2022: PROFUNDIZACIÓN DE LAS LUCHAS DE LOS PUEBLOS DEL MUNDO. Perspectivas internacionales de la PCOA

PCOA. El imperialismo se encuentra en una crisis orgánica, una crisis civilizatoria. Estamos en ese momento de la crisis capitalista, como expresara Gramsci, en que lo viejo muere lo nuevo no puede nacer y, en esa transición se desarrollan los fenómenos morbosos y monstruosos más variados. Esto es lo que estamos viendo en este momento.

La pandemia incrementa la desigualdad, explotación y el control sobre los pueblos

La pandemia del Covid-19 continuará con sus diferentes variantes con más desigualdad, explotación y control para los pueblos explotados y oprimidos del mundo. Los países capitalistas han mostrado su verdadera cara: primero es el capital y después el ser humano. Este razonamiento de los capitalistas ha provocado la muerte de más de 5 millones de personas en el mundo, con la única finalidad de salvar el capitalismo.

La pandemia actuó como acelerador de la dinámica de reestructuración reaccionaria del capitalismo. Se consolidó la ofensiva en contra del trabajo, su precarización y ahora extendido con las formas del teletrabajo, profundizando aún más la discriminación de género y condenando a la juventud a un primer empleo precario para toda la vida.

Pero además sabemos que el imperialismo trata de lograr el control de los territorios y la pandemia del COVID-19, que fue el detonante de la crisis global del capitalismo neoliberal, también fue una oportunidad para el capital controlar a las trabajadoras y trabajadores y los pueblos del mundo utilizando la desmovilización de las luchas populares.

La pandemia y las diferentes cepas han servido de excusa al capital para profundizar la desmovilización; para servir como medio disuasorio; confundir la realidad en que estamos y alejarnos de los problemas reales; profundizar en la desigualdad entre las naciones y también a lo interno de los pueblos. La pandemia gestionada por el capitalismo está profundizando una verdadera lucha de clases, no solo de los derechos humanos de los pueblos del mundo sino también por la supervivencia del género humano.

Los estados llamados “desarrollados” han dejado sin vacunas a la mayoría de las poblaciones del mundo; y las Big Pharmat(Pfizer, EE. UU.; AstraZeneca, RU; Roche, Suiza; Sanofi, Francia; Johnson & Johnson, EE. UU.; Merck & Co. EE. UU.; Novartis, Suiza; AbbVie, EE. UU.; Gilead Sciences, EE. UU.; GlaxoSmithKline (GSK), RU y otras.   han sido las más beneficiadas de esta pandemia. Las grandes farmacéuticas aumentaron sus beneficios un 66% el último año gracias a las vacunas, mientras decenas de países africanos no han superado el 10% de vacunación, ómicron está ahí para recordarlo.

Por lo menos se ha despejado una incertidumbre: hay vacunas contra el COVID-19. Pero quienes la gestionan, distribuyen y controlan son las multinacionales farmacéuticas. Es por esto por lo que están distribuidas desigualmente. De hecho, existen países capitalistas “desarrollados” que han comprado vacunas por encima de su población, es decir acaparan un bien que debe ser público y universal.

Si bien el número de muertes tenderá a disminuir, se desconoce aún la protección a largo plazo de las vacunas, la respuesta inmunológica persistente (es decir, de más de un año). Se desconoce asimismo la capacidad de las personas vacunadas de no contagiar a otras. Tampoco si servirán para proteger frente a mutaciones o variantes más peligrosas y resistentes del virus, o si las variantes irán perdiendo vigor. O si habrá que ir, ya en 2022, a nuevas campañas de vacunaciones con vacunas adaptadas a las nuevas mutaciones.

De la efectividad de las vacunas depende si logramos salir de una situación pandémica o entramos en una endémica, es decir, que permanece en algunas partes del mundo y se puede repetir con cierta frecuencia.

En 2022 se podrá saber si vamos hacia un “COVID largo”, a tener que convivir con y luchar contra el COVID-19 y sus variantes, o nuevos virus, durante un tiempo. No está garantizado que las vacunas existentes lleguen a todo el mundo sin tardar demasiado. La liberación de las patentes es una demanda que se explica por sí misma, pero está bloqueada por los Estados más ricos y las multinacionales.

