¿Otra salida conservadora de una coyuntura?

César Pérez.

El último desmantelamiento de una de las estructuras políticas de carácter delincuencial recientemente hecha por el Ministerio Público, por su complejidad y extensión, por el nivel de involucramiento en ellas de las altas instancias del PLD y los vínculos cuasi primarios de sus principales integrantes con el entonces presidente de la República, son alarmantes indicadores de que estábamos inmersos en un tipo de poder que, como las dictaduras, tendía hacia el absolutismo perfecto y la perpetuidad. Por consiguiente, del gobierno que lo sucedió se espera una transición hacia una gestión de lo público no solo transparente, sino de institucionalización y democratización del país, sustentado en la inclusión social en sentido lato.

Desde el ajusticiamiento de Trujillo se han presentado diversas coyunturas con potencial para, definitivamente, democratizar el país desde una perspectiva del reconocimiento de los derechos fundamentales de las mayorías, del pueblo simple y de sectores medios sensibles a los reclamos de un gobierno eficiente, pero democrático. Sin embargo, en cada una de ella ha primado la tendencia hacia los acuerdos entre las élites políticas en los que se imponen las trapisondas de esas élites y de los poderes fácticos que, sistemáticamente, han desconocido las más elementales aspiraciones de esas mayorías, a veces representadas por colectividades políticas y sociales.

La primera transición hacia un sistema político basado en un sistema de partido competitivo para la alternancia en el poder fue abortada con el golpe de Estado a Bosch y al entonces PRD, orquestado por los sectores conservadores. Por lo cual, la salida a la coyuntura post dictadura trujillista para democratizar el país la impuso el conservadurismo político, económico, social y eclesial. Una vez vuelto al poder en 1978, el referido partido tuvo ante sí la oportunidad de encabezar una transición democrática, asumiendo la demanda de inclusión social de sus bases, pero se decantó por una opción conservadora excluyendo de cualquier instancia de poder a Peña Gómez que personificaba esa demanda. A pesar de que se le puso fin al reinado de Balaguer, el conservadurismo impuso su agenda.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.