción, principalmente a Europa. Esto posiciona a España como uno de los principales productores en el continente, gracias a su innovación tecnológica y su capacidad para integrar la circularidad en sus procesos industriales.

Un sector comprometido con la sostenibilidad

La industria del metal sigue invirtiendo en nuevas tecnologías y procesos que refuercen su compromiso con la sostenibilidad. Actualmente, se están enfocando en reducir la cantidad de material utilizado y en optimizar los procesos productivos para minimizar la huella de carbono. Este esfuerzo, que se alinea con los principios de la economía circular, busca no solo mantener el reciclaje del metal, sino también mejorar la eficiencia en toda la cadena de producción.

El uso de envases y cierres metálicos refuerza este ciclo de sostenibilidad, contribuyendo a una economía más circular y ayudando a acelerar la descarbonización. Así, el metal se presenta no sólo como un material del futuro, sino como una solución clave para enfrentar los desafíos ambientales y económicos que plantea el presente

EFE VERDE

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