“No es un soplo la vida”, poemario de Daniel Beltré: una interpretación (7 de 8)

Por Virgilio López Azuán.

El ser ha alcanzado la liberación. Y sin perder el rumbo, el poeta nos presenta después del poema “Edén”, el titulado “Sin equipaje”, donde el ser hace su presentación formal, viene “desnudo como adularia, flotando en una alfombra de sal” (pág. 149).

 (El limbo y otros poemas: saltos en el discurso)

Hasta aquí el poeta ha proclamado el renacimiento del ser y con “Alétheia” nos lo muestra, ya no está escondido, ya es ser de luz, es verdad; nada ni nadie lo supera porque es el fin de la penumbra: “Toda penumbra se agota / Nada supera a la luz” (pág. 137). El poema siguiente es el “Último limbo” y presenta un salto hacia atrás en el discurso aducido anteriormente. Después de la plenitud, el ser cae en el “limbo”, el cual es explicado por el catolicismo como un estado o lugar temporal donde están las almas de personas creyentes en el cristianismo, de aquellas personas muertas antes de la resurrección de Jesús. No imagino cuales motivos condujeron al autor a dar este salto. Reflexiono: quizá el ser hecho luz domina todos los estadios o lugares temporales e intemporales. Este puede saltar del limbo al infierno, del purgatorio al paraíso, cosa que no lo hubiera podido hacer antes de la autorrealización. Ascender al paraíso debiera hacerse de forma gradual, quizá como lo explican los metafísicos o la simbología de Dante de Alighieri en la Divina Comedia.

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