Ante estas políticas urge una estrategia alternativa de poder popular para enrumbarnos a cambios sociales, económicos y culturales con perspectivas de confrontación y superación del orden capitalista. Consideramos que una de las políticas en este momento, en el combate contra la pandemia del COVID-19 y la protección de los pueblos del mundo sería que las trabajadoras y trabajadores lucháramos por: 1) Una campaña de vacunación global, 2) La gratuidad de las vacunas, 3) La liberación de todas las patentes de las vacunas, 4) Declarar las vacunas del COVID-19 como un bien público, mundial y gratuito.

Si no teníamos ya suficiente con el virus biológico Covid-19 y sus mutantes versiones, a finales del 2021 se ha producido una elevación de los precios de los alimentos. El Índice de Precios de los Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) registró en 2021 un crecimiento de un 28,1 por ciento en comparación con el 2020. Dichas estadísticas representan el índice más alto en los últimos diez años, según alertó el organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Esto está provocando un alza en la inflación a nivel mundial, que hacía nada menos que cuarenta años no se mostraba tan fortalecida. La inflación, es decir, la subida de los precios se ha extendido por todo el mundo, alcanzando el 6,8% en Estados Unidos, el 4,9% en la eurozona. En esto se destaca 5,2% en Alemania en el mes de noviembre o el 6,7% de España en diciembre. Esta resulta ser la tasa interanual más alta desde 1992. La inflación explica la disputa por la apropiación del ingreso socialmente generado: entre los propietarios de medios de producción, el capital, y el conjunto de la sociedad que vive de la venta de la fuerza de trabajo, sea de manera regular o irregular.

La causa de la subida de los precios tiene mucho que ver con el Covid-19 y el problema de cuellos de botella de las cadenas de suministro de la producción con una oferta incapaz de satisfacer la demanda, con los semiconductores o los vehículos como ejemplos más destacados. A ello, y por motivos parecidos, se ha sumado el encarecimiento brutal de la energía (petróleo, gas natural…) y toda su repercusión en la producción. El Covid-19 acarreó la reducción o la paralización de muchas actividades que no han arrancado a tiempo cuando ha llegado la mejoría, lo que ha provocado desabastecimiento en bienes de servicio y alimentos a finales del año.

La crisis de las cadenas de suministro globales afectará al desenvolvimiento del capitalismo

Durante las últimas décadas, las empresas multinacionales conformaron estructuras de producción mundializadas que denominaron cadenas de suministro globales de valor. Estas se configuraron como resultado de una formidable reestructuración de la producción de bienes (y cada vez más también de servicios) mediante dos procesos. El primero, la descomposición paulatina de las líneas productivas en una serie de producciones parciales que se llevaron a cabo en distintas unidades productivas independientes. El segundo, una relocalización geográfica de la producción que mudó buena parte de estas operaciones, especialmente las caracterizadas como “intensivas en trabajo” fuera de los países ricos hacia una serie de países dependientes, en su gran mayoría del sudeste asiático. La creación de las cadenas globales de valor estuvo posibilitada técnicamente por el perfeccionamiento de las comunicaciones y el abaratamiento del transporte.

Estas cadenas de suministros globales, a partir del último semestre del año 2021 entraron en crisis, en conjunto con el aumento de los precios de los combustibles. Esta situación dura ya varios meses y perdurará durante el 2022. Ha producido un desabastecimiento de mercancías y combustibles en los países centro. Las causas, aunque algunas son coyunturales y de fácil solución, hay otras que son estructurales y que demandarán más tiempo. Entre las causas de esta crisis está que los puertos están obstruidos en parte porque la capacidad de los buques portacontenedores ha superado la capacidad de los puertos para guardar los contenedores. También existió un fuerte aumento en la demanda de transporte de contenedores en 2021. Así mismo un fuerte aumento de la demanda de servicios durante la pandemia. Igualmente, hubo escasez de vagones, motores y trabajadores de ferrocarril, así como de conductores de camiones y trabajadores de almacén locales y de larga distancia, es decir, a lo largo de las cadenas de suministro que se desarrollan en diferentes países del mundo. El impacto de estas fuentes de congestión y cuellos de botella en las cadenas de suministro del mundo se intensificó por la combinación de las presiones y vulnerabilidades de la entrega “justo a tiempo” en las distintas multinacionales. Después de todo esto, que ocurrió durante la pandemia, muchas empresas vieron reducir los stocks por debajo de los niveles normales, lo cual genera dificultades para hacer frente a aumentos pronunciados de la demanda. Recomponer stocks lleva tiempo.

