¡Nunca creí en la justicia de Donald Trump!
Por Armando Almánzar Botello
Ahora su gestión apoya sin pudor al complejo militar-industrial y a la guerra genocida de Israel en Gaza. ¡Seguid leyendo, sujetos cobardes de la inercia y la «barbarie pseudoalejandrina»! ¡Simuladores! ¡Oportunistas!
¡A los lacayos y patanes «cogepesos» que no pueden ofrecer jamás un buen legado! ¡A los que por interés mercurial, estupidez o vocación real de autoritarismo apoyan regímenes neofascistas!
¡Vean esto, ingenuos políticos y torpes cretinos cacógrafos y engreídos, que por simple oportunismo esnobista afirmaron en su momento que Donald Trump era una garantía de paz para el mundo! ¡Además de un apoyo descarado al genocidio sionista en Gaza, Trump, con su plan presupuestario, desmantela toda la vertiente social del Estado (salud, educación, investigación, cultura, medio ambiente, ayuda pública de nutrición…) para entregar ese dinero al gran Complejo Militar-Industrial.
Donald Trump, según dice UNIVISIÓN, propone un programa de seguridad militar para el que se han destinado «casi $150,000 millones en fondos nuevos para el Departamento de Defensa y la Seguridad Nacional.
»Se destinarán $25,000 millones para la llamada «Cúpula Dorada para los Estados Unidos» de Trump, un escudo de defensa antimisiles propuesto por el mandatario esta semana. Además, $21,000 millones para reabastecer el arsenal de municiones del país; $34,000 millones para expandir la flota naval con más construcción en astilleros, y unos $5,000 millones para seguridad fronteriza.
»También se incluye $9,000 millones para dar mayores beneficios a los militares, tales como asistencia en gastos de vivienda, atención médica y pagos de servicios especiales.» UNIVISIÓN
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LA PERVERSA RETERRITORIALIZACIÓN «PATRIÓTICO-MILITAR Y PLUTOCRÁTICA» DEL PRESUPUESTO ESTADOUNIDENSE EN EL GOBIERNO DE DONALD TRUMP (Notita)
Por Armando Almánzar-Botello
Hay de hecho, en nuestros días, un palmario triunfo comercial de China Popular y una crisis grave de la economía de los Estados Unidos de Norteamérica, crisis debida a la notable falta de tributos estatales que padece esta última nación al ver disminuidos a través de los años los cuantiosos ingresos que son necesarios para la ejecución de políticas sociales desde el Estado, y que correspondían a los impuestos o tributaciones que pagaban las grandes corporaciones industriales cuando sus matrices operaban en territorio estadounidense.
Este déficit de impuestos es uno de los efectos de la migración o “deslocalización” de dichas sedes empresariales —desde hace largos años convertidas en muy lucrativas “sociedades offshore”—, hacia los paraísos fiscales en el contexto de la globalización.
La política de incentivos fiscales de Donald Trump intenta revertir ahora este proceso: Atraer de nuevo estas empresas offshore hacia territorio estadounidense.
Pero al gran capital solo le importa “la patria” como simple territorio de operaciones lucrativas. Lo humano, lo histórico-cultural, lo ético-político, solo tienen relevancia para el gran capital si se prestan a la más rentable explotación como simples recursos en una cadena productiva de valor. El ser humano, por ejemplo, solo es comprendido como “biomasa” funcional, utilazable.
Primero fue la imperial y violenta “desterritorialización globalizante” bajo la voluntad hegemónica de los Estados Unidos, y, desde la crisis económica de 2008, se experimenta una una suerte de reterritorialización “patriótica” estadounidense que, operando en el contexto de la axiomática mutante del capitalismo, viene a violar las mismas reglas de aperturismo, libertad de comercio, “lealtad de intercambio”, erosión o caída de las fronteras culturales, migratorias y arancelarias promovidas en su momento por las políticas de dominio propias de la globalización.
