Petán, Balaguer y Payo Ginebra.

Por Farid Kury.

Don Mario Álvarez Dugan, conocido como Cuchito, fue un veterano periodista de recia formación, afable, decente, que además de ser director del periódico El Nacional y Hoy, escribía en el Hoy la muy leída columna Coctelera. Lo conocí en 1989 cuando, por sugerencia del doctor Leonel Fernández, le llevé un artículo para su publicación. Me lo publicó con mucho gusto y desde entonces siempre tuve acceso directo a publicar mis artículos en Hoy. Cuchito era muy amigo de mi amigo Rafael Kasse Acta, un eminente y prestigioso odontólogo dominico-libanés, y con él llegué a ir una que otra vez a una tertulia que se hacía en su oficina del periódico bien entrada la tarde. Don Mario era hijo de don Virgilio Álvarez Pina, (Cucho), un hombre muy cercano a Trujillo.

El 23 de junio del 2005 don Mario escribió en su “Coctelera” una anécdota relacionada con el hermano de Trujillo, José Arismendy Trujillo, (Petán), Joaquín Blaguer y Payo Ginebra, que nos da una idea clara de como actuaba Petán en el pequeño pueblo de Bonao, que lo convirtió en su feudo personal, llegando incluso a formar en 1959 un ejército privado bajo su mando, “Los Cocuyos de la Cordillera”.

Pero también nos dice mucho del perfil psicológico y político del doctor Joaquín Balaguer, que al momento de ocurrir los hechos de la referida anécdota fungía, en perfil bajo, como presidente de la república, cargo que ocupó el 25 de agosto de 1960 cuando Héctor Bienvenido Trujillo (Negro) hubo de renunciar a la Presidencia de la República.

Aquí va lo que la muy confiable pluma de don Mario Álvarez consignó para la historia en su Coctelera:

“Payo desempeñaba las funciones de director del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), entidad que acababa de recibir unos equipos de Rayos X para uno de sus hospitales. El entonces general J. Arismendy Trujillo Molina (Petán) llamó por teléfono a Ginebra y le dijo que él necesitaba esos equipos para instalarlos en un campamento que haría para los “Cocuyos de la Cordillera”. Payo se hizo el bobo y le habló de trámites burocráticos y otras cositas… Pocos días después Petán volvió a llamarle y le advirtió que si no le entregaba esos equipos, mandaría gente a matarlo.

“Payo recordaba que entonces se marchó al Palacio Nacional y dijo al subsecretario de la Presidencia, su amigo Virgilio Díaz Grullón, que necesitaba, con carácter de urgencia, una entrevista con el presidente Joaquín Balaguer. Virgilito trató de conseguirla enseguida, pero Balaguer, cachazudo como siempre, envió a decirle que preparaba una reunión con unos delegados de la OEA que vendrían ese día al país y que, por tanto, no podía darle la audiencia…

“Payo le manifestó entonces a Virgilito que retornara a las oficinas del Presidente y le dijera que tenía que recibirlo en ese instante “pues Petán me quiere matar”. Díaz Grullón cumplió el cometido con el amigo y cuando volvió frente a Payo, éste le preguntó: “¿Y qué te respondió el presidente cuando le dijiste que Petán quiere matarme?”. “Qué a él también”, fue la seca respuesta del presidente Balaguer.

Esos tres párrafos dicen mucho de como actuaban algunos familiares de Trujillo y del terror que se respiraba, al extremo de que un alto funcionario del régimen como lo era Payo Ginebra no podía sentirse seguro frente a las arremetidas del hermano del dictador.

Pero también nos evidencia como el presidente de entonces, un hombre del régimen y de confianza del Jefe, quien siempre fue tratado con cortesía y respeto por él, asumía una muy indiferente y cuidadosa actitud frente a Petán y la posibilidad de que éste, en un arranque de ira, muy propio de él, matara a un alto funcionario del régimen.

El doctor Joaquín Balaguer era un hombre con mucha astucia. Inteligente, cauto, intuitivo, era parte del régimen desde que Trujillo llegó al poder en 1930. Y si había llegado a tantas posiciones altas, entre ellas, la de presidente de la república, se debió no solo a su talento intelectual, sino más bien a que siempre supo caminar en ese campo minado como era la política y los asuntos oficiales en Ciudad Trujillo. El presidente nominal sabía al dedillo lo que era capaz de hacer Petán, cuyo historial de violencia y temeridad era además conocido por toda la corte.

Además de lo anterior, para conocer lo terrible que era Petán sobre todo en su feudo personal Bonao, es conveniente saber que en abril de 1959 formó, por supuesto con la autorización y respaldo del Jefe, un grupo paramilitar, una especie de milicia privada, que se denominó “Los Cocuyos de la Cordillera”. Ese grupo tenía por objetivo ayudar al ejército en su esperado enfrentamiento con los grupos expedicionarios que se sabía vendrían pronto al país a enfrentar la dictadura. Pero también se empeñaban en mantener controlada y aterrorizada a la población. Ese grupo, que llegó a tener miles de miembros, armados de armas blancas, convertía a Petán en un hombre poderoso y temido, frente al cual había que manejarse con sapiencia y cautela aun sea el que en ese momento fungía de presidente.

Balaguer, inteligente por intuición y estudio, conocedor de la naturaleza de los hombres y en particular de la psicología del dominicano, era un político fino, de los pies a la cabeza, como él mismo se autodefinió en una ocasión. Sabía que no era un buen negocio para su estabilidad en el régimen tratar de resolver el asunto de Payo con Petán. Su postura fue la de siempre en casos como ese: ser indiferente, cauto, no darse por enterado y dejar que el tiempo pase y haga su trabajo. El doctor no era dado a buscarse problemas por otro. No echaba pleitos ajenos.

8/agosto/2022

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.