Un nuevo pacto por la naturaleza
Los desafíos y oportunidades de América Latina en las agendas globales de biodiversidad, clima y desarrollo sostenible.
A finales de este año y el siguiente, la región será sede de las dos cumbres globales que pueden definir el rumbo que tomemos como humanidad y el futuro del planeta.
Pocos días faltan para que en Colombia se inaugure la Conferencia sobre Biodiversidad COP16, mientras que, en el 2025 se llevará a cabo la Conferencia global de Clima COP30 en Belém do Pará en Brasil.
Este camino de Cali a Belém presenta desafíos y oportunidades para América Latina en las agendas globales de biodiversidad, clima y desarrollo sostenible.
La historia de estas Conferencias de las Partes (COP) vinculadas al Convenio sobre la Diversidad Biológica viene de muy lejos, su origen está en la emblemática Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro cuando se establecieron también las Convenciones de Cambio Climático y Desertificación, allá en 1992. Sin embargo, hay dos factores que hacen de este encuentro algo diferente a los anteriores.
COP16
Por un lado la COP16 en Cali representa un hito crucial en la lucha global contra la pérdida de biodiversidad. En un contexto de crisis ambiental sin precedentes, esta cumbre servirá para evaluar los avances de los países en la implementación del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal y medir su compromiso con la protección de la naturaleza.
América Latina, con su inmensa riqueza biológica y cultural, tiene un papel protagónico en esta agenda. La región, que alberga el 40% de la biodiversidad mundial, puede liderar iniciativas innovadoras y diseñar políticas públicas que impulsen la conservación inclusiva y el uso sostenible de los recursos naturales.
Por otro lado, es fundamental reconocer la interconexión entre la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Soluciones como la restauración de ecosistemas, la agroecología, la agricultura regenerativa y las energías renovables pueden abordar ambas crisis de manera integral.
La COP16 ofrece una oportunidad única para elevar el valor de la naturaleza y promover su inclusión en las decisiones políticas y económicas.
Informe Planeta Vivo 2024 de WWF
América Latina goza de gran riqueza ecosistémica; sin embargo, está bajo amenaza. En el Informe Planeta Vivo 2024 de WWF, muestra un catastrófico descenso del 73% en el tamaño promedio de las de poblaciones monitoreadas de vida silvestre a nivel global, mientras que en América Latina el descenso es del 95% siendo la región con la cifra más alta de las regiones del mundo.
Los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) y la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) han dejado en evidencia la estrecha relación entre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
La deforestación, por ejemplo, no solo libera grandes cantidades de carbono almacenado, sino que también destruye hábitats críticos para innumerables especies. Es fundamental adoptar un enfoque holístico que reconozca estas interconexiones y promueva soluciones basadas en la naturaleza.
Impulsar una agenda global en materia de biodiversidad y cambio climático
La presidencia colombiana de la COP16 representa una oportunidad única para impulsar una agenda global ambiciosa en materia de biodiversidad y cambio climático.
Como país megadiverso, Colombia tiene la responsabilidad de liderar la búsqueda de consensos internacionales y promover soluciones innovadoras. La propuesta de una «Paz con la Naturaleza» y la necesidad de transformar el sistema financiero internacional son pasos fundamentales en esta dirección.
Al asumir la presidencia de la COP16, Colombia se posiciona como un referente global en la lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Su liderazgo es crucial para articular las agendas de clima, biodiversidad y desarrollo sostenible, y para garantizar una distribución justa de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos.
En definitiva, América Latina tiene el potencial de liderar un cambio transformador en la agenda ambiental global.
Para lograrlo, es fundamental: incluir a todos los actores, en especial a los pueblos étnicos, comunidades campesinas y pesqueras. Fortalecer los mecanismos de participación y la gobernanza democrática, garantizando la transparencia en los procesos de toma de decisiones. Convertir los acuerdos globales en acciones locales con la implementación de políticas públicas efectivas que reflejen los compromisos internacionales. Además de generar consensos asegurando alianzas sólidas entre gobiernos, sociedad civil y sector privado para abordar los desafíos ambientales de manera conjunta.
En resumen, no hay procesos de transformación duraderos en el tiempo sin la generación de consensos.
EFE VERDE