La “sociedad global” generada por las grandes potencias opera en un contexto complejo de relacionismos intensivos y de inevitables interdependencias culturales y económico-financieras, pero tiende, regida por la ciega, insaciable y paradójica axiomática capitalista, a desconocer ese panorama en el que se imbrican de forma problemática lo público y lo privado, lo global y lo local, lo liso y lo estriado (Deleuze, Guattari), y a crear nuevas territorialidades perversas del artificio que propician lo que podríamos denominar “ataques etnopolíticos autoinmunes”. Un ejemplo de este tipo de ceguera lo constituye unos Estados Unidos de Norteamérica declarando la guerra económica a China, megapotencia de la que depende, mercantil y financieramente, la gran nación norteamericana para evitar la catástrofe de lo peor…
Armando Almánzar-Botello
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Mayo de 2025
Copyright ©️ Armando Almánzar-Botello
Reservados todos los derechos de autor.
Santo Domingo, República Dominicana.
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EL DISCURSO HISTRIÓNICO, FANÁTICO Y PARAPSICÓTICO EN LA POLÍTICA (Das Unheimlich, Déjà vu: ¿Satanás o Wotan desencadenado que retorna?)
«Es imposible hablar del Mal en su estado puro. De lo que se podría hablar es de la diferencia entre el Mal y la desgracia, de la reducción del Mal a la desgracia, y de una cultura de la desgracia cómplice de esta otra, hegemónica: la de la felicidad.» Jean Baudrillard: Le pacte de lucidité ou l’intelligence du Mal. Éditions Galilée, 2004. Traducción: El pacto de lucidez o la inteligencia del Mal. Amorrortu Editores, 2008
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Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO
Repito aquí lo que interpreto de una observación antropológica y psicoanalítica compartida por la pensadora francesa Julia Kristeva, quien aseguraba que una de las más sólidas barreras contra la efectuación del fascismo la constituía el hacer pasar al discurso literario la dimensión “loca” de lo reprimido por las estructuras monológicas judeocristianas y por la axiomática hipostasiada o proliferante del capitalismo industrial y postindustrial-financiero.
Aseguraban Kristeva y otros psicoanalistas, entre ellos el filósofo esloveno Slavoj Žižek, que dicha “verbalización literaria” o travesía crucial de lo reprimido rumbo hacia el discurso puede evitar el “passage a l’ acte” asesino, genocida (paso al acto: Freud, Lacan), la oscura efectuación o desencadenamiento de la pulsión de muerte como ciega exteriorización dura del poder en su peligrosa vertiente criminal de mero dominio (auto)destructivo y no transmutante.
¿Pero qué podríamos esperar de un mensaje “realista” de campaña y propaganda electoral que no se ofrece al público receptor de dicho discurso bajo la condición de “universo fictivo-literario” mutante, creativo, ni como simple dramaturgia de la barbarie o sistema de signos declarados en su condición de juego de retórica teatral y escritura, sino bajo la especie de severa anticipación programática de una posible gestión política de gobierno encaminada a la realización de una empresa supuestamente ineludible, trascendental, aunque monstruosa y de fatales consecuencias para una gran parte de la raza humana?
No estamos aludiendo aquí a ningún proyecto fundamentalista islámico asociado con el terrorismo. No recordamos directamente ahora el programa nazi de exterminio de los judíos en los infernales campos de concentración.
En las líneas que anteceden nos estamos refiriendo nada más y nada menos que al discurso ideológico-político y sintomático de un sujeto que aspira a dirigir los destinos de una gran nación que se concibe a sí misma como garante absoluta de la Civilización Occidental Cristiana y como Defensora Máxima de los Derechos Humanos a nivel planetario. Pero no vamos ahora a gastar energía escribiendo un capítulo más de la “Historia Universal de la Infamia”…
El referido discurso se ha venido desplegando, a todo lo largo de la campaña electoral estadounidense, como un proyecto neonazi de exterminio, como un programa patológico de efectuación del “juicio final” en el que serán condenados y arrojados al abismo eterno, en su condición de meros corpúsculos de una biomasa inútil, los supuestos enemigos y beneficiarios ilegítimos de los recursos propios del “espacio vital” de la mencionada gran nación norteamericana.
