El rearme de la UE entre la independencia de Estados Unidos y el Keynesianismo militar

Domenico Moro.

Ilustración: Tomada de Izquierda Diario

…parece muy poco probable que Europa consiga asumir una postura neoimperial independiente de EEUU y la OTAN, ante la división en naciones con rivalidades históricas e intereses estratégicos diferentes y ante la reducción de su base industrial.


Dwight Eisenhower, Presidente de Estados Unidos, denunció en 1961 el peligro que representaba el “complejo militar-industrial”, refiriéndose al entrelazamiento de intereses entre la industria bélica, los representantes del Congreso y las fuerzas armadas, que podía influir profundamente en la política estadounidense.

Unos años más tarde, en 1966, una importante obra de dos economistas estadounidenses, Baran y Sweezy, titulada Monopoly Capital. Un ensayo sobre la estructura económica y social estadounidense, que demostraba que sólo a través del gasto militar y de la industria bélica podía el capitalismo estadounidense contrarrestar su crisis y contener el desempleo.

En esencia, los gastos de guerra (y más aún las guerras) representan una especie de “keynesianismo militar” que, tal y como preveía la versión original de Keynes, se basa en el gasto público para sostener la economía capitalista. Sólo que este gasto, en lugar de dirigirse al sector civil (infraestructuras, estado del bienestar, etc.), se dirige al sector militar.

El gasto militar representa un tipo de gasto público más aceptable para el capital, porque la financiación estatal va directamente a las empresas y, sobre todo, porque la inversión pública no va a financiar a un competidor de la empresa privada. Por ejemplo, una sanidad pública amplia y eficaz es un peligroso competidor de la sanidad privada.

En 2024, hubo una avalancha de fondos de inversión en el sector de la defensa estadounidense. El motivo fue la guerra de Ucrania y el presupuesto de defensa estadounidense, que es, con diferencia, el mayor del mundo y asciende a 913.000 millones de dólares (2023), frente a los 313.000 millones de la UE, los 296.000 millones de China y los 109.000 millones de Rusia[i].

Los expertos predijeron que la reelección de Trump conduciría a un nuevo aumento del gasto militar, impulsando la inversión de fondos incluso en 2025.

El nuevo presidente estadounidense, sin embargo, parece adoptar una posición de discontinuidad con las administraciones anteriores no solo en política exterior y la guerra de Ucrania, sino también en el presupuesto de defensa.

De hecho, Trump pretende reducir el presupuesto del Pentágono en aproximadamente un tercio en un periodo de cinco años, a un ritmo del 8% anual. De hecho, el presupuesto militar pasaría de unos 900.000 millones en 2025 a 600.000 millones en 2030.

No en vano, tras la noticia de la reducción del gasto militar, Wall Street penalizó las acciones del sector empezando por Loockheed Martin, la empresa militar más importante de EEUU y del mundo.

Las intenciones de Trump, de confirmarse, penalizarán a uno de los centros de poder político de EEUU y a uno de los sectores punteros de su economía.

Esto, entre otras cosas, demuestra que las bases sociales y de clase de la administración Trump no son las élites capitalistas tradicionales, como las del complejo militar-industrial y el mundo de las finanzas, sino otros sectores, incluyendo la industria manufacturera y los «nuevos ricos» de la gran tecnología.

Si, por un lado, Trump reduce el gasto militar estadounidense, por otro lado, exige de forma acuciante a Europa que aumente su gasto militar y amenaza con dejar de garantizar la seguridad del continente a través de la OTAN.

Muchos países europeos tienen un gasto militar inferior al 2% del PIB (Italia, por ejemplo, se sitúa en el 1,61% en 2023), que era el antiguo límite de gasto exigido por EEUU. Ahora, Trump pide que el gasto llegue hasta el 5% del PIB, lo que supondría gastar el doble que hoy.

Frente a los recortes de EEUU, el aumento del gasto europeo invertiría la proporción de la financiación de la OTAN, hoy cubierta en dos tercios por EEUU y en un tercio por Europa y Canadá.

La cuestión del aumento del gasto militar y la realización de una defensa europea, empezando por una industria más integrada, es uno de los temas más debatidos en Europa.