Esta situación de crisis del capitalismo en las cadenas de suministro de valor es de suma gravedad si observamos que estas controlan el 50% del comercio mundial.

A esto se agregan otras “pequeñas crisis” que vienen desde antes de la pandemia, como la baja en la producción de semiconductores. Esto es producto del cambio repentino de la política comercial de EE. UU. con respecto a China. Esto está afectando a los más variados sectores: informática, telefonía, automotriz, línea blanca. También la producción de aviones se vio trabada por la falta de este componente crítico.

Las cadenas de suministro global just in time que ha sido una “bendición” para el capitalismo, al mismo tiempo ha sido terrible para los trabajadores, profundizando la precariedad del trabajo y extenuantes horas de trabajo. La OMS estima que 745.000 personas mueren al año en todo el mundo por trabajar más de 55 horas a la semana.

El capitalismo organizado, a través de las cadenas de suministro de valor, permitió a las empresas sacar provecho a la competencia de las fuerzas de trabajo de todo el mundo para imponer unas condiciones laborales y remuneraciones degradadas y profundizar la precariedad laboral en todo el mundo; sin embargo, estas cadenas están expuestas a numerosas fragilidades que son intrínsecas a la configuración de estas líneas de montaje trasnacionalizadas.

Ahora, para mover mercancías, a través de cadenas de producción mucho más dispersas que en el pasado, han tenido que conformar enormes concentraciones de trabajadores precarizados. Estas grandes concentraciones de fuerza de trabajo son puntos de estrangulamiento en un sentido muy real. Si detienes un pequeño porcentaje de la actividad en estos lugares puedes paralizar todo el movimiento de las mercancías y el conjunto de la economía.

Estos trabajadores de la logística se encuentran en una posición única de poder de lucha en el sistema capitalista global. Sus lugares de trabajo también se encuentran en los puntos de estrangulamiento del mundo, nodos críticos en la cadena de suministro capitalista global, que, si están organizados representan un desafío clave para la dependencia del capitalismo de la “circulación fluida” del capital. En otras palabras, la logística sigue siendo un sitio crucial para aumentar el poder de la clase trabajadora en la actualidad.

Igualmente, las cadenas de suministros globales han contribuido enormemente a la destrucción constante del medio ambiente y al cambio climático radical e inalterable. El flujo interminable de mercancías a todas horas del día a través de todos los océanos y todas las carreteras es imposible sin el uso de cantidades de energía sin precedentes. El transporte marítimo internacional, de hecho, produce más de mil millones de toneladas de emisiones de carbono cada año, y emite más de 20 millones de toneladas de óxidos de azufre venenosos. Esto es aproximadamente el 2 % de la producción global total de emisiones de carbono e igual a las emisiones totales de países industrializados enteros como Alemania y Japón.

El imperialismo: preservar la hegemonía a costa de la destrucción del planeta

La paz en el planeta se encuentra seriamente amenazada como resultado de la política de agresiones militares de los EE. UU. y sus aliados, así como de la mortal carrera armamentista que sólo les reporta dividendos a las grandes corporaciones del complejo industrial-militar. La guerra ha sido el mecanismo predilecto del expansionismo imperialista, en especial, del estadounidense.

Igualmente, las diversas facciones capitalistas del Foro Económico Mundial han propuesto el “Gran Reinicio” que implica la remodelación del poder entre transnacionales, sectores económicos y zonas geográficas; sin embargo, las tensiones entre estas mismas facciones capitalistas son máximas, y peligrosas, llevando a tomar a decisiones temerarias de consecuencias incalculables. En este contexto las elites capitalistas pretenden “transformar” este capitalismo agonizante, para poder seguir con la reproducción ampliada de capital, mientras el género humano va hacia el abismo.

