20 años del NO al ALCA: por la soberanía, la justicia social y la unidad nuestroamericana

Reciban un saludo desde la Oficina Nuestra América del Instituto Tricontinental de Investigación Social,

A las puertas del 20° aniversario de la Cumbre que gritó NO al ALCA en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, en 2005, consideramos importante reflexionar acerca de algunos aspectos de esta gesta soberana que marcó un punto de inflexión para la lucha por la unidad regional.

En el contexto en el que se desarrolla la idea del ALCA en Estados Unidos, en Europa se daban pasos importantes para conformar la Unión Europea y Japón reemergía de las cenizas como una potencia económica con un fuerte desarrollo tecnológico. Ambos territorios, reconstruidos con apoyo estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, comenzaban a proyectar una sombra sobre la hegemonía norteamericana.

El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fue el proyecto más ambicioso de Estados Unidos para materializar la Doctrina Monroe en nuestro continente. Este tratado comenzó a delinearse en 1994 durante la primera Cumbre de las Américas organizada por la OEA, en pleno auge del Consenso de Washington. Ese mismo año entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá, y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional emergía públicamente oponiéndose a dicho tratado.

La extensión del TLCAN hacia el resto de América se presentaba como una estrategia perfecta para reforzar el poder imperial: garantizaba aproximadamente 800 millones de consumidores para las empresas estadounidenses, control sobre los recursos naturales y el control político de 34 países, con la exclusión de Cuba.

En esa primera Cumbre se estableció una agenda de trabajo, que incluía comisiones de equipos técnicos, reuniones entre ministros de economía y reuniones presidenciales a lo largo de diez años, para ir construyendo el camino que condujera a la aceptación del tratado en la Cumbre de 2005.

Túlio Carapiá e Clara Cerqueira (Brasil), O Imperialista, 2020.

La propuesta del ALCA consistía en crear una zona de libre comercio en todo el continente. Esto implicaba liberar las fronteras para la comercialización de bienes y servicios, sin impuestos ni aranceles, como recomendaba la Organización Mundial del Comercio (OMC). También se instaba a que los países modificaran sus leyes para liberalizar el ingreso de inversiones extranjeras, eliminaran subsidios, barreras antidumping y establecieran reglas comunes de propiedad intelectual y de origen. Esto, entre muchos algodones que pregonaban la necesidad de consenso —institucional— para la firma del acuerdo con argumentos sobre la mejora del trabajo para el supuesto desarrollo igualitario de los países y la búsqueda de abolir la pobreza en la región, que no eran más que eufemismos que buscaban ocultar el verdadero carácter neocolonial del acuerdo.

Sin embargo, a medida que avanzaba la agenda de reuniones presidenciales y ministeriales programadas para la constitución del ALCA, sucedía la historia de las naciones y los pueblos nuestroamericanos.

Comando Creativo (Venezuela), El Morral del comandante Chávez, 2015.

Entre 1994 y 2005, vivimos el despegue y el aterrizaje forzoso que implicó la aplicación del modelo neoliberal en nuestros países. Vivimos la destrucción de nuestros aparatos productivos, la desintegración de la idea del Estado de bienestar, la pérdida de derechos laborales, las privatizaciones de recursos estratégicos nacionales, el endeudamiento externo y las condicionalidades del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, sobre todo, la profundización de la desigualdad, la desocupación y la pobreza.

Entre estos años, se sucedieron una multiplicidad de estallidos sociales en la mayor parte de los países de la región, la organización popular tomó las universidades, los sindicatos, los cuarteles, las calles, las rutas, y en algunos casos los gobiernos.

La discusión sobre las consecuencias de firmar el tratado del ALCA se hizo carne en la voz de intelectuales y políticos críticos al modelo, pero también en las asambleas de los movimientos sociales, los círculos bolivarianos, los sindicatos y partidos políticos de toda la región. El espejo de las consecuencias del TLCAN para México eran el reflejo más claro para mirar. No había más desarrollo, había más dependencia. No había mayor valor agregado, había maquilas. No había mejores salarios, sino peores. No había libre circulación de personas, había deportación.

Al 2005 llegamos en estado de alerta y movilización, George W. Bush (hijo) era el presidente de Estados Unidos y tenía la tarea de cerrar con broche de oro el tratado. Mientras la influencia de Estados Unidos pesaba como yugo opresor sobre cada uno de los presidentes reunidos en la IV Cumbre de las Américas, Néstor Kirchner, Lula da Silva y el Comandante Hugo Chávez hablaban de soberanía, democracia y trabajo digno para los pueblos.

Del otro lado, la Cumbre de los Pueblos, el tren del ALBA, las centrales sindicales confederadas a nivel internacional, el Foro de São Paulo, los movimientos sociales y los partidos políticos movilizados para ejercer presión popular. El panorama era diverso: artistas reconocidos encabezando la marcha por el NO al ALCA, la delegación cubana se hacía presente con sus equipos deportivos, Maradona con la remera de “Bush criminal de guerra”, las Madres de Plaza de Mayo con la pancarta de “Fuera Bush”, la bandera con Fidel, Chávez, Néstor, Lula y Tabaré que hablaba de una nueva unidad y Chávez arengando a las masas en el estadio mundialista de Mar del Plata.

Discurso del Comandante Chávez en Mar del Plata, 2005. Foto: Asociación Madres de Plaza de Mayo (Argentina). Intervención visual realizada por el Departamento de Arte, Tricontinental Nuestra América.

El NO al ALCA fue la semilla para la creación de la UNASUR, para que Argentina corte relaciones con el FMI, para que Evo expulse al embajador de Estados Unidos, para el nacimiento de ALBA-TCP y ALBA Movimientos, para la creación de la CELAC, para el pronunciamiento regional contra el golpe en Honduras en 2009, contra el intento de golpe a Correa en 2010, contra el golpe institucional a Lugo en 2013 y fue la potencia de una región que, en esos años y trabajando en conjunto, pudo retomar una posición soberana, reducir la pobreza y la desigualdad.

Hoy, a la distancia, con un presidente argentino que habla de libre comercio con Estados Unidos, que vuelve a adoptar una posición cipaya ante Trump, a días de la firma de un tratado que sin dudas comprometerá la soberanía argentina, ese 5 de noviembre de 2005 donde le dijimos NO al ALCA, parece más que lejano.

Con ese ánimo, queremos recordar esta gesta y traer nuestra historia al presente: saber de dónde venimos y a dónde llegamos, saber que la historia de lucha de los pueblos no se borra.

Así como Venezuela y Cuba resisten el bloqueo de Estados Unidos, como Brasil encarceló a Bolsonaro por el intento de golpe contra Lula, como México y Colombia se rebelaron contra la dominación política estadounidense y hoy son punta de lanza de la resistencia regional, así como el Diego sigue gambeteando criminales de guerra por el mar Mediterráneo, desde Tricontinental seguimos combatiendo el hiperimperialismo y trabajando por un nuevo proyecto de desarrollo desde y para los pueblos del sur global.

Saludos a todas y todos,

Lucía Converti

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.