Hay dos conjuntos de problemas que dificultan el aumento y la eficacia del gasto militar. El primero son las limitaciones presupuestarias impuestas por los tratados europeos, que imponen una estricta disciplina presupuestaria que no permite que el déficit anual supere el 3%. El segundoes la fragmentación de la industria europea en numerosas industrias nacionales, cada una de las cuales produce su propio tipo de material militar (por ejemplo, su propio tipo de tanque), mientras que Estados Unidos sólo produce un tipo, logrando así economías de escala eficientes.

No es casualidad que Mario Draghi, que también redactó un informe para la Comisión Europea sobre estas cuestiones[ii], hablara así en la Semana Parlamentaria Europea de 2025:

Podríamos quedarnos solos para garantizar la seguridad de Ucrania y de la propia Europa. Sin embargo, nuestros sistemas de defensa siguen estando en un estado vulnerable porque la fragmentación de la capacidad industrial a lo largo de líneas nacionales impide la escala necesaria. (…) Aunque somos el tercer país del mundo en términos de gasto, no podríamos hacer frente a un aumento de los fondos de defensa con nuestra capacidad de producción. (…) Los sistemas nacionales no son interoperables ni están normalizados en algunas partes clave de la cadena de suministro. Este es uno de los muchos ejemplos en los que la UE es menos que la suma de sus partes[iii].

Draghi también hizo una estimación del presupuesto necesario para aumentar la inversión de la UE en defensa, innovación y competitividad: hasta 800.000 millones al año.

Esta financiación tendría que encontrarse, según Draghi, utilizando el espacio fiscal de los Estados en marcos jurídicos individuales. La respuesta a Draghi no se hizo esperar por parte de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von Der Leyen, que abrió la posibilidad de separar los gastos de defensa del cálculo del déficit público de los Estados individuales, como venía pidiendo desde hace tiempo el Gobierno de Meloni.

Así, una vez descartada la posibilidad de emitir deuda europea por la conocida aversión de Alemania, las limitaciones de Maastricht para el rearme pueden ser dispensadas a nivel nacional, algo que no se ha hecho para el Estado del bienestar, desde la sanidad al gasto en educación.

Posteriormente, von der Leyen propuso Rearm Europe, un plan de rearme europeo de 800.000 millones. Además de la desagregación del gasto en defensa, este plan incluye un nuevo instrumento de la UE para recaudar 150.000 millones garantizados por el presupuesto comunitario.

El dinero recaudado se prestará a los distintos Estados para la producción de armas. Además, los Estados que lo deseen podrán reorientar los fondos de cohesión hacia la defensa, mientras que otros fondos procederán del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

El objetivo es, pues, un aumento medio de los gastos de defensa del 1,5% del PIB de cada país, lo que en Italia supone entre 30.000 y 35.000 millones.

A este respecto, hay que decir que el aumento del gasto será en deuda. Por lo tanto, aumentará el endeudamiento del Estado.

Esto no es un problema porque contravenga los parámetros europeos, ya que se decidió desvincular los gastos de defensa, sino porque conduce a una reducción de los niveles de calificación, provocando así un aumento de los intereses a pagar por la deuda. Por lo tanto, no sólo se gasta en armamento un dinero que no se puede destinar a sanidad o educación, sino que existe el peligro real de que, para limitar el crecimiento de la deuda, los gobiernos europeos decidan recortar aún más los gastos sociales.

Sin embargo, el aumento del gasto militar ya se ha producido y está cobrando fuerza en varios países. Por ejemplo, el Reino Unido ha anunciado que aumentará su presupuesto militar del 2,3% al 2,5% del PIB para 2027.

Sobre todo, la nueva tendencia está afectando a Alemania, que, bajo el Gobierno de Scholtz, ya había promulgado un presupuesto de defensa adicional de 100.000 millones de euros y ahora, a sugerencia del Canciller in pectore Merz, planea asignar otros 200.000 millones de euros.

Merz tiene prisa por conseguir que la medida sea aprobada por el parlamento saliente, ya que en el parlamento sucesor Afd y Die Linke tienen los números para echarla abajo.

La predicción de un rearme sostenido y el consiguiente aumento de los presupuestos de defensa han turboalimentado a las empresas armamentísticas del viejo continente, que ya se beneficiaban de la guerra de Ucrania.

Frente a la caída bursátil experimentada por sus homólogas estadounidenses, las empresas armamentísticas europeas han visto subir el valor de sus acciones desde principios de año, llevando recientemente a las bolsas europeas a nuevos récords.

