Pasó Glasgow, ¿y ahora qué?
ALMAYADEEN. Las promesas sobre el clima hechas en Glasgow, Escocia, dependen ahora de un puñado de poderosos líderes. En Washington, Pekín, Nueva Delhi y otros lugares, los gobiernos se enfrentan a fuerzas conflictivas -políticas, sociales y económicas- que determinarán sus próximos pasos en el esfuerzo por evitar una crisis climática, aseguró un análisis que publicó el diario estadounidense The New York Times.
Tal vez la Cumbre Climática COP26 solo logró mantener el tema entre las preocupaciones de muchas personas en el mundo pero sin lugar a dudas alcanzó a afianzar el tema sobre los peligros que avanzar junto al cambio climático, en especial la desaparición de muchas especies.
El análisis del The New York Times, suscrito por Somini Sengupta, considerada una experta en el asunto por su sistemática cobertura del tema y su atinada aproximación, aborda lo que viene después de la confrontación de ideas de más de 190 naciones sobre el problema.
Después de dos semanas de discursos elevados y amargas negociaciones entre casi 200 naciones, la cuestión de si el mundo logrará un progreso significativo para frenar el calentamiento global todavía se reduce a las acciones de un puñado de naciones poderosas que siguen en desacuerdo sobre la mejor manera de abordar el cambio climático señalo la periodista en su valoración.
Describió Sengupta que fue “un acuerdo muy reñido en el que se pide a los países que vuelvan el año que viene con objetivos de reducción de emisiones más estrictos y se promete duplicar el dinero disponible para ayudar a los países a hacer frente a los efectos del calentamiento global”, algo que sin dudas abarca muchas “promesas”, las cuales en general solo sirven para emborrar cuartillas.
No obstante se dieron momentos significativos cuando por primera vez se habló de los combustibles fósiles como los principales depredadores del clima.
Plantea Sengupta que aun si los países cumplen todas las promesas de emisiones que han hecho, siguen poniendo al mundo en una peligrosa senda hacia un planeta que se calentará unos 2,4 grados centígrados en el año 2100, en comparación con la época preindustrial.
Pese a que no se concretaron medidas efectivas, Glasgow si reafirmó las alarmas de que el cambio climático prepara el terreno para que empeoren las tormentas, los incendios forestales, las sequías y el aumento del nivel del mar, así como para los trastornos sociales y económicos que acompañarían a una crisis climática cada vez mayor.
Está en manos de un puñado de líderes políticos de todo el mundo -en capitales como Washington, Pekín y Nueva Delhi- avanzar en combatir el fenómeno y adelantar medidas pero estos se enfrentarán a una compleja combinación de presiones: los intereses de la industria que se interponen en el camino de las regulaciones, las demandas de los países en desarrollo de dinero para ayudarles en la transición de los combustibles fósiles, y un movimiento cada vez más ruidoso entre los ciudadanos para frenar las emisiones más rápidamente y ofrecer lo que ellos llaman justicia climática, puntualizó el análisis.
Al respecto Sengupta citó a Mikaela Loach, una joven británica que demandó al gobierno británico por un proyecto de petróleo y gas.
«No podemos sentarnos y esperar a que los gobiernos tomen las decisiones correctas», escribió. «Todos debemos formar parte de los movimientos. NOSOTROS tenemos que actuar para acabar con la era de los combustibles fósiles».
También este fin de semana Greta Thunberg, la joven activista por el clima, criticó a Estados Unidos por sus ventas de arrendamientos de petróleo en alta mar.
El éxito o el fracaso podrían acabar dependiendo en gran medida de lo que propongan los reguladores gubernamentales, dijo Simón Stiell, ministro de Medio Ambiente de Granada, una nación insular caribeña especialmente vulnerable a la subida del nivel del mar. «Espero que haya un desfase importante entre las promesas y el momento en que se llegue a la zanahoria y el palo», dijo. «Esa parte no forma parte de las discusiones que tuvieron lugar».
No estaría mal responder a la interrogante inicial. Pasó Glasgow, ¿y ahora qué?, el tiempo para actuar se está acabando, y los que más protestan son las generaciones jóvenes y las mujeres cuando el poder de decisión está en manos en su mayoría de personas mayores y hombres.