Irán el nuevo frente de guerra contra los BRICS del globalismo imperial en crisis

Por Jorge Gálvez (Coordinador Nacional del Mov. Soberanistas de Chile)

El sistema globalista actual, hegemonizado por el capital financiero transnacional y articulado a través de estructuras como la OTAN, el G7 y las instituciones de Bretton Woods (FMI, Banco Mundial), atraviesan una fase terminal. Su modelo neoliberal, sustentado en la supremacía del dólar, la expansión de guerras por intermediarios y la fragmentación territorial de Estados soberanos, fue desafiado por los BRICS con mayor fuerza hace ya un par de años.

En este marco los globalistas neoliberales han entrado en una nueva ofensiva para impedir el mundo multipolar, al frente de guerra abierto contra Rusia vía Ucrania, han abierto un nuevo campo de batalla, esta vez contra la República Islámica de Irán, vía el nazi-sionismo de Israel, lo que es en los hechos un escenario más de la tercera guerra mundial que estamos viendo en directo.

Nos encontramos ante un choque geopolítico de enormes consecuencias: el mundo unipolar, dominado por una élite transnacional parasitaria, enfrenta la resistencia del mundo multipolar que encarnan los BRICS+. La lucha no es solo por territorios o recursos, sino por el modelo político, económico y social: ¿un planeta gobernado por las corporaciones y la OTAN, o un mundo basado en la soberanía de los pueblos, el respeto a las culturas y la cooperación sur-sur?

Los Frentes de la tercera Guerra Mundial contra los BRICS

Frente guerra 1: Rusia y la guerra proxy en Ucrania

Desde 2014 y especialmente desde 2022, Rusia ha sido blanco de un intento sistemático por aislarla, balcanizarla e incluso destruirla como potencia independiente. La guerra en Ucrania no es una contienda por los valores “democráticos” occidentales, sino una guerra de contención geopolítica contra Moscú, diseñada por el complejo militar-industrial anglosajón y estadounidense y respaldada por una Unión Europea. El objetivo: impedir la consolidación de la Eurasia soberana, piedra angular del mundo multipolar que Rusia y China impulsan.

Sin embargo, este frente está colapsando. La resistencia rusa no solo ha quebrado la contraofensiva ucraniana, sino que ha expuesto el agotamiento político y económico de la OTAN. Las sanciones se han revertido en boomerang para Europa, mientras que Rusia ha redirigido su comercio hacia Asia, África y América Latina, fortaleciendo su integración en los BRICS.

Frente guerra 2: Irán bajo ataque nazi-sionista

Con la inminente derrota de Occidente en el frente ucraniano, el capital financiero transnacional ha desplazado su ofensiva hacia Medio Oriente, activando un segundo frente de confrontación directa contra la República Islámica de Irán. La agresión, liderada por el nazi-sionismo israelí, eje central de la red financiera global y coordinada estrechamente con Estados Unidos, incluyó bombardeos sobre Teherán y otras ciudades, instalaciones nucleares y petroleras, así como asesinatos selectivos de científicos iraníes, altos cargos militares y decenas de civiles y niños asesinados. El objetivo es provocar una guerra regional y, a la vez, frenar la creciente cooperación estratégica entre Irán, Rusia y China. Sin embargo, esta ofensiva ha tenido una respuesta contundente: por primera vez, la República Islámica de Irán ha infligido una destrucción masiva en ciudades israelíes, incluyendo centros urbanos y bases militares estratégicas, evidenciando un nuevo equilibrio de fuerzas en la región. También ha ganado aliados dispuestos apoyar militarmente a Irán, como lo ha señalado el Gobierno de Pakistán, que dispone de armas nucleares.

Esta guerra en pleno desarrollo evidencia la confrontación de dos modelos, donde Irán no solo ha resistido más de cuatro décadas de sanciones, sino que ha emergido como un actor clave del mundo multipolar, con acuerdos estratégicos con China y Rusia.

Frente guerra 3: Taiwán y la provocación contra China

El tercer frente, aún latente, es el Estrecho de Taiwán. La estrategia de Washington es replicar el modelo ucraniano: armar a Taipéi, provocar una respuesta militar de China y generar un conflicto prolongado que debilite a Beijing. No se trata de la “defensa de la democracia taiwanesa”, sino de impedir el ascenso de China como potencia tecnológica, económica y militar capaz de rivalizar con Estados Unidos.

China, sin embargo, ha optado por la paciencia estratégica, combinando firmeza militar con ofensivas diplomáticas y económicas globales. Su iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) ya ha vinculado a más de 150 países, mientras que sus inversiones en inteligencia artificial, semiconductores y telecomunicaciones desafían el monopolio occidental. La integración de China e Irán dentro de los BRICS fortalece aún más la posibilidad de un eje Pekín-Teherán-Moscú con proyección afroasiática.