Ese discurso, característico de lo que Kant, Freud y Lacan, con sus diversas entonaciones conceptuales denominaban “sujeto patológico” y “sujeto del discurso perverso”, lo esgrime de forma histriónico-fascista el magnate multimillonario —empresario avasallante, político advenedizo, pathfinder y pioneer norteamericano de ascendencia alemana— Donald Trump, quien aspira a la presidencia del país más poderoso de la tierra, los Estados Unidos de Norteamérica.
Si observamos sus doradas credenciales, Trump resulta ser un inteligente y astuto neoliberal ultracapitalista disfrazado de nacionalista libertario; un amo arrogante y expoliador de los trabajadores; un enemigo de los maltratados inmigrantes cuya mano de obra barata y sobreexplotada engorda la fortuna de magnates impiadosos, racistas y privilegiados como él.
Conozco personalmente en Estados Unidos a varias personas anglo, afroamericanas, orientales y latinas, que trabajaron en varias empresas propiedad de Trump, desde casinos y hoteles, hasta negocios de la construcción y bienes inmuebles… Yo sé muy bien de lo que hablo.
Contrario a lo que suponen muchos ingenuos, Donald Trump no es antineoliberal; este señor simplemente representa el lado más oscuro, desalmado y rapaz del perverso y oportunista neoliberalismo sin caretas: el que pretende lograr ventajas globales absolutas en el contexto del “libre” comercio desleal, dizque para favorecer a un sector de la sociedad norteamericana constituido por obreros y miembros de la clase media vapuleada por el “establishment” (señuelo de campaña), pero principalmente para preservar y fortalecer la supremacía político-económica de los magnates, plutócratas y demagogos “white anglo-saxon protestant” (WASP), de los violentos miembros de agrupaciones neonazis y del Ku Klux Klan genocida.
El republicano y multimillonario político de marras constituye un verdadero exponente de lo que Peter Sloterdijk, el agudo filósofo y polígrafo alemán, denomina “la razón cínica”, maquillada, en este caso, de retorcido “nacionalismo” soez, de violenta retórica inhumana y de bárbara y amenazante xenofobia.
Donald Trump representa la falsa “alternativa” histriónica, espectacular-sensacionalista, “experimental”, nacionalista, demagógica y cínica, que algunos sectores de los poderosos grupos dirigentes de los Estados Unidos plantean como grotesca vía de escape a sus responsabilidades en el contexto de un Libre Comercio Global pervertido por asimetrías y distorsiones etnocéntricas, para que los ricos consorcios estadounidenses puedan continuar saqueando todavía más a la humanidad, sin regulaciones justas ni respeto alguno al “principio de precaución”.
Casi todas las propuestas políticas de Trump, como en el caso de Adolf Hitler, son llamados genocidas a la acción directa y vehemente, a la expulsión del “cuerpo extraño” que viene a “infectar” la supuesta intimidad o pureza del gran “adentro”, a la violación irreflexiva de todos los protocolos que garantizan el mínimo de paz en el planeta Tierra y que pueden evitar una tercera guerra mundial.
Hitler era un supuesto defensor de los trabajadores y del pueblo alemán, pero aprovechaba el descontento histórico de su población para “robarle el trueno” al movimiento comunista internacional y a toda posibilidad de auténtica emancipación.
El fascismo, el nacionalismo nazi, los movimientos políticos más negativos y reaccionarios, como el de Trump, muchas veces se constituyen en falsos defensores de los intereses populares y de los trabajadores, pero todo es pura demagogia retorcida y oportunista.
Cuando llegan al poder, estas verdaderas fuerzas del Mal violan derechos, libertades, normas internacionales legítimas, con el objetivo de garantizar un orden que solo beneficie a un grupo restringido de privilegiados.
