¿ Qué se propone Trump?

Carlos Verón Estrada

No es fácil caracterizar y sobre todo, trazar una perspectiva del proyecto Trump. Ya desde su primer mandato y , sobre todo el actual, fue y es difícil predecirlo, por ser un político por demás histriónico, excéntrico, extravagante. Pero, en base a su primera gestión, a los cambios que hubo de aquella a esta parte, sus discursos de campaña, y las decisiones tomadas hasta ahora, intentaremos hacer una disección de su proyecto.

Bien vale aclarar que ese histrionismo de Trump, mucho tiene de efectismo marketinero y no todo lo que dice lo va a cumplir.

Las clases dominantes no conforman un todo homogéneo. En ellas albergan sectores que en determinadas circunstancias, pueden enfrentarse. Es lo que está ocurriendo y eclosionando en los Estados Unidos de América.

Estados Unidos es primera potencia en el mundo después de las dos guerras mundiales.

Habiendo sido Europa el teatro de guerra y por eso, quedar muy afectada, EEUU quedó como país abastecedor . En esa potencia que traía desde su existencia como Estado nación la consigna que trajeron los primeros colonizadores que fundaron aquellas 13 colonias, del “Destino manifiesto”, consolidó su hegemonía sobre dos pilares fundamentales, la guerra y su moneda, que hasta el día de hoy es moneda de reserva en el mundo.

Esos dos pilares: el complejo militar industrial y wall Street, es decir, el capital financiero, conformaron hasta hoy lo que se considera el establishment. Ese establishment, además de controlar la industria armamentista y el capital financiero, controla los más importantes medios de comunicación y el cine, es decir , Hollywood. Este último sub sector tiene y sigue teniendo un rol fundamental para la hegemonía norteamericana, porque marca y determina la narrativa que condiciona fuerte la cosmovisión del conjunto de la sociedad global. Por ejemplo, nos hicieron creer durante mucho tiempo con grandes producciones cinematográficas, que la segunda guerra mundial ganaron los norteamericanos, obviando groseramente la entrada el 8 de mayo de 1945 del ejército rojo soviético en Berlín, logrando la rendición de los alemanes para finalizar la guerra.

Los dos partidos políticos que se fundan al inicio de su historia, son los dos partidos que se siguen alternando el poder hasta la fecha. Y, si bien tienen un objetivo estratégico común cual es el de sostener su hegemonía planetaria, pueden tener tácticas diferentes, pero siempre con sosteniendo el establishment.

A lo largo de esa historia hegemónica estadounidense, esas diferencias tácticas no fueron más que matices. Sin embargo en el presente, con la emergencia de Donald Trump, se produce un fenómeno inédito: un sector de las clases dominantes o como del Estado Profundo, se enfrenta al establishment. Es decir, al sector de la industria armamentista y al capital financiero. No significa que el proyecto trumpista esté completamente desconectado de esos sectores, pero apunta a su debilitamiento como parte del establishment.

En ese enfrentamiento intraclases, el proyecto trumpista, pretende descalificar y si es posible, anular tanto la estructura como la superestructura del establishment. Es anti woke, es anti preservación ambiental etc. Pero el propósito quizá más audaz, es desmantelar los órganos que conformaban el andamiaje del establishment que estuvo controlado antes de Trump por el Partido Demócrata. Por ejemplo, USAID, NED, y otros. Además, reestructurar la CIA, el FBI y otros órganos de inteligencia de la Unión .

Con respecto a la agenda woke, su posición fue contraria en campaña y debe continuar para mantener una razonable coherencia, por la gran cantidad de hispanos que votan en EEUU. Se estima que esa parte de la población estaría actualmente, por el 45% aproximadamente, superando a los afroamericanos, y se estima que para dentro de 10 años, serán mayoría. El sector hispano es predominantemente cristiano. La mayoría católico y el resto, evangelista; sectores muy contrarios a la agenda woke.

En cuanto a la agenda ambientalista, Trump la desdeña porque es fuerte partidario de la preservación y expansión de la producción de hidrocarburos. Ese es uno de los factores que explicaría el acercamiento de Trump a Venezuela. Hay otros factores, pero no es el objeto de esta nota, sino un intento de disección del proyecto Trump.

El tema migratorio.

El tema migratorio tiene mucho de efectismo, un recurso que fuera usado fuertemente por los gobernantes que le precedieron. Se estima que el gobierno de Obama deportó a aproximadamente a un millón seiscientos mil migrantes, y que Biden deportó cuatro millones. Si esto es así, a Trump le falta mucho para alcanzar a sus predecesores.

Este tema de las deportaciones tiene dentro de sí marcadas contradicciones, contradicciones en que incurrieron sus predecesores y también incurrirá Trump.

