Sostenibilidad y competitividad: aliados indispensables para redefinir la industria.

Eva Maneiro DíazCEO Hydnum Steel 

La industrialización siempre ha sido una crónica de innovación y progreso, marcada por avances tecnológicos que han transformado nuestra forma de vivir y trabajar. Ahora nos toca escribir un nuevo capítulo. Hoy, más que nunca, tenemos la oportunidad de liderar una nueva revolución, una que sitúe al ser humano y su entorno en el centro del cambio.

La sostenibilidad ha pasado de ser una aspiración para convertirse en una responsabilidad ineludible. Las decisiones que tomamos hoy impactan directamente no solo en nuestro entorno cercano, sino también en el equilibrio global y el futuro del planeta. La industria, como motor del desarrollo económico y social, debe evolucionar para responder a las demandas de un mundo que exige menos contaminación, mayor eficiencia y un enfoque más humano.

Lejos de enfrentarnos a un límite, estamos en el umbral de un momento transformador. La tecnología, que siempre ha sido motor de las grandes revoluciones industriales, nos ofrece ahora herramientas para repensar cómo producimos, consumimos y vivimos. Desde la inteligencia artificial hasta las energías renovables, contamos con soluciones que preservan los recursos naturales, mejoran la calidad de vida, fomentan la creación de empleo y fortalecen las comunidades.

Este cambio no es solo técnico; es profundamente humano. Es una invitación a construir un futuro donde la industria conviva con el medio ambiente y esté al servicio de las personas. Un modelo en el que sostenibilidad y competitividad no sean opuestos, sino aliados, y donde el progreso tenga como meta final el bienestar colectivo.

Es hora de avanzar hacia un concepto más ambicioso que la mera reindustrialización verde. Necesitamos una industria que no solo minimice su impacto ambiental, sino que contribuya activamente a regenerar y fortalecer los ecosistemas. La oportunidad es tan grande como el reto.

Un ejemplo claro de este enfoque lo encontramos en la siderurgia, un sector históricamente asociado a altos niveles de emisiones que hoy tiene la oportunidad de liderar el cambio. Producir acero sin emisiones de carbono ya no es una utopía; es una realidad técnica y una obligación ética. El acero verde representa más que una solución industrial, es un símbolo de que la sostenibilidad y la excelencia pueden avanzar de la mano, preservando el entorno mientras se mantienen los estándares más altos de calidad y competitividad.

En Europa, la demanda de acero verde podría alcanzar los 30 millones de toneladas en 2030, pero las capacidades productivas actuales están lejos de cubrir esa cifra. Desde la patronal del sector se advierte de que la desindustrialización de Europa se está acelerando. Según los datos que aportó a principios de este mes de diciembre el director general de la Asociación Europea del Acero, la producción de la UE se ha desplomado en 34 millones de toneladas desde 2018 –cayendo a 126 millones en 2023–. Las importaciones ahora representan el 27% del mercado de la UE.

Esto subraya la urgencia de actuar. Las empresas que apuesten hoy por tecnologías limpias, además de cumplir con las exigencias medioambientales, estarán en una posición estratégica para transformar el mercado. España tiene los recursos clave para acometer esta revolución: fuentes abundantes de energía renovable, infraestructuras avanzadas y un tejido industrial dinámico y adaptable. Aprovechar esta ventaja es una posibilidad estratégica, y una responsabilidad hacia el futuro.

Pero, me gustaría recalcar que la sostenibilidad industrial va mucho más allá de reducir emisiones, es una nueva forma de entender cómo usamos recursos esenciales, como el agua. Adoptar un enfoque circular significa transformar nuestra relación con los recursos, encontrando maneras de regenerarlos en lugar de agotarlos. Tecnologías avanzadas que permiten tratar y reutilizar aguas grises, tanto urbanas como industriales, demuestran que es posible minimizar nuestra huella hídrica y proteger un recurso tan vital como el agua. Cada gota reutilizada es un paso más hacia un futuro donde industria y naturaleza convivan en equilibrio.

Esta transformación va a tener también un impacto profundo en el tejido social. No hablamos solo de generar empleos, sino de crear trabajos de calidad que inspiren a las personas, atraigan talento y ayuden a retenerlo. Este modelo de industria sostenible tiene el poder de revitalizar comunidades, fortaleciendo la equidad social. En un momento en que muchas regiones enfrentan desafíos como la despoblación o la pérdida de tejido industrial, esta nueva visión representa una oportunidad para dinamizar el empleo y revitalizar territorios.

Pero este cambio estructural necesita un pilar fundamental, el respaldo decidido de las instituciones públicas. La colaboración entre el sector público y privado es el motor que permitirá superar los retos económicos y logísticos que plantea esta transformación. No basta con aplicar incentivos fiscales, es necesario trazar estrategias a largo plazo que impulsen la investigación, aceleren la adopción de tecnologías sostenibles y desincentiven prácticas perjudiciales para el medio ambiente. Un marco regulatorio claro, coherente y ambicioso es esencial para ofrecer seguridad jurídica a las empresas y fomentar la inversión en innovación.

El liderazgo político debe estar a la altura de la oportunidad histórica que tenemos. Europa tiene la posibilidad de marcar el ritmo en la transición energética e industrial, lo que requiere metas claras, vinculantes y alineadas con la neutralidad climática. Aunque los grandes acuerdos internacionales trazan el marco general de actuación, el verdadero cambio se forja en las acciones locales. Cada región, cada sector y cada comunidad tienen un papel crucial que desempeñar. La colaboración entre todos los actores será la clave para garantizar que esta transformación sea inclusiva y no deje a nadie atrás.

El éxito dependerá de la toma de decisiones bien fundamentadas que aprovechen las fortalezas que tenemos. España está en una posición privilegiada para liderar este cambio, demostrando que sostenibilidad y competitividad pueden ir de la mano. Ahora es el momento de actuar con determinación y demostrar que, además de en cifras, el desarrollo también se mide en su capacidad de mejorar la vida y respetar el entorno, porque esta transformación es posible, imprescindible e inevitable.
EFE VERDE

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.