El Botánico
Por Raúl Bretón
Años atrás, caminando por la avenida Alma Mater, vi un equipo de ingenieros, topógrafos y especialistas en auscultación vial realizando estudios en la acera oeste del Parque Iberoamericano. Les pregunté sobre los motivos de su presencia y me contestaron que existía la posibilidad de reducir el espacio peatonal de la misma para añadir un carril a la avenida en sentido sur-norte. ‘No resolverán nada’, les contesté. Reducir una acera que cumple con todos los requerimientos estéticos y de seguridad para construir una vía estéril hubiese sido una de las tantas aberraciones de la planificación urbana de una ciudad como Santo Domingo, tan amiga del vehículo y tan apática con el peatón.
Esta es una urbe anárquica en donde los espacios públicos y las áreas verdes son las dos grandes víctimas del caos. Caminar es casi un acto heroico con aceras invadidas por la informalidad y por las violaciones de construcción. Es un ataque sistemático que padecemos desde hace décadas.
Le hemos facilitado las cosas a la individualización del transporte construyendo túneles, elevados, pasos a desnivel, ampliando avenidas, pagando un precio muy alto en pérdidas de espacios públicos, de recreación, aceras adecuadas para el peatón y zonas verdes que alguna vez fueron protegidas. Nuestros politicos y planificadores urbanos han ignorado las conclusiones científicas de lo que se conoce como ‘demanda inducida’ la cual explica que el aumento de la capacidad vial motiva a más personas a conducir, provocando más congestión vehicular agrabando el problema. Escribo todo esto por lo que se pretende hacer con el Jardín Botánico.
Robarle decenas de miles de metros cuadrados a un pulmón urbano para construir una vía que no resolverá el problema del tránsito de una zona como lo es la avenida República de Colombia, concebida en su momento como un cordón verde, planificada para casas unifamiliares de no menos de 350 metros cuadrados de terreno, con el propósito de que la zona mantuviera un control demográfico que no provocara el caos vial que sufren hoy todos los que allí viven.
Se rompieron las reglas y se permitió la masiva construcción de residenciales de apartamentos, multiplicando por no sé cuantas veces lo planificado, y hoy, contra toda lógica ambiental, se quiere mutilar un parque modélico, despropósito que solo servirá para llenarle los bolsillos a contratistas.