¡Y pensar que proliferan los irresponsables canallas maquiavélicos y “maquiabólicos”, críticos ladinos de la bienintencionada, solidaria y justa Revolución Bolivariana en América Latina, esa cuyo legítimo espíritu popular —efectivamente agredido por el imperialismo norteamericano y sus aliados glocales de la oligarquía indolente— se manifiesta en gobiernos que aspiran a una democracia real construida desde abajo, como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador, etcétera!
En los casos de las increíbles agresiones neocoloniales contra esos gobiernos que desean instaurar una real equidad económica, socio-política y cultural en el mundo, el imperialista y plutocrático grupo cínico de marras no dice absolutamente nada. Mucho menos protesta contra la grave amenaza para toda la Civilización que representa el pensamiento político fascista de Donald Trump.¡Y algunos de los miembros de dicho grupo hasta lo respaldan en su ominosa candidatura!
¿Estaremos nuevamente confrontando el retorno postmoderno de cierto fascismo y su gran poder de seducción y fascinación sobre las masas?
Hasta neoliberales “humanistas” como Mario Vargas Llosa, junto a otras muchas destacadas figuras políticas conservadoras y evidentemente pronorteamericanas como el expresidente de México Vicente Fox, han reconocido el peligro de una eventual llegada al poder del “wotánico” (satánico) magnate republicano.
No obstante, ahora me pregunto: ¿Sería realmente una historia diferente con otro candidato que no fuera el juicioso y esperanzador Bernie Sanders?
El error o la simple perfidia exhibida por algunos sujetos del pensar político encaminado a confundir los diferentes registros socio-históricos de la realidad, estriba en homologar la demagogia insolidaria de las oligarquías plutocráticas, racistas, proimperialistas, perversas, ciegamente capitalistas y de vocación militarista-genocida, con gobiernos defensores de la real y auténtica multiplicidad, transformativos, pacifistas, probos, realmente democráticos, revolucionarios, con genuina voluntad de generar conciencia ecológica y equidad, emanados del seno de movimientos genuinamente populares.
Estos últimos gobiernos podrían no ser perfectos, pero se plantean como “perfectibles” en un horizonte pluralista de auténtica justicia social.
El discurso histriónico-psicótico de Donald Trump se constituye, por el contrario, en un revelador ejemplo de la promesa terrorista del “pasaje al acto” genocida.
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Martes 8 de marzo de 2016. (Texto
publicado originalmente en
Facebook)
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Miércoles, 9 de marzo de 2016
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.
Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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DONALD TRUMP: ABYECCIÓN, ALGORITMOS Y ATRACTORES EXTRAÑOS DEL PODER ¡Nunca me engañé con Donald Trump!
Por Armando Almánzar-Botello
«Hay, en algunos oportunistas, falsos y despreciables “revolucionarios”, un miedo rastrero a perder la vida, una visa, un conuco…» Armando Almánzar-Botello
Fascismo y retorno de lo reprimido: «El fascismo es el retorno de lo reprimido en el monologismo religioso. No se puede impedir ese retorno, como lo quiere ingenuamente el liberalismo burgués, o como —dejándose contaminar— intenta hacerlo el dogmatismo “comunista”. El problema consiste en hacer hablar a lo reprimido del monologismo: ese semiótico pulsional, heterogéneo al sentido y al Uno, y que los hace andar. La transferencia sin duda, pero de manera menos familiar y menos privada, una práctica llamada artística, esclarecida por el descubrimiento freudiano, es precisamente lo que habla lo reprimido del monologismo (del contrato social) y lo consume invirtiéndolo en una nueva forma de lengua, por consiguiente en una nueva socialidad. De este modo esas dos prácticas son la más sólida barrera contra el fascismo. Si es que hay una función ética de la literatura, es esa: hacer pasar a la lengua lo que el monologismo reprime (desde el ritmo hasta el sentido).» Julia Kristeva
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La figura de Donald Trump es una careta demagógica del mismo Sistema construida para neutralizar la real y auténtica vía revolucionaria contra el sinuoso capitalismo decadente, vía que ni siquiera el mismo Bernie Sanders representa.
