Orígenes y consecuencias de la Guerra de Abril de 1965
Por Julio Díaz Campusano
Después del ajusticiamiento del dictador Rafael L Trujillo, el 30 de mayo de 1961, se celebraron las primeras elecciones libres en nuestro país, el 20 de diciembre de 1962, donde triunfó el Prof. Juan Bosch con un 58.72%, contra el candidato de la oligarquía Viriato Fiallo, que obtuvo un 30.08%.
Con la mayoría de la membresía del Congreso a su favor, los congresistas de factura perredista, eligió una Asamblea Nacional Constituyente, que tuvo a su cargo la redacción y aprobación de la Constitución\ de 1963.
Esa Constitución perredeista del profesor Juan Bosch, proponía en su “Artículo 3. Se declara libre la iniciativa económica privada. Sin embargo, la misma no podrá ser ejercida en perjuicio de la seguridad, la libertad o la dignidad humana.
“Articulo 5. Se declaran delitos contra el pueblo los actos realizados por quienes, para su provecho personal sustraigan fondos públicos o, prevaliéndose de sus posiciones dentro de los organismos del Estado, sus dependencias o entidades autónomas, obtengan ventajas económicas ilícitas. Incurrirán en los mismos delitos las personas que, desde las mismas posiciones, hayan proporcionado deliberadamente ventajas a sus asociados, familiares, allegados, amigos o relacionados”.
Esa Constitución de 1963 proponía además, entre otras cosas, la prohibición del latifundio, una Reforma Agraria con la distribución de la tierra para ser trabajada por los campesinos y campesinas, prohibición a extranjeros de poseer tierra para su usufructo, libertad sindical, libertad de expresión, movilización y organización, derecho igual para los hijos nacidos fuera del matrimonio, educación laica, libertad de cultos, separación de la Iglesia del Estado y relaciones con todos los países del mundo en igualdad de condiciones.
Como se podrá observar esa era una Constitución, además democrática, muy avanzaba para la época.
La misma no fue del agrado del gobierno de Estados Unidos, la oligarquía dominicana y la Iglesia católica, quienes comenzaron un proceso de intriga y complot para su derrocamiento. Una de sus mejores herramientas fue el Movimiento de “Reafirmación Cristiana”, con lo cual explotaban maliciosamente, a su favor, los sentimientos religiosos de la mayoría del pueblo dominicano.
Estas fueron las causas del derrocamiento del gobierno del presidente Juan Bosch, mediante un golpe de Estado, el 25 de septiembre de 1963, a sólo 7 meses de su gestión democrática, por un grupo de generales al servicio de Washington.
De inmediato se desarrolló una brutal persecución y represión contra los revolucionarios, en especial de los miembros y miembras del Movimiento Revolucionario Catorce de Junio, que lideraba Manolo Tavares Justo, y el desmantelamiento de su local, que estaba en el Conde equina Hostos.
De esta manera, se cercenó el proceso democrático y de libertades constitucionales logradas después del ajusticiamiento de Trujillo.
En respuesta a ese golde de Estado se levantó en armas, en distintos frentes guerrilleros, el 14 de Junio, encabezado por Manolo Tavares Justo, quien fue hecho prisionero junto a varios de sus compañeros en Manaclas, y fusilados, pese a la promesa de no ser asesinados.
Cuando estalló la guerra del 24 de abril de 1965, tenía yo diez días de casado con mi juvenil novia Cecilia Alcántara, y vivíamos en el kilómetros 9 de la carretera Mella, en la casa de mis abuelos maternos Rafael Campusano y Felicita de la Cruz (Chichí). Y le dije a ella que mi condición de revolucionario me sugería que debía integrarme a la lucha armada al lado de coronel Caamaño.
El 9 de la carretera Mella o Cancino Afuera, en esa época, era una comunidad laboriosa de personas muy pobres y de mucha dignidad humana, pero también nido de soldados de la Aviación Militar Dominicana y sus agentes secretos, del llamado A2, y otros servicios secretos. Además de existir la tenebrosa cárcel del Kilómetro 9.
Pero yo me movía como pez en el agua, hasta el extremo de escuchar todas las noches desde mediados de 1958, pegado mis oídos en nuestro radio philips, a Radio Rebelde, donde se suponía que los revolucionarios encabezados por Fidel Castro, anunciarían por las ondas hertzianas los partes de la guerra de guerrillas, que el Movimiento Revolucionario 26 de Julio desarrollaba en Sierra Maestra.