Sabemos de qué se trata este “gran reinicio” de los capitalistas e imperialistas coloniales: la superexplotación de las trabajadoras y trabajadores, aumento del desempleo, la precarización del trabajo y la informalidad que afecta a las trabajadoras y trabajadores en el mundo y esto continuará en el 2022. Igualmente, la recolonización de los países, eliminación de la soberanía de los pueblos del mundo, la destrucción del ambiente y con ello del género humano. El futuro de la humanidad está en juego, y pende de un hilo.

Como el título de la película de Adam Mckay “No miren arriba” …El cambio climático esta ante nuestros ojos. Desde hace décadas, reportes científicos advertían sobre los riesgos que traía consigo el modo de producción capitalista que ha dado como resultado la actual crisis climática. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos hasta hace apenas unos años negaban la importancia del asunto. No fue hasta este 2021 que el reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) contundentemente recalcó que el aumento de las temperaturas globales tiene un origen en la actividad humana e industrial.

La situación geopolítica mundial es delicada, hasta el punto de una probable conflagración termonuclear, como anticipó Fidel Castro. Esto debido a las provocaciones de la OTAN especialmente contra Rusia (en la frontera Ucrania-Bielorrusia y en la frontera interna Kiev-Donbás en Ucrania), pero también contra China, en el mar de China y por la disputa de Taiwán. Las diferentes administraciones desde Obama hasta Biden por medio de la OTAN azuzan la crisis en Ucrania como instrumento para evitar que la Unión Europea se articule en el proyecto del mundo multipolar. La administración Biden a través de la OTAN con base de apoyo en Polonia y Ucrania, busca sabotear con “todos los medios” la puesta en marcha del Gasoducto Nordstream-2, que conectaría de modo directo Rusia-Alemania.

Lo referencial de toda esta disputa entre el imperialismo estadounidense y Rusia y China es que debemos tomar en cuenta que estos dos países son socios estratégicos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Estamos en la mira del imperialismo de EE. UU. y sus socios europeos.

Es por esto por lo que consideramos que el bloqueo y las medidas unilaterales y coercitivas, como parte de los instrumentos que emplea el imperialismo para destruir a los países y sus procesos soberanistas, se mantendrán en el mismo nivel que estuvieron en 2021, con matices dependiendo de la situación geopolítica de cada caso y de la efectividad de estas medidas dentro de la estrategia global de guerra híbrida asimétrica que está empleando el imperialismo de EEUU y Europa para preservar la hegemonía mundial.

Debemos también no pasar por alto a la OTAN, brazo militar del imperialismo estadounidense en este proceso de lucha en 2022. Esta es una compleja organización que desarrolla actividades ilegales que contravienen sus propios estatutos que son eminentemente defensivos y que desde el 2001 han pasado a desarrollar actividades agresivas de destrucción de países y pueblos que no expresan los intereses del imperialismo (Yugoeslavia, Kosovo, Afganistán, Irak, Libia y paren de contar). Igualmente se han dedicado a desarrollar una estrategia de cerco, con bases militares y misiles, a países que ellos consideran sus enemigos (Rusia, China, Irán). Pero también a Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Debemos recordar que Colombia es un socio global de la OTAN y Argentina y Brasil colaboran con esta organización de la destrucción humana. Por lo cual la cumbre de la OTAN que se realizará en Madrid el 29 de junio será un elemento de perturbación y lucha de los pueblos que verdaderamente aman la paz. Desde América Latina lucharemos por la implantación de la Proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz de la CELAC del 28 y 29 de enero 2014.

Para concluir el año la “Cumbre por la democracia” realizada el 09 y 10 de diciembre reforzó las líneas geopolíticas del imperialismo estadounidense para el próximo año 2022. Se trata de la conformación de políticas de la guerra fría. Significa, más que la cumbre en sí, una nueva fase de planificación y ejecución de los dispositivos de cambio de régimen y guerra asimétrica desplegados a escala global, incorporando otras tecnologías de coerción y presión envolvente con un elevado grado de sofisticación, extensión e impacto sobre los diversos planos de la comunidad mundial, entendida como la interacción compleja entre Estados, sociedades y universos culturales y normativos. Además, la reunión de los “100 países demócratas” de Biden se concentró en el ataque a Rusia, China, Venezuela, Irán, Cuba y Nicaragua.