El hoy presidente de los Estados Unidos es uno de los márgenes de seguridad del Sistema Capitalista Neoliberal, ahora en proceso de “reterritorialización”, después que los sectores hegemónicos de dicho Sistema han manipulado a su favor –y en perjuicio de la mayoría de los estadounidenses y de la humanidad en su conjunto–, los tratados de libre comercio y la “deslocalización distópica” de los espacios laborales y productivos.
Así, la “revuelta visceral” contra la globalización ahora la viene a encarnar –por encargo del mismo establishment y de un modo aporético para el análisis político-antropológico superficial–, un representante maquillado y circense de la clase más favorecida por dicha globalización asimétrica y perversa de la economía.
Con este liderazgo trucado de Trump, paradigma de una nueva escalada del monologismo conservador protestante, blanco, anglosajón, racista y potencialmente asesino, estamos en presencia de una forma hipócrita de “enfriar”, por medio de recursos efectivamente “populistas”, las profundas contradicciones que a lo interno de los Estados Unidos resultan de la inequidad socio-económica y política generada por una “planetarización” tutelada de la economía al servicio de los complejos y diversos intereses de la plutocracia y las grandes corporaciones, y de intentar la postergación del estallido definitivo de la axiomática o megamaquinaria capitalista.
La presidencia de Donald Trump es el dramático resultado de un truco de prestidigitación política efectuado por el mismo establishment, para engañar y someter a las temerosas víctimas de una biopolítica o gubernamentalidad (Foucault) cuasi-genocida, utilizando una siniestra ideología mediática que les hizo creer a los pobres que un plutócrata chauvinista, voluntarista y egocéntrico, podía representar los intereses de los marginados en tanto que sectores y poblaciones violentamente agredidos por el capitalismo financiero y su globalización neoliberal.
Los oportunistas glocales de la clase media turística y becaria, aliados subalternos de las élites imperialistas y neocolonialistas –indudables beneficiarios de los procesos que caracterizaron a la “desregulación globalizante”–, ahora pretenden disfrutar, siempre a la sombra de dichos grupos dominantes, de nuevos márgenes de seguridad y beneficio en un proceso de “reterritorialización pseudopatriótica” orientado, de un modo simétrico inverso, a extraer hegemonía del retorno irresponsable y canalla a los espurios valores de un indolente y rastrero “norteamericanismo” egoísta, xenófobo, corrupto y violentador de los Derechos Humanos y del auténtico Libre Comercio a nivel planetario.
El verdadero y fundamental objetivo de todas las maquinaciones políticas estadounidenses consiste así, en que el Imperio norteamericano mantenga, de una forma u otra, su injusto dominio arrogante de proyección cósmica, siempre al servicio de una patológica plutocracia: minoría insaciable, cada vez más inhumana, racista y brutal.
Armando Almánzar-Botello
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10 de noviembre de 2016
Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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«NEOFASCISMO NEOLIBERAL»
Los investigadores Isaac Rosa, Adoración Guamán, Alfons Aragoneses, Sebastián Martín, Franklin Ramírez Gallegos (este último en su trabajo titulado “La pendiente neoliberal: ¿neo-fascismo, postfascismo, autoritarismo libertario?”, 2019) y otros autores, nos recuerdan que así como Walter Benjamin decía que para comprender el carácter histórico del fascismo había que vincularlo a su matriz capitalista, debemos hoy afirmar que para comprender el nacionalismo autoritario, pseudolibertario, “patriotero”, antifeminista, anti políticas LGBTIQ+ y esencialmente neofascista, a lo Donald Trump, debemos vincularlo a su fuente originaria: el “neoliberalismo progresista” (Nancy Fraser, 2017), globalista, cosmopolita, feminista, multiculturalista, promotor de políticas de género… y en alianza con los sectores más poderosos de las finanzas, la alta industria cultural y de servicios (Silicon Valley, Hollywood, Wall Street).
