De la Marcha Verde a la Antigua Orden: La deriva autoritaria del neo conservadurismo.

Por Juan Carlos Espinal.

En este artículo me referiré al fenómeno socio-cultural del neo-conservadurismo político.

Para ello, compararé las experiencias de los gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer de finales del siglo XX con las actuales experiencias del siglo XXI, haciendo referencia a la modalidad de poder y sus bases sociales.

Al final del artículo daré a conocer la posición que tengo sobre la dimensión autoritaria que ha venido adquiriendo.

Adelanto que veo en las organizaciones políticas democráticas la única propuesta viable para oponerse al fortalecimiento del pensamiento único.

Como he dicho con anterioridad, el propósito de este artículo es hacer una aproximación general y lo menos politizada posible al tema del conservadurismo.

Este es un escrito introductorio para tratar de comprender la decadencia del régimen libero-conservador de pos guerra, y por tanto no esperen ni demasiada profundidad en mis propuestas ni demasiado nivel de concreción en mis hipótesis.

Escribo para los compañeros de la Fuerza del Pueblo quienes deben saber que estamos viviendo momentos difíciles.

En resumen, nuestro presente como organización es de oposición absoluta.

Objetiva y subjetivamente una contradicción política.

Objetivamente, porque no hay nada más allá de la subordinación total de los representantes de los partidos de la democracia representativa al capitalismo financiero.

Subjetivamente, porque la nuestra es una sociedad política sin esperanza, incapaz de abrir la mirada más allá de la inmediatez.

Por si fuera poco, el individualismo de nuestra organización y la cultura del grupismo está arraigada entre muchos que se consideran representantes del estatus quo.

Así las cosas, la mera contraposición de los principios de la democracia representativa frente a la co-habitación de la élite bipartidista PRM-FP provoca prejuicio ideológico, desconfianza política y pánico electoral entre las militancias orgánicas.

He definido la situación actual como un presente-futuro perpetuado, pero inmóvil, ya que muchas contradicciones políticas internas han cambiado a una velocidad vertiginosa.

La crisis terminal del capitalismo liberal está en plena ebullición al tiempo que los oligarcas aliados al gobierno del presidente Abinader están haciendo muchas adaptaciones al déficit de oposición para salir airosos de la acelerada devaluación ideológica aunque esta situación bipolar ficticia dure poco tiempo.

En tiempos de escasez no hay recursos para todos, lo que aumenta la lucha de clases y deja a las clases medias a la deriva.

Desde nuestro punto de vista, la única solución transformadora para superar la actual crisis de representación sería transformar el modelo capitalista de producción y construir una sociedad plural más igualitaria, pero evidentemente que la burguesía dominicana no está dispuesta a obviar sus privilegios.

En lugar de eso, está aprovechando sus privilegios de clase.

La burguesía política está tratando de reactivar la unilateralidad de sus resoluciones administrativas que ya antes teníamos como parte del pasado caudillista.

Para entender mejor a la derecha liberal actual, el ejercicio teórico debería comparar está situación de ingobernabilidad democrática con la del siglo pasado que resulta tan necesario como importante.

De hecho, muchas veces ponemos la etiqueta de demócrata con demasiada facilidad a cualquier fenómeno de características autoritarias.

Según entiendo, todo autoritarismo tiene por característica fundamental ser individualista, aunque esto último contenga sus propias virtudes.

En las siguientes líneas me esforzaré en comparar las experiencias trujillistas del siglo XX con el comportamiento de la extrema derecha del XXI, al menos en algunos puntos generales.

A lo largo del texto utilizaré el término nacionalismo para designar a los grupos conservadores del siglo XX en general.

Esto podría empañar las particularidades del nacionalismo a ultranza de las derechas políticas con su prejuicio hacia los inmigrantes aunque no es la intención de este texto.

En contraposición, citaré bajo el nombre de nacionalistas los rasgos que ambas experiencias con el fascismo comparten, y en el caso de que sea el rasgo particular de una de las dos, trataré de concretarlo.

Por otra parte, me centraré en los grupos económicos y políticos en conflicto y los acontecimientos geopolíticos qué se desencadenan en el Caribe anglo francófono.

En mi opinión continuaré insistiendo en que la única solución liberadora para superar la arraigada cultura de odio sería transformar el modelo capitalista de producción y construir una sociedad igualitaria.

