La corrupción como control social en el modelo neoliberal del capitalismo

Por Sergio Terrero

La corrupción es un fenómeno que afecta de manera significativa a las clases populares dentro del sistema capitalista. En particular, en los países periféricos del sistema-mundo, se ha convertido en una herramienta de control social utilizada por las elites económicas y políticas para mantener el statu quo y proteger los intereses del gran capital.

En estos contextos, la corrupción no es un accidente o una falla del sistema, sino una característica inherente al modelo neoliberal del capitalismo. Los gobiernos de las periferias suelen ser objeto de presiones y manipulaciones por parte de las grandes corporaciones y potencias económicas globales, que buscan garantizar que las decisiones políticas y económicas beneficien a sus intereses.

Para ello, corrompen a quienes dirigen el Estado a través de los poderes que lo conforman: el Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo. De esta manera, aseguran que los tomadores de decisiones no actúen en contra de los dueños del capital y sus corporaciones, incluso si esto implica sacrificar el bienestar de la mayoría de la población.

Un ejemplo reciente y alarmante de este fenómeno se puede observar en la actuación de la empresa transnacional Barrick Gold en la República Dominicana. Esta compañía, dedicada a la explotación minera, ha obtenido concesiones para la extracción de oro en el territorio dominicano bajo condiciones altamente cuestionables. A través de su influencia sobre el Estado dominicano, ha logrado operar con altos niveles de impunidad, obteniendo beneficios millonarios mientras deja a su paso una estela de daños ambientales y sociales irreversibles.

La explotación minera realizada por Barrick Gold ha generado graves problemas de contaminación de los recursos naturales, afectando directamente a comunidades enteras y comprometiendo la vida de futuras generaciones.

A pesar de las denuncias de organizaciones ambientales y sociales, la complicidad del Estado dominicano con la transnacional ha impedido que se adopten medidas efectivas para proteger los derechos de la población y el medio ambiente.

Este caso ejemplifica cómo la corrupción opera como un mecanismo de control social dentro del modelo neoliberal. Al garantizar que las instituciones estatales sirvan a los intereses de las corporaciones en lugar de los ciudadanos, se perpetúa una situación de desigualdad y despojo que afecta principalmente a las clases populares. La corrupción, en este sentido, no solo permite el saqueo de los recursos naturales, sino que también desmoviliza y fragmenta a la sociedad, limitando su capacidad de resistencia y organización.

La corrupción en el sistema neoliberal capitalista no es un fenómeno aislado ni una simple desviación del orden institucional, sino una estrategia clave para garantizar que los intereses del gran capital sean protegidos a expensas del bienestar de la mayoría.

Es imperativo que las sociedades afectadas por este problema fortalezcan sus mecanismos de participación ciudadana y control social para enfrentar estas dinámicas y luchar por un modelo económico y político más justo y equitativo.

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