¿Más deuda y déficit y menos bienestar social? Bruselas redobla la apuesta por el gasto militar

Yarisley Urrutia

Contraria a la vía abierta de búsqueda de la paz, la UE incide en movilizar más y más medios para aumentar el gasto militar. Pero el esfuerzo presupuestario elevará la deuda y los tipos de interés. También impactará en los estados del bienestar, sobre todo el español. Madrid desea financiar el gasto con deuda común, idea que Berlín todavía rechaza.
En una suerte de disonancia en paralelo, mientras en Arabia Saudí quedó ya plasmado el deseo de avanzar progresivamente hacia una solución negociada que ponga fin al conflicto en Ucrania, en el seno de la UE se aboga por seguir aumentando las capacidades militares del bloque y la escalada bélica, en aras, supuestamente, de fortalecer la posición del régimen de Kiev de cara a su futura presencia en la negociación.
Las exigencias de la OTAN de superar el acordado nivel de gasto del 2% del PIB y las exhortaciones de Donald Trump para llegar incluso al 5%, hacen que los países de la UE, en su gran mayoría también miembros de la alianza atlántica, estén obligados a elaborar nuevos mecanismos de financiación para sostener tal gasto. El propósito fue validado durante la cumbre europea de urgencia en París y reiterado en las reuniones en Bruselas de los ministros de Economía del bloque comunitario.
Para alcanzar tal fin, se alude a la «flexibilización» de las reglas fiscales comunitarias para financiar el gasto militar. Ursula von der Leyen habla abiertamente de formular «medidas extraordinarias en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento». Esto significa activar un margen extraordinario para que los Estados miembros puedan incurrir en un déficit superior al 3%. Es decir, saltarse la disciplina fiscal sin temor a una penalización, siempre y cuando tal falta sea producto de la inversión en defensa.
Algunos países proponen también la emisión de deuda conjunta de la UE para sufragar el dispendio militar. Es el caso de España, cuyo ministro de Economía, Carlos Cuerpo, prevé que Madrid podrá acometer el incremento del presupuesto militar sin infringir las reglas de gasto.
La financiación podrá partir del Banco Europeo de Inversiones (BEI), pero la emisión de deuda común, el «mecanismo mancomunado» al que aludió el presidente Pedro Sánchez durante la cumbre de París, está en cuestión. Socios como Alemania, Países Bajos o Austria rechazan por el momento tal vía.

¿Es factible la vía de la deuda europea?

«Está en niveles muy elevados [la media de la UE está por encima del 80%], pero todavía cuenta con el euro para poder seguir recurriendo al BCE para financiarla», explica a Sputnik el economista y sociólogo Daniel Albarracín, profesor del departamento de Economía Aplicada II de la Universidad de Sevilla (US).
«Pero ese recorrido puede no sostenerse a largo plazo, y solo puede llevar a elevar los tipos de interés, además en un contexto inflacionario por la imposición de aranceles», advierte.
Del ambiente favorable en la dirigencia de Bruselas a escalar el gasto militar, da cuenta la oficina de la alta representante de la Política Exterior y Seguridad de la UE, Kaja Kallas. Ya ha emitido un documento que solicita la rápida confección de un fondo de ayuda a Ucrania, inicialmente dotado con 6.000 millones de euros.
La coyuntura trasciende al ámbito de la economía y atañe también «al terreno de la geopolítica y los modelos socioeconómicos», advierte Albarracín, que señala un momento histórico de cambio que puede obrar un cambio de modelo en Europa mediante la presión para aumentar los gastos en defensa.

«Es una situación donde EEUU pasa de ser guardián [de la seguridad europea]a ser suministrador de armas. Su fuerza de negociación aprovecha la ventaja de una fragmentación de posiciones en la UE, esperando subalternizarla aún más. Otros defienden un proyecto europeo algo más independiente. Pero ambos modelos de las élites europeas apuestan por militarizar Europa», lamenta.