Resumiré en tres los orígenes principales de la fuente de diferentes experiencias tanto fascistas como nacionalistas.

En primer lugar, podríamos citar la larga historia de la cultura anti inmigrante, que ha sido definida por el carácter paria de los ciudadanos haitianos en Santo Domingo.

Por muy anterior que sea el origen de la desconfianza hacia los haitianos, las políticas anti inmigrante son una ideología liberal que renace con el nacimiento de los estados-nación modernos motivada por dos razones principales:

1- «La incapacidad de los haitianos como pueblo para crear un estado firme y su fama de nación libre».

2- Los haitianos son señalados por las élites dominicanas como culpables en los contextos históricos de las crisis internas del siglo 18 y 19, por la fama de independientes anteriormente citada.

Por eso, en los tiempos y lugares en los que se combinaron ambos factores, como en el caso de la República de Trujillo, la ideología basada en el odio a los haitianos creció considerablemente.

3- En tercer lugar, debemos mencionar el fenómeno del imperialismo anglo hispánico caracterizado por la rivalidad económica entre las principales potencias occidentales y que estalló con la Primera Guerra Mundial.

El imperialismo era la denominación que se dio al cambio de fase del capitalismo, nombre que tomó el paso de la competencia entre capitalistas dentro del estado a una fase de competencia internacional de los monopolios estatales.

Para las potencias occidentales se hizo urgente adquirir el control sobre la periferia del capitalismo y la conquista imperialista se instaló en los territorios del tercer mundo.

En este contexto, los nacionalismos experimentaron un notable auge.

Junto a ello, el modelo de mando conocido como colonialismo se estabilizó en los territorios periféricos controlados por los países imperialistas.

4- En cuarto lugar, la Primera Guerra Mundial fue la expresión extrema de las tensiones entre los países imperialistas en el Caribe, y el resultado de la guerra anti imperialista desatada por Haití frente a Europa primero, de frente a Estados Unidos después, supuso una nueva relación de fuerzas entre los países de Europa, junto con Estados Unidos.

Entre los perdedores de la Primera Guerra Mundial (o entre los que creían haber recibido una remuneración demasiado reducida como República Dominicana; por ejemplo,) aumentó el odio hacia los ganadores, a raíz de las medidas impuestas por el Tratado de Versalles.

Los países perdedores quedaron en dependencia de los ganadores, endeudados y vinculados a las crisis económicas.

Dicha situación y la amenaza que suponía la revolución social para la burguesía local provocó el auge del conservadurismo.

En este punto citaré varios rasgos ideológicos comunes a los nacionalismos del siglo XX, dejando aparte las diferencias entre experiencias particulares.

El principal enemigo político de los trujillistas eran los comunistas debido a ciertas características que estos últimos tenían en su seno: porque eran internacionalistas, porque eran opositores a los nacionalismos, porque despreciaban la lucha nacionalista de la Primera Guerra Mundial, porque eran contrarios a la idea inter-clasista de unidad nacional, porque se los consideraban como una conspiración independentista (sobre todo en Estados Unidos) y porque tenían distinta composición de clase.

Por todo ello, la oposición a los liberales estaba en el primer plano del discurso trujillista.

Aunque el nacionalismo ha sido interpretado como la razón instrumental de la politica anti inmigrante, me gustaría aportar una visión diferente.

De hecho, el trujillismo era un movimiento contrario a la razón, precisamente porque era parte de la cruzada imperialista.

Algunas de sus características eran la ideología belicista, la fuerza suplantando la razón y la verdad absoluta, el relativismo teórico o el populismo balaguerista, entre otras muchas características.

Gran parte de los fundadores del Partido Dominicano de Trujillo procedía del movimiento fascista entre ellos los militares nacionalistas.

En el caso de su relación con el movimiento obrero no era tan estrecha, pero los trujillistas, en general, compartían un discurso dirigido a los trabajadores: la defensa de la clase trabajadora nacional, la crítica abstracta sobre las élites económicas y el conservadurismo religioso exacerbado.

Una identificación positiva de los trabajadores implicó el lado negativo en su contra: sometimiento de las mujeres, deshumanización de las razas minoritarias, por ejemplo.

