Sueño entre piedras y zanjas: niños de La Bomba piden un play digno para jugar béisbol
En la comunidad La Bomba, al margen de la carretera Yamasá, en el distrito municipal de La Victoria, decenas de niños persiguen el sueño de Grandes Ligas, en un terreno de juego en precarias condiciones que los expone a lesiones y limita su potencial.
Pero la fuerza de voluntad de los infantes y entrenadores, puede más que el riesgo que representa la zanja que bordea toda la línea derecha del play y otra que limita el espacio del jardín derecho, que bien aprovechan las vacas para alimentarse.
Esperanza
A pesar de estas condiciones, la comunidad mantiene con esfuerzo una liga infantil activa, equipos de softbol de adultos y un equipo femenino, que entrenan sin recursos y sin seguridad.
«Que arreglen el pley porque nosotros, venimos a liga a jugar y no podemos. Allí hay una zanja que daña las pelotas y unas piedras, y cuando vamos a parar un rolling, la pelota puede golpearnos mal. Ni lo quiera Dios. Hay que arreglar el pley para que eso no suceda», dijo el niño Kendry Gil, uno de los jugadores más jóvenes del sector.
La realidad es compartida por entrenadores y líderes comunitarios, que día tras día intentan mantener la disciplina del deporte en medio de una infraestructura prácticamente en ruinas.
«Aquí juegan entre 50 y 60 niños de la comunidad. También hay dos equipos de softball de adultos, Los Sin Refuerzos y Los Bravos, y un equipo de niñas que también necesitan este espacio», explicó Máximo de la Cruz (Miguel), entrenador voluntario, quien junto a otros líderes trabaja sin recibir sueldo ni apoyo estatal.
El terreno de juego, utilizado por los niños, carece de grama, backstop, iluminación, verjas perimetrales y condiciones mínimas de seguridad. Los infantes corren sobre piedras y tierra dura, y zanjas, mientras los entrenadores intentan enseñarles los fundamentos del béisbol en un entorno que pone más obstáculos que oportunidades.
La situación ha empujado a la comunidad a alzar su voz, reclamando una respuesta concreta del Gobierno.
“Le pedimos al señor presidente y a las demás autoridades que, por favor, que miren este terreno, que miren nuestras condiciones, que nos ayuden con esto, que nos ayuden con esta instalación deportiva”, expresó Miguel.
«Tenemos muchas necesidades. No solo es el play, no tenemos cancha, ni club deportivo, ni casa para los envejecientes. Las calles no sirven y el agua es un problema constante. Esta comunidad ha sido olvidada por los gobiernos», denunció Estanislao García Lara, quien lleva más de 15 años colaborando como entrenador y líder social.
Condiciones del terreno
Además del mal estado del terreno, el equipo no cuenta con uniformes ni utilería suficientes para las prácticas. A esto se suman las condiciones de las familias, muchas de las cuales no tienen los medios para contribuir económicamente.
«Lo hacemos todo de forma voluntaria. No tenemos sueldo, y no podemos forzar a los padres a pagar una práctica si apenas pueden alimentar a sus hijos. Pero seguimos aquí, por amor a estos niños», agregó García Lara.
En medio de esta lucha, los niños no pierden la esperanza de ver materializado su sueño de llegar a las Grandes Ligas. Muchos, como Franiel Severino, han trabajado duro detrás del sueño de convertirse en pelotero de Grandes Ligas, sin importar las malas condiciones del play.
«Estoy practicando aquí desde que empecé, chiquitico. Queremos que nos ayuden, porque este play no está en condiciones y nosotros sí queremos avanzar. Queremos un lugar donde practicar seguros», dijo el joven pelotero.
La situación también preocupa a los padres, Rafael Batista de la Cruz, conocido como El Peregrino, enfatiza que el esfuerzo de los entrenadores ha sido clave para mantener alejados a los niños de la delincuencia y enfocados en el deporte, a pesar de las condiciones precarias.
«Aquí nadie cobra nada. Todo es sacrificio. Los niños caminan más de 600 metros por una calle dañada para llegar al play. Esta comunidad necesita ayuda urgente, porque estos jóvenes no quieren delinquir, lo que quieren es un futuro en el deporte», sostuvo.
La comunidad de La Bomba no está pidiendo lujos. Pide atención, dignidad y seguridad para sus niños. Lo que hoy es un campo de piedras, mañana puede ser cuna de atletas que representen a su país. De ahí la necesidad de que las autoridades acudan a su auxilio.
RCC