El discurso de las deportaciones de latinoamericanos con el argumento de que los migrantes de esa subregión traen drogas, delincuencia y otros males a la potencia del norte y además quita empleo a los estadounidense de clase media, resulta atractivo para la importante cantidad de desocupados de ese sector social. Sin embargo, buena parte de la producción principalmente agraria de EEUU, opera con mano de obra de indocumentados. Se podría decir que una parte importante de la economía estadounidense se sustenta en esos indocumentados que venden su fuerza de trabajo a muy bajo precio. Dicho de otro modo, hay una importante plusvalía de un sector del empresariado basada en el muy bajo salario pagado a los indocumentados.

La política arancelaria.

La política arancelaria de Trump, también adolece de contradicciones y mucho de efectismo electoral. Trump plantea una política proteccionista que según afirma, se propone restringir con aranceles altos la importación de productos venidos del exterior en un déficit comercial muy marcado, para reindustrializar el país y levantar la ocupación en el país.

En un mundo actual tan interdependiente, es muy difícil un proyecto puramente autárquico. Pero además, la contradicción mayor de la formulación trumpista, es que si levanta mucho los aranceles, eso producirá una disparada escandalosa de los precios de los productos que consumen los estadounidenses, en vista de que la mayor parte de los mismos vienen del exterior. Dicho de otro modo, estaría agudizando la inflación, siendo ese el problema más sensible para la población norteamericana que tanto remarcó Trump en campaña, atribuyendo a los gobiernos demócratas la responsabilidad del mismo.

Con respecto a las amenazas (hasta ahora no pasaron de amenazas) a México, Canadá y China de aplicar 25% a los dos primeros y 10% a China, parece ser, a juzgar por lo visto hasta ahora, una táctica de negociación. Hemos visto que en cuestión de horas, se dio una reformulación de esa decisión, después de negociar con los gobernantes de Canadá y México. Estos dos gobiernos se comprometieron a reforzar sus fronteras para frenar la entrada de drogas a EEUU. México prometió poner 10 mil militares en su frontera norte.

Toda esta historia de empezar con una amenaza fuerte para negociar y después de negociación, dejar sin efecto, tendría el simple y llano propósito de frenar el avance de China en América.
China es la gran preocupación de Trump como de los gobiernos que vinieron antes en EEUU, en vista de que el gigante asiático en los últimos diez años, hizo y sigue haciendo una penetración notable en toda América; principalmente en el tradicionalmente considerado “patio trasero” de EEUU. Trump se propone hacer todo lo posible por recuperar su histórico patio trasero. No sabemos si lo logrará.

Política exterior.

Por lo menos desde el discurso, Trump se propone frenar el ascenso de China por la vía de una guerra comercial y económica, más que por una guerra militar. La vía comercial por la vía de aranceles, y la económica, por la competencia tecnológica. El problema para EEUU, es que en todo está perdiendo. A propósito de la guerra tecnológica, hemos visto el terremoto en wall Street que provocó la aparición de ese “monstruo” chino llamado Needspeed. Hay mucho que decir sobre el avance tecnológico de China. Y todos sabemos que la tecnología, sobre todo actualmente la IA , tiene una importancia fundamental en la productividad. Algo dice que los más importantes referentes de Silicon Valley hayan estado en primera fila en la asunción de Trump.

Algo dice también el literal desmoronamiento de la infraestructura en general de EEUU y en particular, la vial, y en contrapartida, el auge de la infraestructura china. En una gráfica simplista, se podría decir que hay una potencia en destrucción y otra en construcción.

En cuanto a Medio Oriente, Trump, en un arranque de su ya consabido histrionismo, anunció que vaciada Gaza, se apoderará de ese territorio para la construcción de un complejo turístico con hoteles, casinos, torres de departamentos, en una futura “costa azul” oriental en ese territorio sobre el Mediterráneo, con el argumento de que por ahora, ese territorio es inhabitable por lo destruido que está, obviando una evidencia: que los escombros en que se encuentra Gaza es responsabilidad del Estado de Israel y de EEUU. Ese descabellado propósito, también es muy poco o imposible de viabilizar. Tendría que tener territorios a donde ubicar a los emigrados gazatíes, y parece que, a juzgar por el rechazo unánime, no habría. Además estaría desconociendo al pueblo gazatí, que sin problemas, está dispuesto a inmolarse antes de abandonar el territorio que legítimamente les pertenece.

Hay mucho más que decir con carácter de hipótesis sobre la perspectiva del proyecto Trump, mas todo lo que se diga, está envuelto en el misterio. Pero lo que es innegable e inexorable, es que la hegemonía estadounidense en el planeta, está en su fase final.
c.v.

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