Perspectivas geopolíticas del imperialismo colonial de EE. UU. y de Europa para conservar su hegemonía

Consideramos que existen algunos elementos importantes que podrán frenar las ansias del imperialismo colonial de EE. UU. y de Europa en su afán de conservar su hegemonía autoritaria aun a costa de destruir el planeta antes que saberse derrotado. Entre los más importantes se destacan, la nueva correlación de fuerza a nivel de las grandes potencias; la profundización del Ciclo de luchas de clases y, en tercer lugar, el segundo ciclo progresista electoral en América Latina. Las cuales analizaremos brevemente.

1.- La conformación de una nueva correlación de fuerzas, a nivel de las grandes potencias

La nueva correlación de fuerzas a nivel de las grandes potencias se transmite como contradicciones posneoliberales entre una visión de multipolaridad, expresada por China y Rusia contra la unipolaridad de EE. UU. y sus socios de Europa y Japón. Nos encontramos en medio de una transición de carácter civilizatorio, una transición de un mundo unipolar hacia otro multipolar. La multipolaridad como iniciativa estratégica de este siglo, tiende a ser dominante en muchas naciones de Eurasia, Asia, África y con una tendencia clara y definida en América Latina, especialmente México, Argentina, Brasil, Perú, etc. Desarrollándose tendencias para la conformación de un diálogo de civilizaciones pluriversal, plurinacional y multipolar. La Nueva Ruta de la Seda, proyecto de China y el foro China y la CELAG permite reconfigurar este importante proyecto multipolar.

Esto determinará que las políticas del imperialismo estadounidense les cueste desarrollarlas en profundidad, sin embargo, debemos estar claro que son tendencias y movimientos hacia la multipolaridad que aún están por consolidarse. En definitiva, se presenta ahora más que nunca una lucha por la hegemonía global que tendrá sus impactos en todas las naciones del mundo.

2.- Profundización del ciclo de luchas de clases

El inicio de este ciclo de luchas de clases lo podemos ubicar en la irrupción del movimiento de los Chalecos Amarillos (Mouvement des gilets jaunes) en Francia hacia finales de 2018, con un nivel de lucha de clase superior y más violento; y con una represión que hacía tiempo no se veía al interior de las “democracias” imperialistas.

Estas luchas continuarían en el 2019, sobre todo en Nuestra América. Manifestaciones y revueltas multitudinarias dan un toque de alerta que nos indica un cambio en la correlación de fuerzas, un cambio aun en construcción, desigual y asimétrico. Las jornadas revolucionarias de Ecuador y Chile, que, por su magnitud, radicalidad y violencia, recuerdan los levantamientos que pusieron fin a los gobiernos de la derecha neoliberal entre fines de la década de 1990 y comienzos de los 2000. Las grandes movilizaciones de Brasil, la insurrección de Colombia contra el gobierno de Duque y las grandes manifestaciones en Haití contra el gobierno corrupto de Jovenel Moïse. Estas luchas se intensifican pasando de reivindicaciones generales a una verdadera lucha política que cuestiona las bases mismas de los estados capitalistas en esas naciones.

Las luchas de las trabajadoras y trabajadores de las plataformas digitales de reparto globalizadas, contra la precariedad del trabajo en América Latina como en Europa y Australia. Una de las respuestas a la pandemia fue la organización a nivel internacional mediante sindicatos de base, alianzas con sindicatos tradicionales ya existentes, asociaciones amplias con consumidores y usuarios y la realización de 5 paros internacionales.

En el 2020 se generaron protestas en EE. UU. por la muerte de George Floyd a manos de la policía blanca y racista de Minneapolis, protestas que fueron multitudinarias y se extendieron a nivel mundial. Protestas que comenzaron con la indignación por la muerte de Floyd, hasta pasar a luchas antirracistas y anticoloniales que llevaron, inclusive, a destruir muchos de los símbolos más preciados del colonialismo dominante europeo y estadounidense. Se conformaron y consolidaron movimientos de masas antirracistas y anticoloniales como el BLM (Black Live Matter). En Europa se desarrolló una lucha sugerente, la lucha de los migrantes; los “sin papeles”. Las luchas en la India de los agricultores contra las medidas impositivas que aglomeró a sindicatos y trabajadoras y trabajadores de diferentes sectores, en una huelga general de más de 250 millones de trabajadoras y trabajadores a finales del 2020.

