Una mirada diversa hacia América Latina

Por Leonardo Parrini

A los latinoamericanos nos tienen mal acostumbrados a que la visión que guarda el mundo de nuestro continente provenga, sin contraste, de las agencias informativas estadounidenses o europeas alineadas con los grandes monopolios norteamericanos de las cadenas hegemónicas. Para romper el cerco mediático, reproducimos los criterios expresados por el periodista alemán, Toni Keppeler, en entrevista realizada en el diario El Siglo, de Chile, por la periodista Margarita Pastene Valladares.

Keppeler pertenece a la agencia Latinoamedia y como fundador de ese canal informativo desde hace tres décadas se ocupa de los acontecimientos políticos relevantes de la región latinoamericana. En esta “empresa transatlántica de medios, la más pequeña del mundo, nos dedicamos a grandes formatos para contar historias de América Latina y el Caribe, además de realizar comentarios y análisis”, señala Keppeler.

Chile un referente

Desde esa óptica, ve a Chile “con esperanza, como un ejemplo y un liderazgo para este nuevo panorama de América Latina, con nuevos y nuevas figuras políticas, nuevas generaciones en la política. El promedio de edad del Gobierno de Gabriel Boric, no supera los 40 años. Son jóvenes, que provienen de movimientos sociales y estudiantiles, saben gobernar y lo están demostrando”. El periodista alemán ve con admiración lo que está ocurriendo con la propuesta de una nueva Constitución, “no sólo por el contenido, sino por todo el proceso constituyente en sí mismo, de participación, pluralista, paritario y con representantes de los pueblos indígenas”. No obstante, que desde su perspectiva Chile se ve bien, no hay que desentenderse de los peligros que enfrenta el Gobierno de Boric: “Los problemas económicos que pueden ahogar las economías, considerando, además -dice- la influencia y el poder de la derecha chilena que domina gran parte del sector empresarial y el poder mediático, asociado a ello”. Situación que se ha agudizado en las últimas semanas, con una prensa hegemónica favorable a ese sector que ve en la nueva Constitución, una amenaza a su sitial de privilegios y de influencia, sin contrapeso, en la política y economía nacional chilena. En su libro Chile en marcha: reportajes de un país de contrastes (2016), Keppeler sintetizó “la transición a la democracia como proceso permanente”, el “largo dolor del pueblo mapuche”, y los grandes movimientos estudiantiles de 2006 y 2011 y el movimiento de las mujeres porque “el miedo es pasado”.

El periodista alemán afirma que hoy no es posible hacer política, sin la participación y sin la presencia de las mujeres: “Este movimiento de las mujeres en América Latina, no nace en figuras como Camila Vallejo, Elisa Loncón o la nueva vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, que sin duda son parte de este colectivo, pero el movimiento surge de aquellas mujeres empoderadas que iniciaron una lucha grande en favor del aborto, de paridad y otras demandas relevantes. Esto lo vi en México, en Colombia y estuve en Chile el 8 de marzo de 2020. Sólo en Santiago había más de un millón de mujeres en la calle y lo mismo había ocurrido ya antes en 2019 y 2018”. Keppeler piensa que la nueva izquierda latinoamericana tiene una gran ocasión para los cambios, desde sí misma. En esta nueva izquierda en América Latina -señala- hay dos componentes indiscutibles: la juventud y las mujeres, que han sido los pilares de los cambios demandados en las protestas callejeras.

Chile frente al mundo asoma como un ejemplo de cómo “hubo un cambio generacional y de mirada para conducir los destinos del país (…) la juventud chilena, las mujeres chilenas que habían venido gestando un movimiento social importante, el que culmina con el estallido de octubre de 2019, dieron una tremenda señal a los partidos tradicionales porque tendrán que reinventarse (…) en los últimos años, desde los movimientos estudiantiles y de las mujeres se ha consolidado una nueva generación que ha impulsado los cambios e impuesto una nueva mirada para hacer política”.

El caso colombiano

En el caso de Colombia, “Petro es ya del pasado y sería bueno que, durante el transcurso de los cuatro años de su Gobierno, pudieran emerger, desde esa fuerza política, nuevos liderazgos en Colombia, así como también en Brasil. Colombia era como una base militar de Estados Unidos, desde que comenzó la guerra contra la droga. “Pero, más importante quizás que lo militar, son las relaciones entre Colombia y Venezuela. Colombia estuvo siempre a disposición de Estados Unidos, quiere decir en el bloqueo, en la guerra económica, y así como también los intentos de golpe de Estado, siempre empezaron en Colombia. Eso tendrá que cambiar, porque Petro ya lo había dicho en su campaña que va a mejorar las relaciones con Venezuela, que Venezuela será un país vecino, un país amigo”.

Keppeler no ve a Colombia como referente de los cambios para América Latina. Señala que, si bien “asumió Gustavo Petro, como el primer presidente de izquierda en el país sudamericano, lo que aun cuando es una buena señal, se queda por el momento en lo simbólico. Petro no tiene mayoría en el Congreso, y la derecha en Colombia, la ultra derecha es muy militante, lo que dificulta el camino”. El periodista alemán advierte sobre los peligros que podrían perjudicar los procesos de cambios en Chile, y en todos los gobiernos progresistas de América Latina, ve en Colombia, un peligro aún: “Yo ni siquiera excluiría la posibilidad de un atento en contra de Petro. Esta ha sido la realidad de Colombia el crimen político como instrumento para frenar a líderes sociales. Luego de los acuerdos de paz, con la FARC, este país sudamericano registró más de 300 muertes violentas de políticos y líderes sociales que estaban teniendo un rol relevante en ese proceso”. En 2016 el Gobierno colombiano y la guerrilla FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) acordaron terminar con 50 años de conflicto armado. Sin embargo, en enero de 2021, fueron asesinadas 45 personas en 12 masacres, según artículo The Conversation y publicado por Ciper Chile en marzo de ese año, en el que se advertía que “nuevos grupos paramilitares, narcotraficantes y ex milicianos están utilizando las masacres como una forma de resolver disputas”. La Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia y la organización de derechos humanos Human Rights Watch han registrado el asesinato de 261 excombatientes de las FARC y de más de 400 defensores de derechos humanos y líderes sociales desde 2016, según esa publicación.

América Latina y los EE. UU

Las transformaciones sociales en los países latinoamericanos, con gobiernos de izquierda y centro izquierda como en México, Bolivia, Argentina y Chile y a pocos meses del triunfo de Gustavo Petro en Colombia, además de Lula liderando las encuestas en Brasil, Estados Unidos convocó en junio de este año a la Cumbre de las Américas, una invitación sesgada y restrictiva que tubo reacciones de los gobernantes latinoamericanos: algunos no asistieron y otros plantearon ante los y las representantes de Estados Unidos, que “no se puede plantear una nueva agenda, no se puede pensar en una nueva relación si se sigue con viejas estructuras”.

En lo que se refiere a la relación entre Estados Unidos y América Latina, actual y hacia el futuro, Keppeler observa que Joe Biden, Donald Trump, Barack Obama y George Bush, es decir los últimos gobiernos de Estados Unidos, no tomaron muy en serio las relaciones de Estados Unidos y América Latina. Hoy la preocupación estadounidense está en Ucrania y Rusia, antes lo fue China y la relación que se proyectó hacia América Latina, era simplemente, frenar el avance de China hacia esos países:” Creo que los presidentes latinoamericanos, se han dado cuenta de eso, y no quieren, como en la Guerra Fría, estar en medio de un conflicto ahora entre Estados Unidos y China, en donde los intereses, en realidad, no tienen nada que ver con América Latina”, señala Keppeler.

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