El 25 de abril bajé a la capital y me dirigí a la casa familiar de José Bujosa Mieses, de la calle Santomé casi esquina Arzobispo Nouel, en busca de orientación y ponerme a la disposición para el combate militar. Bujosa Mieses era el secretario general de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), en el Liceo Nocturno Eugenio María de Hostos (que de día era el Liceo República Argentina), de la cual yo era miembro. Él no tenía en ese momento la respuesta que yo esperaba.
Entonces me dirigí al Liceo República Argentina, y allí me encontré con el Chu Lagares y otros compañeros, creo que militantes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, al igual que yo. Supe que en la tardecita iba a ver una reunión importante, por lo que decidí quedarme hasta el otro día.
En la noche nos reunimos esos compañeros, y otros encabezados por Rafael Delio Rivera (Riverita), del MPD, alrededor del escritorio de la Oficina del director del liceo. Riverita trajo consigo una ametralladora Cristóbal, y al rato comenzó a explicar las bondades de dicha arma, antes de iniciar una sección de arme y desarme de la misma, que por poco me mata, pues yo estaba al lado de él y se le zafó un tiro que fue a parar al techo.
Al otro día me dirigí a lo que hoy es la cabeza oeste del Puente Francisco del Rosario Sánchez, en Gualey, y bajé hasta el río Ozama, donde había un transporte privado de yolas que por unos centavos te cruzaban hasta la cercanía del pueblecito del antiguo Los Mina, y viceversa, del que todavía hoy quedan sus restos. Y de ahí me fui a pie hasta el 9 de la carretera Mella. Ese mismo trayecto lo recorrí al otro día 26, pero me fui temprano a mi casa, para volver al otro día a “Juan Bosch, diciéndole a mi flamante esposa que mi decisión era quedarme definitivamente en la capital.
El 27 se escenificaron los gloriosos combates del Puente Duarte, donde las fuerzas constitucionalistas dirigidas por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y sus compañeros, junto a dirigentes y militantes de izquierda, derrotaron a las tropas del CEFA que dirigía el general Elías Wessin y Wessin.
El día 28 interviene Estados Unidos el país con 42 mil marines, y yo aproveché esa tragedia para entrar a pie a la ciudad capital por el puente Duarte. Mientras los marines cruzaban el puente por el centro, yo usé su lateral derecho de uso público. Ahí pude conocer, como testigo de excepción, el inicio de la división de la capital en dos mitades, a través del llamado “Cordón de Seguridad”, que comenzó en el puente Duarte, tomando la ruta de lo que es hoy la avenida 27 de Febrero hasta de Máximo Gómez.
El 30 de abril las fuerzas constitucionalistas toman la Fortaleza Ozama, y se apoderan de más de 2,000 las armas y municiones que allí se encontraban, las que sirvieron para armar a la población y organizar a los revolucionarios en Comandos, en buena parte de los barrios de la zona sur de Santo Domingo.
Obtemperando sugerencia de Juan Bosch, los Senadores y Diputados perredeistas, que eran la inmensa mayoría, electos en las elecciones del 20 de diciembre de 1963, sesionan el 3 de mayo, y eligen al coronel Francisco Caamaño como Presidente Constitucional, quien fue juramentado el 4 de mayo en el Parque Independencia.
El líder del Movimiento Militar Constitucionalista, coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, quien desde Puerto Rico había llegado al país el 14 de mayo de 1965 con una misión de Juan Bosch para informarla a Caamaño, y que los norteamericanos creían que inmediatamente viraría para Puerto Rico, no ocurrió así, y se quedó a la orden del presidente Caamaño, quien lo nombró Jefe de la Policía Nacional. A cinco días de haber llegado al país se decide el asalto al palacio nacional, que según él pondría la Revolución Constitucionalista en mejores condiciones para el combate y futuras negociaciones. Esa decisión no era compartida por el coronel Caamaño.
El coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez fue asesinado en una emboscada de las tropas norteamericanas, cuando lideraba un ataque al Palacio Nacional el 19 de mayo, donde también murieron el líder del Catorce de Junio Juan Miguel Román, y Elio Capozzi, entre otros combatientes.
Volviendo al “Cordón de Seguridad” instalado por las tropas norteamericanas, las consecuencias de éste fueron la victoria del CEFA sobre los constitucionalistas en la Zona Norte de la capital, pese a los serios reveses ocasionados a los militares de Wessin y Wessin.
Todos los constitucionalistas apresados por el CEFA fueron torturados y asesinados, al igual que todos los heridos en combates, y también gente sencilla del pueblo, por el sólo hecho de vivir en esa populosa parte norte de Santo Domingo, o los que ellos sospechaban simpatizaban con la revolución.