En 2021 en España se desarrollaron importantes luchas de carácter general y particular, siendo las más emblemáticas las grandes movilizaciones de las pensionadas y pensionados por la continuidad en el tiempo y en defensa de la seguridad social. Entre las luchas particulares encontramos la huelga del metal de Cádiz (en este caso los trabajadores de las subcontratas llevaron el peso de las movilizaciones, u otro sector como la limpieza en Cádiz y Castellón). Telemarketing, SAD (Servicio de atención a domicilio) en Madrid, hostelería, las limpiadoras del Museo Guggenheim de Bilbao salieron a la huelga el 11 de junio, y llevan ya 163 días en lucha. La huelga de los trabajadores y trabajadoras de Tubacex tras 236 días lograron la reincorporación de los 600 trabajadores de Álava. La huelga de Airbus contra el cierre de la planta de Puerto Real. La huelga general en A Mariña (Lugo); la lucha de Alcoa, de las trabajadoras de residencias en Euskadi, del personal sanitario en varias comunidades, las de limpiadoras en Valencia. Todas estas luchas en defensa de las condiciones de vida y por mejores convenios ante una realidad que, como decimos, empuja a la pobreza a pesar de los datos de mejora económica.

Los procesos de luchas obreras en EE. UU. en octubre-noviembre denominada Striketober: John Deere (United Auto Workers, UAW), los trabajadores de comunicaciones (CWA) de Frontier Communications en California, Kellogs sindicato (sindicato BCT & GMU), 21.000 enfermeras y otros trabajadores de la salud en Kaiser Permanente en California, IATSE, el sindicato de trabajadores en la producción de películas, Volvo, Frito-Lay, Nabisco, la Universidad de Nueva York, la Universidad de Columbia y programas de televisión, maestros y profesores, camioneros. Todas estas huelgas se desarrollaron desde las bases de sus sindicatos mediante la aprobación en asambleas de la huelga como instrumento de lucha. Pero también existieron numerosos paros en varias cadenas de comida rápida y de venta al por menor, como McDonald’s, Walmart, Wendy’s, Burger King, Bojangles, Jack in the Box y Family Dollar.

El boicot de la coalición de sindicatos, organizaciones no gubernamentales y grupos de base que se unieron contra Amazon bajo el nombre de “Make Amazon Pay” junto a UNI Global Union, una federación laboral que está afiliada a unos 150 sindicatos que representan a 20 millones de trabajadores. Por el pago de salario digno, impuestos y compensación por su impacto ambiental.

Este ciclo de lucha de clases se caracteriza por un proceso de clase superior y más violenta en sus formas de lucha, con una represión del sistema capitalista no vista hasta ahora en las “democracias” imperialistas. Conformado por sectores empobrecidos, precarizados, cuando no desempleados, especialmente de clase trabajadora, jóvenes, que quedaron virtualmente por fuera del “pacto social” neoliberal de trabajo precarizado, que en muchos casos han sido marginalizados hacia la periferia de las grandes ciudades, siendo en muchos casos estigmatizados desde la burguesía y los grandes medios de comunicación.

Estos sectores son los que están protagonizando este ciclo de lucha de clases, que está en desarrollo y que continuará con más fuerza en 2022. A estos sectores debemos incluir los sectores sindicalizados en lucha contra la profundización de la precarización de sus condiciones de vida, pero además sectores de trabajadores de logística concentrados en las cadenas de suministros globales y que están desarrollando nuevas formas orgánicas, logrando gran poder de lucha que puede representar un peligro para el capitalismo globalizado en los próximos años.

A todo esto, hay que unir los conflictos en África en formas de golpe de estados (Sudán, Mali, Guinea, Chad y otros). Por lo menos en Sudán y Mali se han movilizado grandes contingentes de trabajadoras y trabajadores y pueblo en general. Igualmente, las luchas por los territorios y de liberación nacional que enfrentan el pueblo saharaui y el Frente Polisario contra la ocupación colonial de Marruecos, que actúa como agente de los intereses imperiales de la Unión Europea. La lucha del pueblo Palestino en Cisjordania y Gaza contra el ocupante colonial de Israel apoyado por el imperialismo EE. UU. y su socio la Unión Europea.

