Sergio Moro y el FBI
Una reciente investigación de Agencia Pública afirma que Sergio Moro, exministro de Justicia del Gobierno de Bolsonaro y máximo juez del Lava Jato, fue el encargado de garantizar la actuación del FBI en Brasil durante los últimos años.
El FBI tiene prohibido realizar investigaciones en territorios extranjeros, ya que carece de jurisdicción en otros países.
Las conexiones entre Moro y los órganos de justicia e inteligencia de EEUU no son nuevas. Esta relación fue revelada preliminarmente por Wikileaks cuando se dio a conocer la existencia del Bridges Project en octubre de 2009, aunque el empeño de parte de las distintas Administraciones estadounidenses por subordinar la seguridad brasileña a su propia estrategia e intereses nacionales data de años anteriores. Durante los 90, el entonces jefe del FBI en Brasil, Carlos Costa, concedió varias entrevistas al periodista Bob Fernandes en las cuales reveló sin disimulo diversos hechos que demuestran este tipo de vínculo. En 2004, Costas reconoció que la Policía Federal de Brasil «se siente inferior y desmoralizada debido a la dependencia de los fondos del Gobierno de los Estados Unidos».Luego de los atentados contra las Torres Gemelas de 2001, las autoridades estadounidenses comenzaron a utilizar el «terrorismo» como chivo expiatorio para la consecución de objetivos injerencistas en distintas partes del mundo, incluido Brasil.
La investigación
El 18 de marzo de 2019, Sergio Moro y el ahora exdirector de la Policía Federal (PF), Mauricio Valeixo, se reunieron en Washington con el entonces secretario de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, y el director del FBI, Christopher Wray. Ambas partes firmaron un acuerdo con el fin de legalizar el «intercambio de información sobre grupos criminales y terroristas a través del acceso compartido al registro de huellas dactilares y otros datos de identidad».
En octubre de 2019, el presidente Jair Bolsonaro firmó un decreto para unificar la base de datos que reúne la información biométrica de ciudadanos y ciudadanas de todo Brasil.Según el tratado firmado en Washington, EEUU puede acceder a los antecedentes de cualquier persona considerada «sospechosa», independientemente de que luego se pruebe su inocencia ante tal o cual delito. Conforme a esta disposición, el marco legal de actuación por parte de las autoridades estadounidenses para acceder a información confidencial es bastante laxo, más si se considera la relación de subordinación que mantiene el Gobierno de Bolsonaro para con las políticas que emanan desde Washington.
En la misma reunión, Valeixo firmó otro acuerdo, pero con el Jefe de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU, Kevin McAleenan, que autoriza la asignación de un agente del Departamento de Seguridad Nacional de EEUU dentro de la PF de Brasil, con el fin de «coordinar las acciones de seguridad fronteriza».
En medio del escándalo Vaza Jato, Moro realizó un viaje cuya agenda no fue revelada. Agencia Pública informó que el entonces ministro de Justicia de Brasil preparaba la instalación del Centro de Fusión o Centro Integrado de Operaciones Fronterizas (CIOF).El CIOF es una oficina de inteligencia ubicada en la Triple Frontera (Foz de Iguazú). El proyecto fue creado en base a un edificio «modelo» de la DEA que se encuentra ubicado en la frontera entre EEUU y México. Según Agencia Pública, dicho establecimiento es «el proyecto soñado de la Embajada estadounidense» por el cual ha venido presionando a las autoridades locales desde hace 10 años. Tal como publicó WikiLeaks, en enero de 2008, el Gobierno de Lula se negó a clasificar de terroristas a los grupos que EEUU consideraba como tales.
La gira oficial de Moro comenzó el 24 de junio de 2019 y contó con la presencia de Mauricio Valeixo, director de la PF en ese momento, y otros dos funcionarios.
El itinerario incluyó dos visitas, una al centro de inteligencia de la DEA ubicado en El Paso (México) y otra a una oficina del FBI dedicada a la «lucha contra el terrorismo». Si bien Moro tuvo que regresar antes de tiempo, al segundo día de haber comenzado su itinerario, las tratativas continuaron hasta semanas después, cuando el exjuez recibió a una delegación estadounidense en el Palacio de Justicia de Brasilia. La comitiva estaba compuesta por el subdirector general del Departamento de Seguridad Nacional de EEUU, David Peter Pekoske.
El CIOF se abrió finalmente el 16 de diciembre de 2019, pero no sin antes ser ungido por «un pequeño séquito de estadounidenses» que visitó el recinto un mes antes y contó con la guía de Sergio Moro. El cónsul estadounidense en San Pablo, Adam Shub, y algunos miembros del FBI formaron parte del mismo.A mediados de julio de 2019, un mes después de que explotara el caso lava Jato, Moro tomó una licencia no remunerada por una semana para vacacionar en EEUU junto a su esposa. Según la investigación de Agencia Pública, existen fuertes indicios de que el exjuez se reunió en secreto con funcionarios del FBI. Cinco días posteriores al regreso de Moro, Walter Delgatti Neto fue detenido por la Policía Federal, después de haber confesado el hackeo de las cuentas de Telegram pertenecientes a miembros del grupo de trabajo de Lava Jato.
El agente Brassanini
Desde 2017, la oficina del FBI en Brasil está comandada por David Brassanini, aunque sus trabajos para esta filial se remontan, por lo menos, a 2006. Brassanini fue el encargado de coordinar el trabajo de la Embajada de EEUU en Brasilia, los consulados de San Pablo, Río de Janeiro, Recife, Belo Horizonte y Porto Alegre, incluido el trabajo dedicado a la investigación sobre el Lava Jato.
Un reporte elaborado por The Intercept Brasil y Agencia Pública reveló que ya en 2015 el FBI realizaba interrogatorios a denunciantes que estaban cerrando tratos con los fiscales en el marco de la operación Lava Jato. Los mismos se llevaron a cabo sin el conocimiento (ni el consentimiento) del Gobierno federal, en ese entonces a cargo de Dilma Rousseff.De acuerdo con la investigación de Agencia Publica, quien posteriormente se convirtió en jefe del FBI en Brasil participó de estas instancias de trabajo conjunto entre las oficinas judiciales de ambos países e incluso las calificó como «dignas de elogio».
Durante el Gobierno de Bolsonaro, Brassanini fue el responsable de que la posición de la Policía estadounidense cobrara mayor jerarquía en el esquema dirigido por Moro, concluye el informe.