Esta última coalición puso codo con codo al campo progresista con las fuerzas del capitalismo cognitivo y, sobre todo, de la financiarización. […] Financiarización y libre comercio destruyeron, en efecto, la industria manufactura y degradaron largamente las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores medios de los Estados Unidos. […] No obstante, el escepticismo de Trump hacia los mercados liberalizados estuvo acompañado con medidas que redujeron las opciones estatales para estimular la economía o salvaguardar a los sectores golpeados por años de aperturismo. La reforma tributaria de Donal Trump en el 2017, fue celebrada por los poderosos como el más grande incentivo al mercado en los últimos treinta años de vida económica estadounidense… (Ob. cit. Franklin Ramírez Gallegos).
En fin, el “neoliberalismo progresista” a lo Bill y Hillary Clinton y a lo Barack Obama, y el “autoritarismo neofascista”, heredero inadvertido de décadas de “neoliberalismo progresista”, coinciden en lo esencial: mantienen un fuerte vínculo con los mercados, el poder financiero y el capitalismo global.
De tal modo se puede hablar de una suerte de “neofascismo neoliberal” a lo Donald Trump. Así, queda planteado en un esclarecedor conjunto de ensayos de diversos autores, bajo la dirección de Adoración Guamán, Alfons Aragoneses y Sebastián Martín, que lleva por título “Neofascismo. La bestia neoliberal”, Siglo XXI, España, 2019
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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NEOFASCISMO La bestia neoliberal
Adoración Guamán (Directora), Sebastián Martín (Director), Alfons Aragoneses (Director), Clara Ramas San Miguel (Colaboradora)
A lo largo del siglo XX, los fascismos asolaron Europa y las dictaduras se multiplicaron en buena parte de América Latina. Hoy, en pleno siglo XXI, aquella bestia que creímos desterrada para siempre no solo ha resurgido, sino que, saltando fronteras, acecha esta vez el mundo entero. Se ha nutrido de las desigualdades traídas por una crisis interminable, ha crecido cada vez que los poderosos se han sentido fuertes y se han desligado de toda atadura democrática. La imposición aplastante de las políticas neoliberales le ha dado nuevo aliento, resucitado el espíritu de antaño, engendrado los neofascismos de hoy.
¿Qué diferencias cabe señalar entre las formaciones e ideologías fascistas y la ultraderecha actual?
¿Estamos transitando, aun con diferentes acentos y modulaciones, el mismo camino funesto que tomó Europa décadas atrás?
¿Hay paralelismos entre las prácticas de algunos gobiernos en América y las que parecen afianzarse en Europa? Los interrogantes se agolpan, pero hay una cuestión que determinará nuestro futuro: ¿cómo derrotar a la bestia de una vez por todas?
Hoy, como ayer, es imprescindible instruirse, organizarse y resistir, pero más necesaria todavía es la elaboración de propuestas alternativas para no repetir la barbarie. Siglo XXI de España Editores, S. A., 2019
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INDIVIDUALISMO Y GREGARISMO
Por Armando Almánzar-Botello
«El gran capital postindustrial, financiero y pseudofilantrópico, a través de la llamada biopolítica edulcorada como “psicopolítica digital”, propaganda y spot publicitario, continúa produciendo endeudamiento, construyendo modelos de vida y falsas jerarquías, produciendo muertes y golpes de Estado bajo inéditas modalidades. Sus dispositivos reales funcionan de un modo proliferente, flexible, maquínico, fluido, en apariencia libertario, pero nunca trazan las líneas de fuga que conducen al campo de inmanencia que impide la desintegración o segmentarización gregario-individualista de lo social. El capitalismo promueve, más bien, la fragmentación homogeneizante, la dispersión sin retorno que imposibilita el real advenimiento de nuevas modalidades de vínculo ecológico e interhumano, de solidaridad con el otro y con lo otro, de “cum” pluridimensional, de “nosotros político” en capacidad de enfrentar la mera y triste “cohabitación” por pseudodiferenciación, por desdiferenciación y homologación, capaz de subvertir y superar las nuevas formas de autoexplotación y la persistente y perversa explotación clásica, tradicional.» Armando Almánzar-Botello
A Franz Kafka, in memoriam
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El individualismo y el narcisismo, en la postmodernidad capitalista, son simples máscaras del más radical gregarismo interaccionista que homogeneiza el goce a escala planetaria y crea un escenario pseudosocial, espectacular, virtualizado, donde se pierden la verdadera problematicidad de lo real, el vínculo efectivo con el otro y la polivalencia del sujeto en su relación crítica con lo social.