Tal y como se ha mencionado anteriormente, esta ideología tuvo un gran peso en el país y desempeñó principalmente la función de movilizar a las masas.

Los haitianos formaban el estereotipo de una amenaza externa conspirativa y agresiva en el discurso trujillista.

La ideología nacionalista tuvo la función de unir las pulsiones reaccionarias de las masas contra un enemigo ficticio, los haitianos.

En general, puede decirse que el neo trujillismo supuso una solución burguesa, retrógrada y no contemporánea a los retos de la época, en contraposición al progreso social que podía suponer la revolución popular en los núcleos occidentalizados.

En cuanto a la composición de clase, se puede decir que el neo conservadurismo de clase actual es un movimiento de clase media impulsado por la antigua clase obrera y de otros estratos sociales que sostenían el carácter militar.

La formación de la masa del sujeto trujillista fue desarrollada en oposición con los movimientos socialistas y comunistas de la época, tanto conceptualmente (masas vs clase) como cuando se refería a la composición de clase.

Sin embargo, los trujillistas alcanzaron el poder tras llegar a consensos con la burguesía, y a partir de ese momento se puede dar por terminada la retórica de que la sociedad dominicana cambiaría radicalmente.

En cuanto al modelo de poder, los regímenes balagueristas utilizaron estrategias autoritarias escalonadas en el tiempo para gobernar con pleno control estatal.

Los atentados contra líderes comunistas, la instauración de estados de excepción, el exilio, la tortura y los plebiscitos fraudulentos fueron algunos de los medios para instaurar y estabilizar la dictadura.

Los trujillistas sin Trujillo Instauraron un sistema de partido único con la actualización de la fórmula de Balaguer (Ley y Orden.)

La persecución contra el movimiento obrero –sobre todo contra los comunistas– caracterizó a dichos movimientos.

En el plano económico, los nacionalistas llevaron a cabo políticas económicas acordes con los intereses de los capitalistas; las características económicas de los regímenes neo trujillistas fueron similares a las de los países capitalistas democráticos de la época.

Entre otros, tanto la Iglesia fascista como los economistas bancentralianos continuaron en las mismas coordenadas de los anteriores regímenes capitalistas; eso sí, eliminaron el movimiento obrero y aumentaron la competitividad en el campo de la política exterior.

A la reaparición de la extrema derecha en los más recientes gobiernos pos Balaguer se le han puesto distintos nombres.

La primera denominación que viene a nuestras cabezas es la del neo conservadurismo, entendido éste como una idea general.

Sin embargo, existe un debate entre los expertos en la materia sobre las características de este conservadurismo de clase, incluso acerca de que existan uno o varios fenómenos.

Dando por buena la definición del Dr. Roberto Cassa en torno al Desarrollismo a la actual extrema derecha, voy a hacer una distinción entre neo trujillismo y pos balaguerismo.

Aunque el segundo tiene similitudes con los nacionalismos del siglo XX, se centra en la ruptura ideológica entre ambos proyectos.

Nombraré como pos trujillistas a los recientes gobiernos de la democracia representativa que se sitúan al margen de la ideología liberal pero que tienen similitudes en el modelo de poder.

Como neo conservadurismo nombraré las expresiones mediáticas que se sitúan ideológicamente con el fascismo del siglo XXI, sobre todo aquellas que se organizan para oponerse a los inmigrantes, movimiento LGTB y/o militantes revolucionarios.

En el caso de estos últimos, la ruptura con los nacionalistas del siglo XX es sobre todo temporal y contextual.

Voy a mencionar algunas características que me parecen políticamente interesantes, consciente de que voy a dejar otras sin comentar.

Con la irrupción del neoliberalismo cultural y la crisis sanitaria pos Covid19, analizada desde dos ejes:

1- la desaparición del estado del bienestar, con la exacerbación de las tendencias autoritarias de los estados de excepción que esto conllevó, por un lado, y

2- la imposibilidad de realizar una imagen de individuo neoliberal, por otro.

Ambas características dependen de una serie de ideas generales dadas de antemano por buenas, pero no totalmente obradas: la ideología estatista en primer lugar, y el hedonismo capitalista, en segundo lugar.

De la combinación de estos dos elementos se refuerza la idea de una sociedad autoritaria, individual y egocéntrica, que forma parte de la ideología del pos trujillismo.

