Rodrigo Castañeda, de la FAO: “El desafío de erradicar el hambre aún está vigente”
DL. El mundo no logrará el objetivo de hambre cero para 2030 si continúan apareciendo crisis. El hambre no es por falta de alimentos porque se producen los alimentos suficientes, pero 828 millones de personas siguen padeciendo subalimentación, según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés).
En la región de América Latina y el Caribe, 56 millones de personasvivieron con hambre para el 2021. En contraste, la República Dominicana redujo los niveles de hambre en el último año, a pesar del impacto de la pandemia del COVID-19. Pero aún, el país reporta una prevalencia en subalimentación de 6.7 % y aumentó la cantidad de personas que no pueden pagar por una dieta saludable.
La preocupación de Rodrigo Castañeda, representante de la FAOen República Dominicana, es elsobrepeso y la obesidad en los escolares de 5 a 19 años, que ronda el 30 %. Con Castañeda se habló sobre el Día Mundial para la Alimentación, que se conmemoró ayer, 16 de octubre, el hambre y seguridad alimentaria.
¿Por qué un Día Mundial para la Alimentación?
Lo que nosotros queremos recordar es que el desafío de erradicar el hambre y la pobreza aún está vigente, sobre todo en este tiempo que nos hemos alejado del cumplimiento de la agenda 2030. Todavía en la región (a pesar de que hemos avanzado), producto de una serie de crisis que todo sabemos: guerra, cambio climático, el COVID, el alza de precios, hay un porcentaje importante de la población que ha quedado fuera del desarrollo.
Hay que volver a retomar la agenda 2030, pero sin dejar a nadie atrás. Eso es lo importante en el día de hoy. En el mundo hoy existen 828 millones de personas que tienen hambre. Eso significa que han pasado al menos un día sin comer. Si tú lo llevas a la región de América Latina y el Caribe estamos hablando de 56 millones de personas que están en esas condiciones.
Son cifras preocupantes que nos ponen en un doble desafío de retomar esa agenda 2030 para poder cumplir un mundo más sostenible, más inclusivo, y donde todos tengan acceso a alimentos nutritivos y saludables porque comer no es lo mismo que tener seguridad alimentaria, son dos conceptos distintos.
Seguridad alimentaria es más amplio, que incluye no solo acceder a alimentos que te den el mínimo de energía para desarrollar tu vida (eso es indicador de hambre). Seguridad alimentaria incluye eso, más que los alimentos que consuman sean nutritivos, inocuos, saludables.
—Entonces no podemos hablar de hambre cero para el 2030, que está casi a la vuelta de la esquina.
Está en la otra puerta. Pero sí, se complicó muchísimo, hay más o menos una década de retroceso. Cuando el mundo y la economía estaban en alza estaba mucho más cerca, había avances muy importantes, pero producto de una serie de crisis: el COVID19, los precios de la energía que han aumentado, ha disminuido el poder adquisitivo de muchas familias, nos hemos alejado bastantes.
Hay que redoblar esfuerzos, las instituciones y los gobiernos se van a ver mucho más estresados para cumplirlo. Todavía queda un par de años para ver si se puede avanzar. Es muy difícil cumplir la agenda 2030 sobre todo el tema de erradicación de hambre, pero no hay que perder la esperanza.
—¿Cómo está apoyando la FAO en esto?
En la región, nos centramos en el cambio climático, en agricultura familiar, en promover dieta saludable, en integrar a la mujer a todo el desarrollo. Un dato interesante, en término de inseguridad alimentaria, la mujer tiene un 15 % más que los hombres en posibilidad de caer en inseguridad alimentaria. Por lo tanto, nuestros programas se focalizan en jóvenes y mujeres, integrarlos a la cadena de valor, a la generación de ingresos, a acceder a alimentos más saludables.
Tenemos una serie de programas que tratan de demostrar cuáles son los modelos y cuáles son los caminos que se podrían constituir en políticas públicas.
—El país redujo el indicador hambre, pero aumentaron las personas que no pueden pagar por una dieta saludable.
La República Dominicana fue uno de solo dos países que redujeron el indicador hambre, que es el ODS 2.1.1 y es el que cuida la FAO. Eso es muy importante, porque habla de un país que tiene estructura, que tiene institucionalidad, que tiene programas, que tiene una inversión pública en esos temas. Pero eso es hambre y, como decía, hay un tema de inseguridad alimentaria.
La región tiene los costos de la alimentación saludable más caros del mundo; a la persona le cuesta más comprar. Aunque tu decisión sea comprar dieta saludable, por un tema de acceso físico, es más difícil encontrarla. ¿A quién afecta eso? A los mismos de siempre, a los pobres, a los vulnerables, a las mujeres rurales, a los niños, a los ancianos. Y ahí nuestra solicitud: sin dejar a nadie atrás.
Cuando combinas ese desierto alimentario, con el costo de los alimentos, se produce una combinación nefasta que hace que, sobre todo las familias más pobres, cambien su acceso a dieta saludablepor una ultraprocesada, que es más barata y porque está más cerca.
Vas a ir consumiendo solo calorías vacías, sin nutrientes, sin proteínas… y al final eso afecta tú salud y afecta al país porque hay un gasto público enorme. Nosotros decimos que el costo del hambre es equivalente al 2.7 % del PIB, que es lo que se gasta el Estado en salud, en remedios, en hospitales, para combatir todo lo que el sistema alimentario que te llevó a consumir alimentos ultraprocesados.
—¿Ese es parte del costo de la doble carga nutricional?
Es el costo de la malnutrición porque tú tienes 6.7 % de personas que aún no consiguen llegar a su cantidad de ingesta de alimento mínima, en términos de energía. Y, por otro lado, tienes un gran porcentaje de la población que sobrepasa eso, pero por alimentos no saludables, ultraprocesados; tienen sobrepeso y obesidad.
Nuestra preocupación más grande son los niños. Los escolares de 5 a 19 años tienen un 30 % de sobrepeso y obesidad. ¿Tú qué estás generando? Una generación futura de dominicanos que tendrá problemas de salud y un Estado con una carga de impuestos y una carga social enorme. Entonces, si tú no tomas medidas para reducir eso y poner el foco en esa población más vulnerable será muy difícil.
—En el mundo hay hambre no por falta de alimentos, porque la producción está.
La producción está y se desperdicia muchísimo…
—Entonces, producir más no es la solución.
No es el problema, pero es necesario. No estamos diciendo que no hay que producir. Para el 2050, se espera que se tenga que aumentar en un 60 % la producción en el mundo. Pero no es sinónimo de exclusividad que, aumentando la producción, bajará el hambre, porque el hambre y la seguridad alimentaria tienen que ver con el acceso a los alimentos y no es solo físico, ese acceso es económico. La gente no come porque no tiene dinero.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha apoyado a las autoridades del país con varios proyectos:
- Ganadería climática inteligente: proyecto que promueve ganadería sostenible para reducir en un 41 % de las emisión de carbono por finca y aumentar la rentabilidad de la producción de lecha a 1.5 litros por vaca al día.
- Villa Poppy: apoyo a la estrategia de desarrollo sustentable que ayudará a incrementar los ingresos a comunidades vulnerables a través del mercado.
- Alimentación escolar: mejorar los menús y vincularlos a la agricultura familiar.
- Modelo de vinculación de la agricultura familiar a la cadena de valor del turismo.