Tumbar el estado del bienestar

La contundencia de la aparición de Donald Trump en la escena internacional y el consecuente cisma acaecido en las relaciones euroatlánticas, ha supuesto un jarro de agua fría tras el que se empieza a atisbar el alto coste que puede suponer para el bienestar de los ciudadanos europeos que se dispare el gasto militar.
El esfuerzo presupuestario puede poner en aprietos las finanzas estatales en un momento en que la deuda de muchos países de la UE también está disparada. En otras palabras, es el riesgo de lanzarse al gasto teniendo la economía ya endeudada de por sí. En el caso de España, pese a haber reducido la ratio de deuda pública un 3,3% en 2024, esta todavía asciende al 101,8% del PIB, según datos aportados por el Ministerio de Economía.
Teniendo en cuenta que este país figura a la cola del gasto militar en la UE (1,28% del PIB, con el objetivo de alcanzar el 1,33% en 2025), secundar las intenciones ratificadas en la cumbre de urgencia en París se antoja un esfuerzo presupuestario mayúsculo. A corto plazo, España será el país europeo que mayor porcentaje de sus ingresos anuales necesitará dedicar a salvar la diferencia que le falta no ya para llegar a la cota del 2%, ya obsoleta, sino para alcanzar el probable 3% que ordenará la OTAN en su próxima cumbre.
Según un informe de la agencia europea de calificación Scope Ratings, la cifra ascenderá a 8,84 puntos porcentuales (Alemania necesitará 6,77 puntos, Italia 5,31, Francia 5,22 y Reino Unido 1,76). «Dada su naturaleza a largo plazo, el gasto sostenido en defensa requerirá recursos adicionales, obligando a los Estados europeos a encontrar ahorros presupuestarios compensatorios en una época de débil crecimiento, fragmentación política y envejecimiento demográfico», añaden los analistas de Standard&Poor’s.

El presupuesto de defensa español asciende en la actualidad a 20.419 millones de euros. El compromiso de llegar al 2% en 2029 (unos 36.000 millones) significa un aumento anual de 4.000 millones. Pero la segura exigencia de la OTAN de imponer el 3% equivale a añadir 28.500 millones al presupuesto actual. Son números que canibalizarán otras partidas presupuestarias, tal y como advirtió Mark Rute, que aconseja invertir menos en «sanidad, gasto social y pensiones».

Pese a tener el presupuesto congelado desde 2023, el Gobierno español ha aprobado por la vía extraordinaria partida de casi 2.000 millones de euros para diverso material militar y para el aumento de los salarios de sus militares (unos 400 millones).

¿Se disparará la deuda?

Podría ser otra de las consecuencias de secundar el incremento fijado del gasto en defensa, en contraposición al vaticinio del Ministerio de Economía de España.
Según estimaciones de Standard & Poor’s, el déficit español se disparará al 4,9% (actualmente, apenas llega al 3%) en caso de ejecutar un presupuesto militar del 3,3% (similar al de EEUU). Si se gastara el 5%, el déficit crecería hasta el 6,6%. Cabe preguntarse si España, Francia o Italia están abocadas a desmantelar progresivamente servicios públicos como la sanidad, la educación, o el pago de pensiones.
A juicio de Albarracín, el problema se agudiza con la situación de «estancamiento» de la economía europea, que derrengada por su cambio de proveedores energéticos y por su contribución al esfuerzo bélico en Ucrania, «inevitablemente sufrirá un impacto en las políticas sociales de toda índole».
«Ya ha pasado a escala europea, afectando a los fondos de cohesión y la Política Agraria Común en el último Marco Financiero Plurianual. Y más aún, a partir de su revisión intermedia», afirma.
La economía alemana, «el motor industrial exportador de Europa», está «gripada», recuerda este economista. En consecuencia, el proyecto europeo está herido. Pero es un modelo, añade, que en su momento dio pie a una «divergencia real» en el seno del viejo continente, «porque el modelo de la UE perjudica a los países de las semiperiferias europeas, estén al este o al sur».
En su opinión, los países del sur tendrían que optar por un modelo «emancipador». «Así mantendrían la máxima independencia ante la disputa por el poder económico mundial de las grandes potencias, las que están declive, las que son emergentes, y las viejas y reaccionarias élites centroeuropeas», concluye Albarracín.
SPUTNIK.

 

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