El fin de la Guerra Fría, el fracaso del movimiento obrero y de la democracia, por ejemplo.

Muchas veces se ha dicho que el nacionalismo se refuerza tras las promesas incumplidas de la democracia.

Hoy en día estamos viendo algo parecido.

De hecho, los partidos de la democracia representativa que han sido gestores de los estados de bienestar y también varios movimientos de ideología múltiple se nos muestran totalmente subyugados por los poderes financieros internacionales, asumiendo el papel de gestores de la crisis.

La desilusión generada por las promesas electorales del presidente Abinader se convierten muchas veces en el punto fuerte de la derecha autoritaria.

Por otro lado, los partidos opositores como el PLD, FP y PRD son los primeros en aplicar a lo interno de sus organizaciones medidas autoritarias, tal y como vimos con sus apoyos a las limitaciones de los estados de emergencia durante la etapa del confinamiento en COVID-19.

Es previsible que la extrema derecha opositora se aproveche de la normalización de las políticas de excepción.

En lo dicho hasta ahora, y teniendo en cuenta que la estructura del texto es comparativa, destacaré una diferencia importante entre los nacionalismos de los siglos XX y XXI.

En la primera coyuntura, la revolución constitucionalista de 1965 era una posibilidad real, mientras que la democracia representativa de pos guerra 1966-2024 fue considersda una «utopía concreta».

Los nacionalismos del siglo XX actuaban en contraposición directa con el comunismo, cuyo marco discursivo era un exponente incomparable.

Esto no se da así en el seno del nacionalismo del siglo XXI; sin embargo, no podemos olvidar que una de las tareas más importantes del pos trujillismo es mantener sumisos a los potenciales adversarios del capitalismo.

No podemos olvidar que una de las tareas más importantes del gobierno del presidente Abinader es mantener divididos a los partidos opositores.

Más de un teórico liberal ha calificado nuestra época como la de vivir en un estado fallido.

¿Qué significa esto?

Un eterno presente sin esperanza, sin utopía, donde si algo se mueve es para peor.

Es en este contexto geopolítico donde los neo conservadores aterrizan, haciendo suya una simbología cerrada que mira hacia atrás y no hacia adelante.

Dentro de este imaginario «retrógrado» destacaré dos figuras:

1- la retórica antiglobalización y

2- las políticas anti inmigrantes.

Ambos rasgos se insertan dentro de un discurso de extrema derecha.

El primer punto trata de la reindustrialización de la propia nación que privilegia a sus trabajadores frente a los extranjeros y tiene como utopía la soberanía nacional-estatal.

En este espacio de tiempo el discurso antiglobalización cumple la función de justificar el nacionalismo.

No han sido pocos los políticos progresistas que se han declarado nacionalistas uniéndose a ese discurso ínter racial.

Otro elemento que me gustaría mencionar es el del terminología de la comunidad nacional.

Para los neo conservadores la idea de comunidad que se dice llevar a cabo en las naciones-estado es la única posibilidad realista de oponerse al mundo globalizado y competir con la izquierda revolucionaria, supuestamente como producto de éste.

Así, se convierten en protectores inconscientes del modelo de sociedad capitalista, privando a los trabajadores, fomentando el modelo tradicional de familia, marginando a las minorías oprimidas, impulsando la deportación de inmigrantes o haciendo una defensa interclasista de la nación.

Dando prioridad a una determinada idea de la clase obrera nacional, varios grupos que se consideran liberales coinciden en el programa y en la práctica con la extrema derecha.

Uno de los rasgos característicos de los grupos neofascistas y pos trujillistas es el odio al trabajador.

Como explicaré más adelante, las ideologías a las que nos referimos se sustentan en un sector de clase media.

Uno de los inconscientes ideológicos más importantes del nacionalismo de derechas lo identificamos en las aspiraciones creadas por el individualismo capitalista, pero a la vez incumplidas.

Esta situación se canaliza en la competencia entre personas y en el odio a quien tiene menos.

El egoísmo político se vuelve especialmente peligroso en situaciones de precarizacion laboral.

Precisamente, cuando el miedo a quedarse atrás arraiga la tendencia a destruir la solidaridad de clase.