Existe una falsa “solidaridad de talk show” que constituye una de las formas perversas extremas que reviste el narcisismo defensivo propuesto por el sistema capitalista.
En nuestros días, en este “imperio criminal de la banalidad”, cualquiera es una celebridad por unos minutos. Andy Warhol tenía razón en esto. El individualismo es el complemento perfecto del gregarismo. Anverso y reverso de la misma estructura. Lo “privado” está secuestrado por el gran capital.
Otra cosa es el “secreto” del sujeto efectivamente pensante y crítico en su relación profunda con lo sociopolítico y con el deseo, no con el mero placer de captura de los bienes, de la mercancía y de la mascarada del goce en una vida concebida como simple spot publicitario…
En esta última, la llamada “solidaridad” resulta ser más bien, paradójicamente, un trivial sonsonete autista.
La paradoja de una cierta inaceptable postmodernidad es que pretende “hacer vínculo” de la “ruptura de los vínculos”. Ella constituye un campo de fuerzas donde el factor vinculante por excelencia intenta ser, de forma perversa, el mercado entrópico capitalista como instancia promotora de un egotismo agiotista cuyo inhumano postulado básico es el “saber gozar-saber hurtar-saber vivir”… ¡sin apercibirse de la verdad sufriente del otro!
¿Resulta posible para la subjetividad erosionada del hombre postmoderno, víctima esquizo de la pseudosocialidad virtual, del excesivo relacionismo electrónico-mediático, espectral y conmutativo, redefinir y habitar su cuerpo más allá de los estereotipos gregarios dominantes?
¿Podrá asumir ese individuo adocenado su desamparo ontológico (Hilflosigkeit), su soledad radical de sujeto frente a “lo real de la muerte” sin necesidad de refugiarse de forma defensiva en una subespecie de narcisismo protésico hipertrofiado?
¿Podrá transmutarse la subjetividad desfalleciente del liberalismo individualista clásico en genuina y gozosa solidaridad intensiva, en auténtico lazo social, y dejar de percibir como salvación las fortalezas espectaculares del shopping-mall y de las iglesias, la apropiación y el consumo bulímicos de bienes, servicios y banales recetas espirituales de autoayuda?
Son muchas las coartadas que de una manera compulsiva promueve hoy el mercado en su voluntad de omnipresencia pseudoprotectora frente a la consciencia de la finitud, la problematicidad del goce, la desolación y el vacío nihilista.
Pero como ya lo indicaba el economista David Schweickart en varias de sus obras, existe la posibilidad de orientar el mercado más allá del capitalismo homogeneizante, deculturador, antiecológico, no sostenible y destructivo de la genuina solidaridad. ¡He aquí la gran apuesta política!
Pensamos —a propósito del extraño «genio de lo común» cuyo sutil paradigma lo encarna un Franz Kafka, y a contracorriente de los actuales spots publicitarios—, que nos resulta posible constituirnos en “sujetos únicos en proceso” —complejos, plurales, múltiples, contradictorios, irreductibles, distintos pero solidarios con la diferencia propia y de los demás—, sin apelar a la mediocre presunción del adocenamiento, sin recurrir a la estrategia perversa de abandonar cierta relación comprometida y crítica con lo político y con el lazo social, sin recluirnos en los rituales monoideístas insulsos que nos defienden del significante de la falta en el Otro y nos impiden vincularnos, de modo auténtico, con la multiplicidad compleja y heterogénea de los otros…
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Sábado, 16 de junio de 2012
© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.