Sin embargo, que se abra este nuevo frente de guerra es solo cosa de tiempo, ya que está en los planes estratégicos de la ofensiva globalista a escala mundial.

El declive del globalismo financiero

Mientras tanto, el bloque globalista muestra signos evidentes de descomposición:

Estados Unidos, políticamente fracturado, enfrenta una crisis de deuda, polarización interna, pérdida de legitimidad internacional y creciente aislamiento del Sur Global. La Unión Europea, sin autonomía estratégica, se ha autoinfligido una recesión energética y alimentaria por seguir ciegamente la agenda atlantista. El dólar, pilar del sistema mundial unipolar, está siendo cuestionado por la creciente adopción de monedas nacionales en el comercio entre países BRICS y sus aliados.

La crisis económica que vive los EEUU es imposible de contrarrestar y superar. Su deuda pública insostenible supera los 34,7 billones de dólares (abril 2024), lo que equivale a más del 125% del PIB. Solo el servicio de intereses de la deuda alcanzó los 1 billón de dólares anuales, más que el gasto en defensa o salud.

El déficit federal alcanzó 1,8 billones de dólares, equivalente a más del 6% del PIB. Este déficit no es coyuntural, sino crónico. La sostenida desindustrialización y pérdida de competitividad, el dólar en retroceso. Más de 40 millones de estadounidenses viven bajo la línea de pobreza. El endeudamiento estudiantil supera los 1,7 billones de dólares, afectando principalmente a jóvenes que no logran insertarse laboralmente. El sistema de salud sigue siendo el más costoso y desigual del mundo desarrollado, con más de 27 millones de personas sin seguro médico.

El paradigma neoliberal globalista, sustentado en la financiarización de la economía, la fragmentación de los Estados soberanos y la sustitución de la política por la tecnocracia, ha entrado en crisis terminal.

Por qué siendo Trump un anti globalista liberal-financiero apoya al Sionismo en sus aventuras guerreristas

La explicación es La alianza entre el trumpismo y el sionismo evangélico, ya que Trump consolidó su base política interna apoyándose fuertemente en el lobby cristiano-evangélico, un sector con una visión escatológica que considera a Israel como actor central del “plan divino”. Esta base presionó para respaldar a Israel incondicionalmente, reconociendo a Jerusalén como capital de Israel, reconociendo la soberanía israelí sobre los Altos del Golán (territorio sirio ocupado) entre otros.

También hay que considerar la influencia del lobby pro-Israel en el Partido Republicano. El AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) y otras organizaciones sionistas han capturado transversalmente al Congreso de EE.UU., especialmente al Partido Republicano. Aunque Trump se enfrentó al “deep state” globalista (FBI, CIA, OMS, ONU, etc.), evitó confrontar al lobby israelí, sabiendo que eso le costaría apoyo político y financiero.

Trump, al romper el acuerdo nuclear JCPOA firmado por Obama, satisfizo una de las grandes exigencias de Netanyahu. Bajo presión israelí, su administración implementó: La campaña de “máxima presión” sobre Irán (sanciones totales). El asesinato del General Qassem Soleimani (enero 2020). La designación del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica como grupo terrorista, etc.

La descomposición de los EEUU y los peligros de una guerra interna

Estado Unidos con la llegada de Trump acelerado su descomposición. Las recientes protestas de migrantes en Los Ángeles no deben ser vistas como un fenómeno aislado ni, mucho menos, como un “alzamiento popular” espontáneo. Se trata, en realidad, de un episodio más del conflicto entre fracciones del bloque en el poder a escala global. A pesar de la legitimidad de las demandas de los migrantes, estas movilizaciones son manipuladas desde las sombras por el llamado “Estado Profundo”, que busca desestabilizar y redibujar el mapa político de Estados Unidos antes de las próximas elecciones.

El enfrentamiento de fondo es entre dos sectores de la clase dominante mundial: por un lado, los globalistas neoliberales, con sus rostros ya conocidos, BlackRock, la banca Rothschild, George Soros, Bloomberg, y más otros parásitos de las finanzas internacionales; y por otro lado, los llamados “nacionalistas industriales”, cuya figura más visible es Donald Trump, junto a sectores del complejo militar-industrial que apuestan por la repatriación de capitales y el proteccionismo económico.

Agréguese los recientes atentados contra dos congresistas demócratas, el senador estatal John Hoffman y la representante Melissa Hortman, quien murió producto de las heridas de balas, ambos recibieron disparos en sus respectivas residencias, a manos de un individuo presuntamente disfrazado de policía. Ahondando aún más las condiciones para una posible guerra civil de magnitudes inimaginables.

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