Al igual que en las experiencias trujillistas del siglo XX, la clase media en peligro de precarización es el principal sujeto y destinatario del fascismo.

En el caso de la Antigua Orden se ve claramente que en el seno de la clase media los discursos y prácticas fascistas han conseguido arraigar.

Naturalmente, los grupos mencionados cuentan con el apoyo de una gran parte del gobierno del presidente Abinader porque directamente forman parte de la burguesía–, pues no les viene mal la existencia de grupos que combatirán el movimiento progresista.

En cuanto al modelo de poder, hay que señalar dos cosas con urgencia.

Por un lado, los políticos neo conservadores han mostrado una tendencia a aplastar aún más la pluralidad que vacía de contenido el mercado capitalista, pero a la vez reivindica como suya.

En nombre de la oposición política perpetúan tanto a la clase trabajadora como a la burguesía como identidad positiva, dando la vuelta a la jerga de la interseccionalidad, una vez dado por bueno su marco teórico.

Como se ha dicho, consideramos el capitalismo como un sistema contra la pluralidad real y el fascismo como una posición ideológica para acelerar las tendencias homogeneizadoras.

Para aumentar la uniformidad mencionada, y con ello abordaré el segundo punto, el nacionalismo a ultranza cumple la función de aumentar la represión por motivos ideológicos.

Golpeando a los movimientos revolucionarios a través de grupos ultras y de la policía antes de llegar al poder y persiguiendo a todos sus antagonistas una vez se hacen con el gobierno.

Los trujillistas hicieron dos movimientos sincrónicos para destruir el pluralismo liberal en el siglo XX:

A – consiguieron integrar a la mayoría de los partidos burgueses en su estructura de partido-movimiento-estado,

B- mientras que las organizaciones sindicales fueron declaradas ilegales y reprimidas duramente.

Además de la represión política, el fascismo implica otras medidas totalitarias que son igual de graves para la burguesía: aumento de la explotación económica de los trabajadores o las imposiciones unilaterales en la educación, el pensamiento y la cultura.

A fin de extraer rasgos convergentes de la comparación entre ambas experiencias, podríamos decir que el neo conservadurismo es la «alternativa» capitalista e interclasista que cobra fuerza electoral en el contexto de crisis del capitalismo actual.

El fascismo podría conservar una relativa autonomía con respecto a la burguesía, pero eso no quiere decir que no sea funcional para los segundos.

El fascismo cumple la función de reprimir a la sociedad en su conjunto oponiéndose a la amenaza revolucionaria y manteniendo a los trabajadores inmoviles, sin organizarse.

Como podemos decir que el gobierno del presidente Abinader adquiere los rasgos del fascismo éste da una resolución reaccionaria a la crisis, al contrario del nacionalismo.

Si la situación lo requiere, la burguesía política puede delegar ciertas funciones sobre los fascistas, entre ellas la responsabilidad del gobierno.

El fascismo como ideología política se limita en su mayor parte a la experiencia del siglo XX.

El pos trujillismo no reivindica como propia la ideología fascista.

Al revés, niega esa calificación, y utiliza el neo conservadurismo para legitimarse.

Así, los principales representantes de la extrema derecha se consideran representantes del sentido común.

Por el contrario, los grupos ultra derechistas y violentos organizados a nivel de calle no tienen gran problema para tratarse a sí mismos como herederos de las experiencias históricas del trujillismo.

Por un lado, el gobierno del presidente Abinader ha apoyado y contribuido a imponer la agenda autoritaria de la oligarquía, allanando el camino a la extrema derecha y legitimando de antemano un posible gobierno de estos.

Por otro lado, a falta de una respuesta valiente y efectiva bien asentada de parte de la oposición política a nivel de calle difícilmente se detendrá la ofensiva del fascismo.

Para terminar, creo que la oposición política es la única opción para hacer frente a las tendencias autoritarias de la sociedad neoliberal y en concreto a la ofensiva conservadora.

Es necesaria la organización independiente y revolucionaria de los trabajadores, entendida como sujeto liberador contrapuesto a las prácticas autoritarias de la clase media.

Para ejercer todo esto, nos hace falta crear una militancia progresista bien asentada, que tenga inteligencia política, medios de comunicación alternativos y coraje suficientes para combatir y derrotar la violencia callejera de la extrema derecha.

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