Clara Mattei: “El liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital”
La economista Clara Mattei habla de un pasado muy vinculable con nuestro presente en el fascinante libro El orden del capital (Capitán Swing, 2025). Trata de recortes de los presupuestos públicos que estrechan los horizontes de lo que parece política y económicamente posible. Y habla de discursos tecnócratas que dotaban de una pátina de racionalidad a la imposición de medidas dañinas para la mayoría social y que benefician solo a las élites. Según la autora, tanto el modelo liberal como el modelo fascista persiguieron “un objetivo similar dentro de países disimiles: la necesidad de rehabilitar la acumulación de capital”.
Eres economista, pero afirmas constantemente en tu libro que la economía es política, aunque abunden los expertos que presentan sus recetarios como objetivos, neutrales, ajenos a las ideologías.
Sí, mediante El orden del capital intenta mostrar lo obvio: cuan político es nuestro sistema económico. El capitalismo es política, evidentemente, porque implica que la gente tiene que aceptar ir a trabajar por un salario que, por lo general, es bajo. Y no hay nada de espontáneo en este sistema económico.
¿En qué sentido?
En que este sistema tiene que ser forzado y reforzado constantemente, tiene que disciplinar a las personas para que estas naturalicen y por ultimo acepten el sistema capitalista. ¿Y como lo hace? Por ejemplo, través de la austeridad. Por otro lado, la economía es política como disciplina porque suele justificar el capitalismo y la austeridad. Muchos economistas se atribuyen una neutralidad y una objetividad que les confiere de una autoridad supuesta para afirmar que la austeridad es buena para todos porque es buena para el capitalismo, aunque se base en la subyugación de los trabajadores. Mantener a los trabajadores lejos de la toma de decisiones es clave para la economía como disciplina.
Cuando la economía pierde sus cimientos de supuesta objetividad, los liberales se asocian de una forma evidente con regímenes autoritarios
En tu libro confrontas unas cuantas ideas asumidas, como esa insistencia estructural en entronizar la iniciativa privada y la competitividad entre particularidades como incuestionablemente más eficaz que la planificación pública. Defiendes que Gran Bretaña ganó la I Guerra Mundial gracias a que abandonó el laissez faire liberal, por ejemplo.
Creo que esta afirmación en concreto no es controvertida. Todos tenemos que admitir que la forma en que se sobrevivió la I Guerra Mundial fue a través de una nacionalización masiva, de una economía planificada y de un replanteamiento de la denominada mano invisible. Eso queda muy claro en los archivos históricos, yo solo lo introduje en un marco más teórico. Los gobiernos tuvieron que renunciar a las formas de manejarse habituales de la economía. Eso hizo que quedase claro que la economía es política, que no tiene nada de natural, y abrió los espacios a la imaginación política de economías alternativas que son interesantísimas. Lo que es menos ortodoxo de mi libro es que afirmo que el liberalismo y el fascismo están unidos en su protección del orden del capital. Lo hemos visto con el neoliberalismo y Pinochet, y con muchos otros ejemplos a lo largo del tiempo. Pero yo creo que no solo se trata de neoliberalismo, sino que se trata de capitalismo. Cuando la economía pierde sus cimientos de supuesta objetividad, los liberales se asocian de una forma evidente con regímenes autoritarios que coartan o erradican el poder de negociación de la clase trabajadora. En los cimientos del fascismo está la idea de proteger al capital en perjuicio de los trabajadores, y a menudo nos olvidamos de eso.
En tu recorrido histórico dimensionas las experiencias cooperativas y socialistas que emergieron en la posguerra en el Reino Unido y en Italia. Hemos podido ver montones de películas sobre la Gran Depresión y el New Deal, pero muy pocas sobre estos momentos. ¿Fueron momentos clave, momentos bisagra, en que la historia política del mundo podría haber seguido por otro camino?
Sí, gracias por apuntarlo. Los historiadores hablan mucho de las entreguerras, de la depresión, del New Deal y de los años treinta, pero hablan poco de lo que pasó antes. Y hay mucho material interesante que puede resultar inspirador en el presente si nos fijamos en el Bienio Rojo italiano, por ejemplo. Fueron momentos en que se planteaba que la libertad económica está vacía de contenido si no se habla de la autogobernanza de la producción, de que los trabajadores tengan control de lo que se produce y se distribuye y cómo se distribuye. Creo que es algo útil para que confrontemos las tragedias actuales, como el genocidio o la catástrofe climática. Vemos trabajadores estadounidenses que se rebelan contra la construcción de bombas que asesinan a niños y población civil. Aunque algunas personas ganen mucho dinero como ingenieros de corporaciones como Microsoft, están siendo explotadas porque no tienen nada que decir sobre su trabajo, tienen que aceptar que sirva para el beneficio de unos pocos y para ejercer la violencia. El problema es cómo cambiar eso. Y diría que hay que llevar la democracia a los lugares de trabajo para que estos se rijan por una lógica más humana, en lugar de regirse únicamente por la lógica del lucro.
EL SALTO.