3.- El segundo ciclo progresista en América Latina.

El mundo está atravesando una transición política-económica estructural, pero por sobre toda civilizatoria. El viejo consenso globalista de libre mercado, austeridad fiscal y privatización que ilusionó a la sociedad mundial durante 30 años, hoy se ve agotado y sin capacidad de presentar propuestas al mundo. La crisis orgánica de los años setenta y la crisis económica de 2008 han provocado un largo estancamiento durante todo este periodo histórico, pero además el aislamiento pandémico en 2020 ha erosionado la legitimación del neoliberalismo como única visión de un pensamiento predictivo y concreto del capitalismo globalizador. Otras visiones surgen a lo interno del capitalismo, visiones viejas un poco renovadas para resolver problemas que no tienen solución; el agotamiento del capitalismo como sistema civilizatorio y cultural. Surgen nuevas facciones capitalistas en pugna con las viejas agotadas en sus propuestas. Sin embargo, las tensiones entre estas mismas facciones capitalistas son máximas y peligrosas, llevando a tomar, con una gran posibilidad, decisiones temerarias de consecuencias incalculables para el género humano.

A todo esto, un nuevo ciclo progresista se registra en América Latina. El triunfo de gobiernos progresistas en procesos electorales provoca una tendencia favorable a las trabajadoras y trabajadores y el pueblo en la correlación de fuerzas electorales, que no necesariamente serán permanentes.

Victorias electorales en México, Argentina, Bolivia, Perú y Chile, primero con la convención constituyente en julio de 2021 y recientemente con el triunfo presidencial de la izquierda; sin olvidar las jornadas revolucionarias que precedieron estas victorias y las revueltas sociales en Colombia que anuncian buenos resultados para el sector progresista. Sin embargo, tienen unas características y un el contexto diferente. Estas nuevas victorias electorales no vienen precedidas de grandes movilizaciones obrero y populares impregnadas de grandes transformaciones socioculturales. Mas bien este ciclo resulta de la concurrencia electoral de diversas organizaciones políticas y movimientos sociales en defensa de derechos colectivos, eliminados o vulnerados por el neoliberalismo salvaje, no de una voluntad colectiva de ampliarlos, por ahora. Además, este nuevo progresismo llega al gobierno encabezado por liderazgos que se han propuesto gestionar el gobierno de una forma que favorezca más a los sectores populares. Por lo tanto, no busca desplazar y transformar el viejo sistema político y construir uno nuevo como sucedió durante el primer ciclo progresista. Lo que ahora se proponen es mantener y estabilizar las instituciones vigentes o aquellas heredadas de ese ciclo progresista. También presenta a una oposición cada vez más conservadora (extrema derecha), que han superado la derrota moral y política aprendiendo de sus errores y que logran movilizar a amplios sectores sociales en todos los ámbitos socioculturales de la sociedad mediante elementos de posverdad y bastantes prejuicios raciales y étnicos. Este nuevo progresismo llevará a una práctica moderada y no antagónica en la política, tanto nacional como internacionalmente.

Así tendremos en América Latina la contradicción que se generará entre la imposibilidad del neoliberalismo de superar sus contradicciones y de los nuevos progresismos que mediante una gestión de rutina en tiempos de crisis orgánicas y civilizatorias en curso no podrán mantenerse de forma permanente. Esto hace prever tiempos convulsionados de victorias y derrotas temporales de cada una de estas u otras opciones.

Sin embargo, esto representará una oportunidad para el avance de los movimientos obreros y populares y traerá un impulso de nuevos momentos históricos de movilización obrero popular y de transformación social que conformarán nuevas hegemonías culturales más duraderas. Debemos añadir y estar pendientes con las elecciones para el 2022: El 6 de febrero en Costa Rica, el 29 de mayo en Colombia y el 2 de octubre en Brasil, en algunas con posibilidades de triunfo; además y no menos importantes está la rebelión de los pueblos del Caribe anglo y francoparlante contra toda forma de colonialismo imperante. Estos procesos significarán no tanto la permanencia de la “ola del progresismo” electoral sino fundamentalmente el desarrollo y profundización de la lucha de clases en América Latina que contribuirá, con sus diferencias, asimetrías y diversidad de ritmos con la definición de caminos y aperturas de brechas hacia procesos de transformación social.

