El esfuerzo presupuestario puede poner en aprietos las finanzas estatales en un momento en que la deuda de muchos países de la UE también está disparada. En otras palabras, es el riesgo de lanzarse al gasto teniendo la economía ya endeudada de por sí. En el caso de España, pese a haber reducido la ratio de deuda pública un 3,3% en 2024, esta todavía asciende al
101,8% del PIB, según datos
aportados por el Ministerio de Economía.
Teniendo en cuenta que este país figura a la cola del gasto militar en la UE (1,28% del PIB, con el objetivo de alcanzar el 1,33% en 2025), secundar las intenciones ratificadas en la cumbre de urgencia en París se antoja un esfuerzo presupuestario mayúsculo. A corto plazo, España será el país europeo que mayor porcentaje de sus ingresos anuales necesitará dedicar a salvar la diferencia que le falta no ya para llegar a la cota del 2%, ya obsoleta, sino para alcanzar el probable 3% que ordenará la OTAN en su próxima cumbre.
Según un
informe de la agencia europea de calificación Scope Ratings, la cifra ascenderá a
8,84 puntos porcentuales (Alemania necesitará 6,77 puntos, Italia 5,31, Francia 5,22 y Reino Unido 1,76). «Dada su naturaleza a largo plazo, el gasto sostenido en defensa requerirá recursos adicionales, obligando a los Estados europeos a encontrar ahorros presupuestarios compensatorios en una época de débil crecimiento, fragmentación política y envejecimiento demográfico»,
añaden los analistas de Standard&Poor’s.
El presupuesto de defensa español asciende en la actualidad a 20.419 millones de euros. El compromiso de llegar al 2% en 2029 (unos 36.000 millones) significa un aumento anual de 4.000 millones. Pero la segura exigencia de la OTAN de imponer el 3% equivale a añadir 28.500 millones al presupuesto actual. Son números que canibalizarán otras partidas presupuestarias, tal y como advirtió Mark Rute, que aconseja invertir menos en «sanidad, gasto social y pensiones».
Pese a tener el presupuesto congelado desde 2023, el Gobierno español ha aprobado por la vía extraordinaria partida de casi 2.000 millones de euros para diverso material militar y para el aumento de los salarios de sus militares (unos 400 millones).
Podría ser otra de las consecuencias de secundar el incremento fijado del gasto en defensa, en contraposición al vaticinio del Ministerio de Economía de España.
Según estimaciones de Standard & Poor’s, el déficit español se disparará al 4,9% (actualmente, apenas llega al 3%) en caso de ejecutar un presupuesto militar del 3,3% (similar al de EEUU). Si se gastara el 5%, el déficit crecería hasta el 6,6%. Cabe preguntarse si España, Francia o Italia están abocadas a desmantelar progresivamente servicios públicos como la sanidad, la educación, o el pago de pensiones.
A juicio de Albarracín, el problema se agudiza con la situación de
«estancamiento» de la economía europea, que derrengada por su cambio de proveedores energéticos y por su contribución al esfuerzo bélico en Ucrania, «inevitablemente sufrirá un impacto en las políticas sociales de toda índole».
«Ya ha pasado a escala europea, afectando a los fondos de cohesión y la Política Agraria Común en el último Marco Financiero Plurianual. Y más aún, a partir de su revisión intermedia», afirma.
La economía alemana, «el motor industrial exportador de Europa», está «gripada», recuerda este economista. En consecuencia, el proyecto europeo está herido. Pero es un modelo, añade, que en su momento dio pie a una «divergencia real» en el seno del viejo continente, «porque el modelo de la UE perjudica a los países de las semiperiferias europeas, estén al este o al sur».
En su opinión, los países del sur tendrían que optar por un modelo «emancipador». «Así mantendrían la máxima independencia ante la disputa por el poder económico mundial de las grandes potencias, las que están declive, las que son emergentes, y las viejas y reaccionarias élites centroeuropeas», concluye Albarracín.
SPUTNIK.