Producción de tabaco en peligro por escasez de mano de obra

Estamos trabajando de forma mancomunada, los productores de tabaco y el Estado. Aunque se hacen esfuerzos por mantener la producción, la escasez de mano de obra, agravada por las deportaciones masivas, está afectando directamente este sector que requiere tanta gente para sostenerse”, afirma Freudys Rodríguez, productor de la zona norte del país.

La importancia de este sector es alta, pues el tabaco en República Dominicana no solo es una tradición agrícola, sino un potente generador de empleos, divisas y desarrollo rural. Según datos del Instituto Nacional del Tabaco (Intabaco), esta industria mueve anualmente más de US$1,340 millones, lo que representa el 10 % de todas las exportaciones nacionales, colocándolo como el tercer producto más importante, solo por detrás del oro y los insumos médicos.

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Para conocer de cerca la realidad en que se encuentra, el equipo de Panorama se trasladó hasta la comunidad de Aminilla, en la línea divisoria entre Santiago Rodríguez y Dajabón, una zona tradicionalmente ganadera, pero que también vive de la producción de hojas de tabaco, esenciales para la elaboración de puros dominicanos que hoy conquistan el mercado internacional.

Productores abogan por mayor mecanización en la industria

El producto de tabaco Freudys Rodríguez, manifestó su interés en que se integren más tecnologías al proceso productivo. Explicó que ha presentado ante el Instituto del Tabaco (Intabaco), diversas propuestas para facilitar el trabajo en el campo y avanzar hacia una producción más moderna y eficiente.

“Estamos entregando al Instituto del Tabaco un sinnúmero de informaciones con el objetivo de mecanizar la mayoría de las labores agrícolas que pueden automatizarse, como la siembra, el desyerbo, el abonado y las fumigaciones. Estas últimas se pueden hacer con drones agrícolas, lo que permitiría reemplazar la mano de obra extranjera —que usualmente utilizamos— por uno o dos jóvenes dominicanos capacitados técnicamente para aplicar productos fitosanitarios de forma más eficiente”, explicó Rodríguez.

Rodríguez alertó, además, sobre la disminución constante de productores de tabaco en la zona. “De más de siete mil productores que había, ahora apenas quedan unos tres mil. Y sigue bajando. La mano de obra que usamos es ineficiente y, además, costosa. Eso afecta directamente la producción”, advirtió.

“El tabaco no es un cultivo sencillo. Es un trabajo intenso que requiere mucha gente. A diferencia de otros cultivos que se pueden manejar con una o dos personas, el tabaco dinamiza la economía local y demanda precisión: si una labor debe hacerse hoy, no puede dejarse para mañana. Y estamos enfrentando deportaciones masivas, escasez de mano de obra y, encima, la que queda no es eficiente. Todo eso está afectando seriamente la industria”, concluyó.

Intabaco apuesta por mayor articulación en la cadena del tabaco

Tras las preocupaciones expresadas por productores de tabaco de la zona norte del país sobre el impacto de las deportaciones, la escasez de mano de obra y la necesidad de modernización del cultivo, el Instituto del Tabaco (Intabaco) asegura que trabaja para fortalecer el sector y garantizar que los beneficios de la industria lleguen también a los pequeños cosecheros.

En conversación con Panorama, el director de la institución, Iván Hernández Guzmán, afirmó que uno de sus principales logros ha sido articular la industria con el sector público y los productores.

“Hemos sostenido reuniones para coordinar la próxima zafra tabacalera, con el objetivo de que esa bonanza de los US$1,340 millones en exportaciones también beneficie al pequeño agricultor”, destacó el funcionario a este medio.

Un plan para los pequeños cosecheros

Como parte de esta estrategia, Intabaco ha identificado a un grupo de cosecheros que participarán en un nuevo plan que incluye asesoría técnica, análisis de suelo, entrega de semillas certificadas y acompañamiento desde la siembra hasta la comercialización directa con los industriales.

“El productor, cumpliendo con buenas prácticas, podrá vender directamente su hoja a las empresas, lo que representa una mejora significativa en sus ingresos”, explicó Hernández Guzmán. Productores de Azua, San Juan, Santiago Rodríguez y Santiago forman parte de esta iniciativa, que busca mejorar la calidad de la materia prima y reducir las importaciones.

El director destacó además que el trabajo del Instituto está estrechamente vinculado con otras entidades como el Ministerio de Agricultura que preside el directorio de Intabaco, el Ministerio de Industria y Comercio, el Banco Agrícola y el Consejo Nacional de Zonas Francas.

A través del Banco Agrícola, el Gobierno ha destinado más de RD$5,000 millones en financiamiento al sector tabacalero, de los cuales más de 200 millones han sido otorgados a tasa cero. “Gracias a esto, hemos logrado recuperar zonas que antes no se sembraban, como Santiago Rodríguez, donde ya hay una cooperativa de 60 jóvenes que cultivan 3,500 tareas, con miras a llegar a 5,000 este año”, afirmó.

A los que aún esperan apoyo

Frente a los reclamos que han circulado en redes sociales por parte de productores que aseguran no estar recibiendo el respaldo necesario, Guzmán reconoció que “puede haber casos puntuales”, pero subrayó que el Instituto da cobertura cada año a más de 3,500 productores en todo el país, y que siempre están abiertos a escuchar.

“Nos reunimos con algunos de esos productores. A quienes se sientan excluidos, les reiteramos que nuestras puertas están abiertas y que tenemos técnicos en 15 provincias. Queremos que todos se integren y se beneficien”, indicó.