Fue en esas condiciones que alquilé a una señora vecina de mis abuelos, que tenía una casa en la calle Benito Gonzales No. 53, en Villa Francisca, una de sus viviendas de la parte atrás.
A los pocos días de estar viviendo en Villa Francisca, mi esposa y yo acordamos que por un tiempo se fuera a residir con sus padres, que vivían en la calle Marcos Adón No. 9, de Villa Juana.
Con el asalto de la Fortaleza Ozama el 30 de abril el pueblo se armó con las armas que allí había, con las cuales se fortaleció la revolución, y se organizaron los Comandos por sectores de la zona sur de la capital
Yo seguía frecuentando el Comando Argentina, que en un primer momento era compartido por la dirigencia y miembros del MPD, y miembros del 14 de Junio (1J4). Allí conocí a varios de los dirigentes del MPD, en especial a Maximiliano Gómez (El Moreno), y a Monchín Pinedo, de quien escuché dos charlas políticas de las que se impartían a los combatientes del comando, y con quien compartí en un primer momento el proyecto Marxista-Leninista Voz Proletaria, y una relación política y primaria hasta la hora de su muerte.
Más luego recibimos la orden de que todos los catorcistas que estábamos en el Comando Argentina, parece que por un acuerdo entre las dirigencias del MPD y del 1J4, nos dirigiéramos al edificio de la Dirección de Estadística, cito en la parte norte de la calle Las Mercedes, frente a la Iglesia Altagracia, en su lateral norte. Como comandante fue nombrado Luis Gaspar (Güigüí). Más luego el comando fue trasladado a las Oficinas de Francisco J. Peynado, casi esquina 19 de Marzo, donde está ahora la Academia de la Historia, y se nombró a Rafael Belliard como subcomandante.
Allí conocí a Wellington Ascanio Peterson Pietersz, quien fue uno de nuestros instructores en la Academia Militar 24 de Abril, con quien mantengo hasta hoy una agradable relación política, y hasta primaria de familia a familia.
Pues bien, el 15 de junio, bajando yo de mi casa por calle José Martí, en dirección a mi comando de Estadística, al llegar a la esquina de la calle Mella, donde estaba un restaurant-hotel chino, miro hacia donde estaba la Casa Zaglul, y veo subiendo una avanzada de marines que venían en fila india desde Poasi. Automáticamente me lancé boca abajo en posición de tiro, como se nos había enseñado, con la intención de ensartar con un tiro a dos o tres invasores, con mi potente fusil máuser, pero una voz de mando, desde el nivel dos de una casa de la calle Mella, que estaba frente a mí, me ordena: “¡No dispare! ¡Primero nosotros!”, y de inmediato una ametralladora, no me acuerdo si 30 ó 50, empezó vomitar proyectiles hacia los intrusos que mancillaban nuestra Patria. Entonces yo empecé a disparar con mi fusil Mauser
De allá hacia nosotros no sonó un solo tiro, lo que significa que todos o la mayoría fueron muertos o heridos, en una acertada emboscada.
Esa fue mi única acción militar en combate en la Guerra Patria de Abril de 1965.
Nunca supe quienes manipularon dicha ametralladora, como ellos tampoco supieron de mí. Si todavía viven, o algún compañero o familiar sabe de esta pequeña historia de abril de 1965, me gustaría conocerlo.
La Guerra Constitucionalista del 24 de Abril de 1965 para reponer al gobierno democrático del derrocado presidente Juan Bosch, convertida en Guerra Patria el 28 de Abril, a causa de la intervención militar de 42 mil marines norteamericanos, fue el acto político más extraordinario ocurrido en la República Dominicana en el Siglo XX, tan extraordinario que hoy, 60 años después, estamos viviendo sus funestas consecuencias.
Como primera gran consecuencia de la Guerra de Abril de 1965, podemos concluir que la oligarquía dominicana y sus partidos políticos en alianza con el gobierno norteamericano, es decir, con el imperialismo norteamericano, han impuesto al pueblo dominicano una dictadura ahíta de corrupción, falta de una educación digna, destrucción familiar, desempleo, inseguridad ciudadana, depredación del medioambiente al entregarle a las transnacionales, como la Barrick Gold, nuestros recursos mineros, es decir, la entrega de nuestro país al imperialismo norteamericano.
Debemos repensar esa historia y nuestra gran unidad nacional, como en Abril de 1965, para salvar a nuestro país.