Por ejemplo, la alemana Rheinmetall registró una subida bursátil del +61%, la francesa Dassault Aviation del +25% y la británica Bae Systems del +20%. Las empresas italianas del sector también crecen: Leonardo un +49,7% y Fincantieri un +40,6%[iv].

Sin embargo, la industria europea de defensa tiene las limitaciones que señaló Draghi. Las empresas europeas, al seguir siendo nacionales, no tienen el tamaño adecuado para hacer economías de escala y resistir la competencia de las empresas estadounidenses y chinas.

En el ranking de Sipri de las 10 mayores empresas del mundo, las cinco primeras son estadounidenses, tres chinas (8º, 9º y 10º puesto), una rusa (7º puesto) y una británica (6º puesto) (2023).

Las primeras empresas de la UE en la clasificación son la franco-alemana-española Airbus, en el puesto 12, y la italiana Leonardo, en el 13[v]. Por eso las empresas europeas intentan agruparse en grandes alianzas. No es casualidad que el CEO de Leonardo, Cingolani, dijera:

…estoy dispuesto a renunciar al 20% de mi negocio nacional si puedo hacerme con el 5% del negocio mundial” [vi]

Por estas razones, existen dudas sobre la capacidad de la industria europea para satisfacer la creciente demanda de sistemas de armamento de los Estados de la UE, que podrían recurrir, como ya ocurre actualmente, a la industria estadounidense: en enero de 2022, los europeos han encargado 185.000 millones de armas estadounidenses para apoyar a Ucrania.

Hasta el 70% de las importaciones de armas de los países europeos proceden de fuera de la UE, el 55% de EE.UU.[vii]

Esto plantea problemas precisamente con lo que los Estados europeos afirman querer perseguir, la independencia de EE.UU. En muchos sistemas de armamento adquiridos por EE.UU., por ejemplo, el avión F35, rige una especie de “doble llave”: en otras palabras, las armas funcionan si EE.UU. acepta el compromiso.

Además, a pesar de las intenciones de crear una industria de la UE, que podría constituir la base de un ejército europeo, hay resistencia a ello. La industria militar nacional, al igual que las fuerzas armadas nacionales, es defendida celosamente por los distintos Estados europeos porque representa la garantía de la soberanía nacional.

Incluso los consorcios para la construcción de nuevos sistemas de armas no siempre cuentan con la participación conjunta de empresas de la UE. Por ejemplo, para el programa de aviones de combate de sexta generación, Italia está junto a dos países no comunitarios, Reino Unido y Japón, a los que podría añadirse Arabia Saudí, mientras que Alemania, Francia y España desarrollan su propio programa.

Otro ejemplo es la empresa conjunta entre Italia (Leonardo) y Turquía (Baykar) para la producción de drones militares.

Para concluir, ¿cuáles son las causas de este rearme europeo? Sin duda, como dice Draghi, la orientación de la administración Trump de dejar de apoyar a Europa desde el punto de vista de la defensa está teniendo un gran impacto.

Después de todo, Merz, tras su victoria en las elecciones alemanas, expresó como primera cosa a hacer la realización de la independencia de Alemania de los EE.UU., empezando por el campo de la defensa.

Pero hay que decir que el rearme europeo es coherente con la reanudación del activismo del Reino Unido y Francia, que siguen apoyando a Zelensky, se muestran escépticos ante el acuerdo que EE.UU. está alcanzando con Rusia y han propuesto el envío de un contingente militar europeo a Ucrania.

Detrás de estas posturas está la nostalgia nunca apagada de Francia y el Reino Unido por su pasada historia imperialista y el deseo de mantener su estatus de gran potencia.

Además, por un lado, el Reino Unido defiende su posición de socio económico privilegiado de Ucrania, consagrada en el acuerdo firmado en enero, que le garantiza la explotación de los recursos minerales ucranianos, los mismos a los que incluso Trump ha echado el ojo[viii] .

Por otro lado, Francia, además de buscar revancha por las posiciones perdidas en África frente a Rusia y de tener intereses económicos en Ucrania, aspira a liderar la defensa de la UE gracias a ser la única potencia nuclear.

Distinta es la actitud de las dos potencias que fueron derrotadas en la Segunda Guerra Mundial, Alemania e Italia, que se han declarado contrarias al envío de contingentes europeos a Ucrania. Sin embargo, Alemania e Italia, que en 2023 gastarán respectivamente el 1,52% y el 1,61% del PIB en defensa[ix], están a favor de aumentar los gastos de guerra y de seguir apoyando militarmente a Ucrania.

