Violencia y odio sin límites

Washington, 13 feb (Prensa Latina) Las principales ciudades de Estados Unidos registran un alza sostenida de violencia armada y crímenes de odio, aquellos que se cometen por motivos raciales, de color, sexualidad, religión y procedencia, de acuerdo con fuentes oficiales.

Catorce territorios del país, entre los que se encuentran la capital -Washington D.C.-, Los Ángeles y San Francisco, reportaron más de dos mil asesinatos en 2021, lo que representa un salto de 46 por ciento con respecto a 2020 y el número mayor en más de 12 años.

Según un análisis preliminar del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad Estatal de California, los estadounidenses negros se mantienen como el grupo más atacado a nivel nacional.

Recientemente ocurrieron varios sucesos que captaron la atención de los agentes del orden público: por lo menos 17 universidades fundadas para afroestadounidenses recibieron amenazas de bomba.

Los incidentes están siendo analizados por el Buró Federal de Investigaciones, que los calificó como crímenes de odio y aseguró que algunos de los jóvenes sospechosos pertenecen a una organización neonazi.

Más atrás en el tiempo, en diciembre pasado, una exagente de policía de Minnesota fue declarada culpable de homicidio por disparar en abril contra el automovilista negro Daunte Wright.

Las autoridades federales también señalan de “dramático” el incremento de ataques contra asiático-estadounidenses, un fenómeno alentado por los discursos de odio del expresidente Donald Trump (2017-2021) tras el surgimiento de la Covid-19.

Stop AAPI Hate, organización defensora de los derechos de esa comunidad, contabilizó por lo menos 10 300 incidentes violentos de marzo de 2020 a septiembre de 2021.

Según el movimiento, ocho de cada 10 residentes de ascendencia asiática perciben que las amenazas en su contra se están incrementando.

Los políticos ultraconservadores -Trump incluido- intentan hacer ver que esto ocurre a la inversa, o sea, que es la comunidad blanca la más atacada. Utilizan ese argumento para impedir que se creen reformas en favor de la igualdad racial.

También se oponen a regular la tenencia de armas, única vía para frenar la violencia que sacude al país desde hace décadas y que se agravó durante la pandemia.

Aunque la mayoría de los estadounidenses exigen que se creen leyes más restrictivas sobre el uso de esos artefactos, la Asociación Nacional del Rifle ha impedido que la administración aplique normas que afecten sus intereses.

Mientras la Casa Blanca no toma decisión alguna sobre este aspecto, las estadísticas muestran que los números de asesinatos con armas de fuego crecen por año.

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