Neuroguerra

Por  Alí Ramón Rojas Olaya

Decía Hipócrates (460ac-370ac) que “los hombres deben saber que el cerebro es el responsable exclusivo de las alegrías, los placeres, la risa y la diversión, y de la pena, la aflicción, el desaliento y las lamentaciones. Y gracias al cerebro, de manera especial, adquirimos sabiduría y conocimientos, y vemos, oímos y sabemos lo que es repugnante y lo que es bello, lo que es malo y lo que es bueno, lo que es dulce y lo que es insípido”. Este aporte del padre de la Medicina fundamenta las neurociencias ya que éstas buscan comprender el cerebro y las bases biológicas de la conducta humana.

Los hemisferios, izquierdo y derecho del cerebro, constituyen la parte más grande del encéfalo. El neurólogo británico John Hughlings Jackson (1835-1911) describió el hemisferio izquierdo como el centro de la facultad de expresión en 1878. En él se desarrolla el lenguaje, la lógica, el pensamiento proporcional, el manejo de información matemática y estadística, la memoria verbal, la sintaxis, atención focalizada, el control del tiempo, la planificación, la toma de decisiones y la memoria a largo plazo. En el hemisferio derecho se recibe e identifica la orientación espacial, se percibe el mundo en términos de color, forma y lugar, se desarrollan las habilidades artísticas.

El neurobiólogo, psiquiatra y filósofo germanoargentino Christofredo Jakob (1866-1956) descubre en 1908 el cerebro visceral, conocido también como El circuito de Jakob. En 1911 publica Del cerebro animal al cerebro humano donde elabora el concepto de sistema límbico donde se produce el control sobre las emociones. A los científicos de Estados Unidos y Europa no les agradaba que en un país latinoamericano se avanzara tanto en materias neurocientíficas, razón por la cual el sistema límbico se le atribuye al neurólogo estadounidense James Papez (1883-1958) quien en 1937 habla del circuito de Papez. El cerebro racional; el sistema límbico, donde están los instintos humanos (el hambre, los instintos sexuales, las emociones, la personalidad y la conducta); y el reptiliano.

Éste es el primero que la naturaleza proporcionó al ser humano y a los reptiles. Estos animales, que menos desarrollados tienen el cerebro, sólo manejan la supervivencia en dos extremos: huir o pelear. Esta parte del cerebro es funcional, territorial, no piensa ni siente emociones, su impulsividad la hace capaz de cometer las mayores atrocidades. Un ejemplo de cerebro reptiliano es cuando observamos a mucha gente de clase media “irse demasiado” o a jóvenes guarimbear.

La guerra total que el Estado liberal burgués aplica en Venezuela para apropiarse de los elementos de la tabla periódica que está en su subsuelo es económica, cultural, mediática, fronteriza, financiera, moral, cibernética, religiosa, curricular y una de ellas ataca precisamente el cerebro reptiliano. En la neuroguerra, explica el neuroendocrinólogo argentino Mario Kamelman, “el blanco es psico-neuroeconómico” de manera tal que las víctimas “son de la clase media y trabajadora en cualquier localización geográfica”. Cuando vemos gerentes de la Red de Abastos Bicentenario vendiendo los productos del pueblo a bachaqueros, cuando nos quejamos de algunos gobernadores porque pactan con bandas paramilitarizadas, cuando observamos a obreros de Mercal vender pollos a clínicas y restaurantes, cuando conocemos en barrios populares gente bachaqueando a sus propios vecinos, cuando sabemos que detrás del contrabando de extracción está la Guardia Nacional “Antibolivariana”, hay que pensar que este tipo de guerra no es convencional. Para este médico “vanguardia y retaguardia están totalmente desdibujadas ya que los amigos de hoy pueden ser instrumentos para mañana cuando no víctimas circunstanciales como daño colateral en una guerra organizada por ricos, pero combatida por pobres contra pobres”. Las balas, que no son materiales, no van a un objetivo físico. Son mensajes cuyo objetivo es la psique. Los cañones, lanza misiles o fusiles son los medios de comunicación.

Para las guerras que son militares, como Irak, Libia, Siria, Ucrania, Yemen, etc. se creó en el año 1958 la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de la Defensa de Estados Unidos (DARPA, por sus siglas en inglés Defense Advanced Research Projects Agency) con la finalidad de desarrollar un programa de construcción del “guerrero perfecto” con tecnologías de punta en neurociencias, informática y robótica. Para el año 2015 contaba con un presupuesto de 2915 billones de dólares. En estos momentos trabajan en (1) “protética neuronal”, un proyecto en el que instalan interconexiones de los mecanismos mentales en robots vivientes cuyos movimientos pueden controlarse mediante implantes cerebrales. (2) Cascos de retroalimentación cognitiva que proporcionan la capacidad para examinar remotamente el estado mental individual de los soldados. (3) tecnologías de Resonancia Magnética Nuclear funcional en lo que se ha denominado “huellas dactilares del cerebro”; (4) armas de pulso supuestamente no letales y otros interruptores neuronales como herramientas de “control de disturbios”; (5) armas neuronales utilizadas por agentes biológicos para estimular la liberación de toxinas neuronales; (6) estimulación de estructuras sensoriales creando sensores sintéticos superiores; (7) sistema tecnológico cognitivo de advertencia de amenazas a través de un portátil que utiliza algoritmos visuales cognitivos de procesamiento y un operador neuronal para la detección de firmas; (8) Diseño de nuevas armas biológicas (9) vehículos nano-aéreos muy pequeños y ultralivianos para operaciones urbanas.

En países colaboracionistas cuyos gobiernos han mantenido políticas entreguistas a Estados Unidos como es el caso de México y Colombia, la neuroguerra es dirigida a la primera infancia a través del maltrato y a climas emocionales de violencia, de manera tal que cuando estas niñas y niños lleguen a la adultez sean drogadictos, suicidas y delincuentes, es decir, candidatos potenciales a paramilitares que protejan los narconegocios, el abigeato, los latifundios, la prostitución, el lavado de dólares, el terrorismo, etc. del capitalismo. La neuroguerra, dice Kamelman, utiliza el “neuromarketing para manipular la Economía global y los Mercados y también para contraatacar a su enemigo en las sombras a través de operaciones de inteligencia en esta guerra sin tiempo”.

Razón tenían el humanista francés François Rabelais (1494-1553) y el político venezolano Simón Rodríguez (1769-1854) cuando dijeron: “la ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma” y “la enfermedad del siglo es una sed insaciable de riqueza”.

* Publicado el 3 de marzo de 2017 en la Agencia Latinoamericana de Información (Alainet).

 

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