Otro aspecto importante que justifica el rearme es el “keynesianismo militar”, es decir, la utilización del gasto militar como estímulo para la estancada economía europea, especialmente la alemana, que sale de dos años de recesión.

Además, no hay que olvidar que el gasto militar repercute en la investigación científica con importantes repercusiones también en el sector civil, ya que muchas tecnologías militares son de doble uso.

Draghi fue explícito al respecto en su comparecencia ante el Parlamento Europeo y en su informe, en el que escribió:

 El sector de la defensa es un importante motor de innovación para toda la economía[x].

En la reunión de Ministros de Finanzas del G20, el Ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, también fue claro, lanzando la propuesta de un “Plan de Recuperación para la Defensa”, también visto como una forma de “relanzar la industria y el crecimiento europeos”[xi]

En la misma ocasión, la Ministra de Finanzas británica, Rachel Reeves, también anunció declaraciones claras sobre el papel de la defensa como ‘base’ para el crecimiento económico.

Por último, el influyente Kiel Institut fuer Weltwirschaft publicó un estudio en el que sostiene que si se aumenta el gasto militar de Alemania entre un 2% y un 3,5%, esto puede suponer un beneficio para toda la economía de entre el 0,9% y el 1,5% del PIB[xii] .

En conclusión, los recientes acontecimientos, vinculados a la nueva actitud de EE.UU. hacia Rusia y Ucrania, acentúan la tendencia al rearme en Europa, favorecida, por un lado, por los impulsos de asumir una postura de gran potencia y, por otro, por un nuevo “keynesianismo militar”.

Sin embargo, parece muy poco probable que Europa consiga asumir una postura neoimperial independiente de EEUU y la OTAN, ante la división en naciones con rivalidades históricas e intereses estratégicos diferentes y ante la reducción de su base industrial.

Traducción nuestra


*Domenico Moro es sociólogo. Investigador en el campo sociológico y del marketing, ha publicado Il Militare e la Repubblica, sobre el nuevo modelo de defensa, y numerosos artículos y ensayos de carácter sobre todo económico e histórico en distintos medios periodísticos y en revistas teóricas y de actualidad política, entre ellas Marxismo Oggi y Rinascita della Sinistra. El Viejo Topo publicó en 2013 su libro Nuevo compendio de El Capital y en 2015 Bilderberg. La élite del poder mundial. Su última obra publicada por el Viejo Topo es La Jaula del Euro.

Notas

[i] Sipri, Base de datos de gastos militares.

[ii] Mario Draghi, El futuro de la competitividad europea, septiembre de 2024. https://www.eunews.it/wp-content/uploads/2024/10/00_Rapporto-Draghi-parte-A.pdfhttps://www.eunews.it/wp-content/uploads/2024/10/00_Rapporto-Draghi-parte-B.pdf.

[iii] Citado en Luca Carrello, «Draghi: Europe will stand alone to protect Ukraine», Milano Finanza, 19 de febrero de 2025.

[iv] Mara Monti, «El sector de la defensa vuela en Europa sobre la carrera armamentística», Il Sole24ore, 28 de febrero de 2025.

[v] Sipri, Base de datos de la industria armamentística.

[vi] Citado en Simona Rossitto, «Leonardo: <<En Europa necesitamos grandes alianzas>>», Il Sole24ore, 3 de diciembre de 2024.

[vii] Mara Monti, «From non-EU countries 70% of arms arrive in Europe», Il Sole24ore, 7 de marzo de 2025.

[viii]https://commonslibrary.parliament.uk/uk-ukraine-100-year-partnership-agreement/.

[ix] Sipri, Base de datos de gastos militares.

[x] Mario Draghi, El futuro de la competitividad europea. Parte B – Análisis en profundidad y recomendaciones, septiembre de 2024, p.175.

[xi] Emilia Patta, «Meloni: <<Paz bajo la OTAN>> Crosetto: los ejércitos nacionales permanecen», Il Sole24ore, 27 de febrero de 2025.

[xii] Tonia Mastrobuoni, «La prima sfida di Merz Abbattere il tabù debito per ripartire», Affari & Finanza de la Repubblica, 3 de marzo de 2025.

Fuente original: LABORATORIO per il socialismo del XXI secolo

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