Régimen de salud |
Seguro Familiar de Salud |
Seguro de Vejez |
Riesgos Laborales |
Contributivo |
15 meses |
18 meses |
15 meses |
Subsidiado |
18 meses |
36 meses |
No aplica |
Contributivo Subsidiado |
24 meses |
48 meses |
No aplica |
La falta de aplicación de la Seguridad Social es lo que nos caracteriza en un eslabón muy débil con respecto a la cobertura de la fuerza laboral, actualmente solo un 40-42%. Esto propicia un denodado desequilibrio con la seguridad social, pues del 58.8% de los empleos son informales, alrededor de un 97% no cotiza en la Seguridad Social y cerca de un 92% de los trabajadores independientes tampoco lo hace. ¡La universalidad, solidaridad, obligatoriedad, equidad: principios cardinales del Sistema, son obviados de manera olímpica!
De los 10.7 millones de dominicanos, más 700,000 extranjeros, que suman 11,500,000; 8.5 millones representa lo que se llama Bono demográfico, esto es, seres humanos en edad productiva, no obstante, tenemos un desempleo ampliado de 15.5%. En los jóvenes es de 32%. Un Bono demográfico que debería ser una ventaja comparativa no ha podido aprovecharse y convertirlo en una ventaja competitiva por el modelo de exclusión y por la falta de inversión en Capital Humano (Salud – Educación. Salud: 1.9% del PIB, a lo sumo 2%, la Región: 4.5%. Protección social: 8.5% del PIB, la Región: 11.8%). “En el 2006, la Seguridad social representa solo un 17.5% del gasto público en salud, y en el 2015 representaba el 50.1”. Todavía muy por debajo del promedio regional.
El Capítulo V, referido a las Administradoras de Riegos y Seguro Nacional, contenido en los Artículos 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, desde una perspectiva humana y de salud, esta estructura no debería existir como parte de la arquitectura organizacional del Sistema de Seguridad. Un puente innecesario que no agrega ningún valor (plus) al proceso entre el usuario, la prestadora de servicio de salud y el profesional de la salud. Una empresa decide qué pagar, qué suministrar, qué brindar, hasta donde, en qué condiciones, sin tomar en cuenta para nada la situación del paciente. Al final, le pagan muy poco a los que hacen el trabajo, a las clínicas y las personas tienen que pagar el famoso copago o gasto de bolsillo.
Hay una pérdida de calidad pues los mejores especialistas no forman parte de ninguna ARS o, en el “mejor de los casos”, nos sangran los bolsillos. Somos el país que más paga copagos en la Región. Representa el gasto de bolsillo más que la inversión en Salud, en la actualidad. La salud como mercancía y, en consecuencia, como parte del Dios ganancia, se visibilizó con mayor crudeza en medio de la pandemia del COVID-19. No cubrían las PCR y el Estado tuvo que pagarle más de RD$5,000 mil millones de pesos. Luego, para aplicarle una sola prueba de PCR sin costo, deberíamos de pagar la prueba de antígeno entre RD$1,800.00 a RD$2,000.00 en los laboratorios.
En medio de la desgracia que ha implicado el despreciable virus: más pobreza, más desigualdad, más desempleo, menos ingresos, más crecimiento del empleo informal, ellos ampliaron sus ganancias, su rentabilidad. La salud como mercancía ha sido el éxito de los intermediarios financieros. La corporativización financiera, vía los servicios de salud, ha posibilitado una plusvalía sin par a estos actores del Sistema. Ellos son culpables, no obstante, en el juego de la jerarquización de las culpabilidades, la elite política es la que acusa mayor responsabilidad. Además, cuando la Comisión Ejecutiva de la Reforma a la Salud creó el anteproyecto conjuntamente con el primer Gerente General del Sistema de Seguridad social, el mismo sufrió muchas mutaciones por parte de los congresistas de entonces.
No hay ningún país con una democracia de mediana intensidad, como la nuestra, donde el sector empresarial tenga tanta incidencia en las leyes y en la política pública. En el interesante libro Salud, Visión de futuro: 20 años después, de Magdalena Rathe y Pamela Suero, ellas dicen “Una parte importante de la población todavía está fuera del sistema reformado. Existen graves problemas de eficiencia y calidad de los servicios. La protección financiera es limitada y no hay claridad en los derechos que tiene la población aun estando asegurada. El financiamiento público es insuficiente. Aun se necesitan ingentes esfuerzos para alcanzar la cobertura universal con equidad”.
No cabe duda que los “puentes” que resquebrajan el Sistema de Seguridad Social son, 503 años después, al decir de Yuval Noah Harari en su libro Sapiens, en el capítulo 10: El olor del dinero, página 196 “…. Cuando los nativos preguntaron a Cortés por qué los españoles tenían tal pasión por el oro, el conquistador contestó “tenemos yo y mis compañeros mal de corazón, enfermedad que sana con ello”. ¡Es lo que hacen los actores privados con las necesidades sociales colectivas, afectando lo público, para tener más dinero, más ganancia a través del Dios Mercado, que es el mismo dios de la plusvalía!