Más producción, menos importaciones

En los últimos cuatro años, la superficie sembrada de tabaco en el país creció de 100 mil a 150 mil tareas, y la meta, según el director de Intabaco, es mantener un ritmo de crecimiento que permita abastecer la demanda nacional con producción 100% local.

“La idea es que todo el tabaco que se use en la industria dominicana se cultive aquí, con nuestras manos, tierra y clima. Que seamos autosuficientes”, expresó.

Denominación de origen

Uno de los ejes más relevantes del nuevo enfoque es el desarrollo de normas de calidad y la implementación de una denominación de origen del tabaco dominicano. En agosto se someterán a vistas públicas cinco normativas, incluyendo una que regulará el uso de la etiqueta “100% dominicano”.

“Un cigarro solo podrá decir que es 100% dominicano si al menos el 90% de sus componentes fueron producidos en el país. No basta con ensamblarlo aquí si la materia prima viene de fuera”, explicó el titular de Intabaco.

El cigarro dominicano como embajador mundial

La República Dominicana produce actualmente 182 millones de cigarros premium al año, reconocidos internacionalmente por su calidad. El 88% de esas exportaciones va a Estados Unidos, el 10% a Europa y el resto a Asia y otros mercados. Esta industria representa el 10% de todas las exportaciones del país, no solo agrícola.

Guzmán destacó que intentan mantener esta calidad, por lo que cada año, 3,500 productores reciben acompañamiento técnico con préstamos gestionados a través del Banco Agrícola y programas de enlace directo con grandes industriales como Arturo Fuente o Guillermo León. Gran parte de esta industria está organizada bajo Procigar, la asociación de productores más grande del país, que agrupa a fabricantes como La Aurora y otras compañías radicadas en zonas como Tamboril.

Una industria sostenible y resiliente

Sobre la sostenibilidad de la industria frente al cambio climático, explicó que el tabaco tiene una ventaja crucial: su ciclo productivo inicia en septiembre y termina en febrero, fuera de la temporada ciclónica. “Eso nos da estabilidad. Además, con el clima más fresco del otoño e invierno, hay menos plagas y mejores condiciones para el cultivo”, explicó.

Variedad, innovación y liderazgo

República Dominicana es uno de los pocos países que produce cinco tipos de tabaco con 22 variedades, adaptadas a los diferentes suelos y regiones del país, entre las que destacan la Corojo, Pitrinche e incluyendo la Intabaco T13, una cepa creada localmente y patentada en 2022, tras 11 años de investigación, resistente a plagas como la “Pata prieta” y el “Moho azul”.

En cuanto a producción, el país elabora más de 8,400 millones de cigarros al año, de los cuales 181 millones son premium y hechos completamente a mano, mientras que más de 8,200 millones se producen mediante maquinaria en las 160 empresas procesadoras que operan en territorio nacional.

El arte de hacer tabaco: entre las manos expertas

Su elaboración es un proceso meticuloso que mezcla ciencia, paciencia y arte, ejecutado por manos que dominan cada detalle de principio a fin.

“El cigarro es una artesanía”, explica Mercedes, instructora en la escuela técnica especializada que está ubicada en Intabaco. Allí, instruyen jóvenes de comunidades rurales para que aprendan a transformar la hoja en un producto de exportación premium.

El proceso comienza con la tripa, el corazón del cigarro, formada por una mezcla equilibrada de hojas secas: el seco y el ligero, este último más fuerte, pese a su nombre. Estas hojas se combinan según fórmulas específicas que varían según la casa fabricante. Luego se envuelven con el capote, una hoja más resistente que da forma al cuerpo del cigarro, también conocido como empudio.

Una vez moldeado, el cigarro se prensa para darle consistencia y forma uniforme. “Debe quedar parejo, tener el tiro correcto y lucir impecable”, dice Mercedes. Tras la prensa, se aplica la capa, una hoja delgada, flexible y sin imperfecciones, que define el acabado estético del cigarro. Es la parte más costosa y delicada del proceso, y la razón por la que muchas empresas prefieren contratar mujeres, por su precisión manual.

Actualmente, más de 40,000 personas trabajan en la industria del tabaco en zonas francas, representando el 20% del empleo total en este régimen. De ese total, el 63% son mujeres, cifra que excluye trabajos indirectos como transporte, empaque, alimentación y diseño, lo que eleva la cifra a más de 130,000 empleos en la cadena completa.

En el municipio de Tamboril, cuna del tabaco dominicano, Hernández Guzmán asegura que hay “pleno empleo”, y que el modelo se ha replicado en nuevas zonas francas, como San Juan, donde ya se han creado más de 500 nuevos puestos de trabajo.

Asimismo, Intabaco cuenta con una escuela de formación de tabaqueros en alianza con Infotep, que certifica y ofrece capacitación agrícola a productores y entrenamiento a jóvenes con el programa 14/24 como nuevos artesanos para facilitar su inserción laboral en fábricas reconocidas entre ellas General Cigar y Tabacalera García.

El proceso de la elaboración del tabaco, concluye con el despalillado, que consiste en quitar la nervadura central de las hojas. Según su destino (tripa, capote o capa), la hoja se trabaja de forma distinta. Luego, los cigarros pasan al proceso de secado, donde se elimina la humedad antes de su comercialización.

“Aquí no solo enseñamos a hacer cigarros, enseñamos a tener una profesión”, afirma un profesor. Desde este taller, han egresado más de 600 jóvenes ya insertados en la industria. “Las empresas nos llaman directamente para emplearlos. Saben que salen preparados”.

El desarrollo del tabaco en República Dominicana no solo representa una actividad económica, sino una herramienta para dinamizar las zonas rurales.
Panorama.

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