A modo de conclusión

Todos estos procesos nos señalan nuevos signos, nuevas tendencias en desarrollo en la lucha de clases a nivel global que podrían cambiar la correlación de fuerzas entre el capital y la clase trabajadora y desencadenar un cambio global del sistema dominante.  Sin embargo, debemos considerar que este desarrollo de las luchas en los últimos años, aunque multitudinario y extenso a nivel mundial, tiene sus debilidades y límites. Estos límites responden a una característica distintiva de las revueltas a nivel mundial, que es que el movimiento de masas interviene desorganizado. Las luchas siguen siendo fragmentadas y deslocalizadas y en muchos casos centradas en problemas nacionales, mientras que la explotación imperialista está mucho más globalizada y transnacionalizada.

Consideramos que las medidas unilaterales y coercitivas que aplica el imperialismo sobre los pueblos que luchan por su soberanía e independencia son instrumentos de destrucción masiva de la población y sus territorios, pero no son los únicos. Forman parte de la estrategia global del cambio de régimen y guerra asimétrica. De allí, la importancia de tener una visión geopolítica internacional que enmarque toda jornada de solidaridad con nuestros pueblos, desde una visión de internacionalismo proletario que acelere la cooperación, la reciprocidad, la solidaridad mutua en la defensa integral de los procesos revolucionarios antiimperialista y anticoloniales.

Además, debemos ver la solidaridad de clase como un principio que nos permita practicar el apoyo mutuo entre trabajadoras y trabajadores y entre los miembros de las clases explotadas y oprimidas. Asimismo, implica también el apoyo mutuo internacional de la lucha de la clase trabajadora, pueblos y naciones contra la opresión y explotación capitalista y por el ejercicio pleno del derecho de los pueblos a su soberanía e independencia nacionales.

Las redes y las nuevas tecnologías han sido muy útiles desde muchos puntos de vista, pero a la vez las grandes convocatorias que se viralizan no logran generar espacios de deliberación, debate, propuestas y organización favoreciendo una verticalidad que se convierte en obstáculo para la autoorganización obrero popular.

En este marco, la clase trabajadora que controla las posiciones estratégicas que hacen funcionar la sociedad (la logística, el transporte, las grandes industrias y servicios), no se ha movilizado contundentemente, salvo algunas excepciones y no ha demostrado aun esta fuerza decisiva e interviene como parte de una “ciudadanía” diluida en “el pueblo” en general.

La cuestión estratégica es cómo estas explosiones de odio y lucha de clases que se expresan en las revueltas no terminan agotándose en sí mismas, a partir de reformas cosméticas que no cambian nada sustancial sino, como despliegan sus potencialidades y logran abrir la puerta a procesos revolucionarios. El elemento clave en este sentido es el desarrollo y construcción de una hegemonía obrera que logre unir a los diferentes sectores en lucha.

A partir de este contexto internacional es que expresamos, desde la PCOA, que hoy en el mundo existe la necesidad de globalizar las luchas antimperialistas (feminista y antipatriarcal, pueblos originarios, cambio climático, trabajadoras y trabajadores, campesinos por la tierra, lucha por la soberanía de los pueblos) e ir conformando una organización que articule alianzas con los pueblos del mundo contra el imperialismo de EE. UU. y Europa.

Por todo esto debemos reconstruir articulaciones y alianzas en la que estructuremos nuestras fuerzas comunes para una lucha única y global contra el imperialismo colonial. Construir nuevas formas orgánicas socioproductivas y político-culturales que se orienten a la superación del capitalismo y que les otorgan a los movimientos sociales objetivos de lucha comunes para la construcción de solidaridades concretas entre ellos. Se necesita un internacionalismo robusto para prestar una atención adecuada e inmediata a los peligros de la extinción: extinción por la guerra nuclear, por la catástrofe climática, y por el colapso social.

¡Los pueblos en lucha salvan a los pueblos!

Comisión General de la PCOA

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